CARMEN
MARTÍNEZ DIEZ
“Vivimos sumidos en un inmenso olvido, y no queremos saberlo. Solo aquéllos que, como Ulises, vuelven después de 20 años a su Itaca natal, pueden ver de cerca, atónitos y deslumbrados, a la diosa de la ignorancia”. Milán Kundera escribe esto en su magnífico libro, La ignorancia, no habla solo del intenso recuerdo de su mujer amada, que al verla de nuevo se da cuenta que es otra, no sólo en su belleza que permanece, sino en todo el entorno geográfico y social que ha cambiado. Pasado el tiempo, la añoranza es ahora por lo que dejó y se da cuenta que ocurrirá lo mismo. La nostalgia es sólo un vago recuerdo de lo que ya no es.
En éstos tiempos de intensa lluvia las aguas han vuelto con su nostalgia a buscar sus cauces y resulta que regresan a un lugar distinto al que solían recorrer sin causar destrozos sólo que ahora, la urbanización mal planeada y desmedida ha entorpecido su recorrido y el costo para los que habitan esos espacios es grave pues se caen viviendas, se pierde pertenencias, se generan daños físicos, las presas se desbordan o corre el agua fuera de donde pretendían acumularla. La ignorancia de lo que es la nostalgia ha permitido la construcción desordenada, predomina en los sueños de personajes que imaginan ciudades en gran desarrollo, pero van obteniendo lo contrario. Así ocurre con permisos para construir edificios de múltiples departamentos sin desahogo adecuado de las tuberías, se llenan de fraccionamientos habitacionales cuanto terreno encuentran, se levantan puentes vehiculares que bajo grandes tormentas quedan bloqueados por arriba, por abajo, o a los lados sin que tenga cabida el desahogo hacia lugares adecuados e inmediatos que eviten daños materiales y humanos. Las aguas sencillamente andan en busca de sus viejos tiempos cargadas de nostalgia, vuelven, pero no encuentran más que lugares que ya no les pertenecen sin que les hayan creado nuevos caminos.
No solamente esos daños son los que cuentan, las aguas estancadas o la falta de agua provoca en los ciudadanos graves deterioros a la salud por su contaminación o ausencia, Permite la proliferación de enfermedades de todo tipo por bacterias, hongos, virus o por substancias tóxicas que a mediano y largo plazo debilitan el cuerpo con la aparición de padecimientos que se achacan a otras causas, pues la medicina preventiva y la investigación epidemiológica no son el fuerte de la medicina. Esas enfermedades generan demandas indispensables de atención médica, de hospitales, servicios para todos. El panorama en nuestro país es semejante en todo el territorio, pese a que hay recursos económicos, algo raro ocurre que no permite avanzar en la total y universal atención a la salud, por el contrario, con esas fallas enormes en cada uno de los sectores que constituyen los gobiernos, solo nos muestran la indolencia para sacar adelante una nación en donde es urgente la creación de servicios de todo tipo. Nuevamente se hace visible como todo lo que interesa a la política está íntimamente ligado al bienestar del ser humano, Más aún si la sociedad que predomina es la de una inmensa pobreza y una delgada clase media paupérrima y golpeada. Predomina la nostalgia por el bien común, que no existe más que para una élite. El resto de las personas andan batallando desubicadas en medio de la ausencia o escasez de todo. La búsqueda de satisfactores es intensa e inmediata debe ser la respuesta a todos ellos. Dejemos la nostalgia de ideales fantasiosos y que se enfrente la dura cotidianeidad que se vive. Que la diosa de la ignorancia no sea predominante, ni cause controversias, la pluralidad de cauces y causas es lo que se requiere aquí y ahora.