Desde los principios de la historia, las mujeres siempre hemos asumido un rol determinante en el sector primario; como agricultoras, cosechadoras, recolectoras y ganaderas. Todos los días, mujeres de todo el mundo hacen uso de los recursos naturales; y, somos prácticamente las responsables de educar y formar a las generaciones futuras. Por ejemplo, en muchas localidades donde no se cuenta con el servicio de agua potable entubada, corresponde a la mujer además de las labores domesticas y de crianza, el abastecimiento de agua para el hogar, por lo que muchas mujeres conocen perfectamente su territorio, el manejo de recursos hídricos, además de estar estrechamente relacionadas con el medioambiente.
En números, las mujeres representan entre el 60 y el 80 por ciento de toda la producción de alimentos, en los países en desarrollo. Por lo que indiscutiblemente, la contribución que una mujer aporta al desarrollo sostenible de sus comunidades, así como al mantenimiento de los ecosistemas, la diversidad biológica y los recursos naturales, es crucial.
Pero entonces si los números son el mejor indicador, ¿porqué sigue sin reconocerse en los hechos, la invaluable aportación que da una mujer al cuidado del medio ambiente?
Ante ello, es indispensable promover la igualdad de género, en todas las actividades productivas, es esencial para que todas puedan acceder a las mismas oportunidades económicas y, participen también en la toma de decisiones para la planificación y la gestión de recursos; para así garantizar que éstas estén impregnadas con una perspectiva de género sustanciosa.
Por otra parte, sabemos que ya está dicho, acordado y firmado en la Agenda 2030, que en su Objetivo de Desarrollo Sostenible 5, establece metas específicas para el logro de la igualdad de género. Entre estas metas, se incluye el erradicar todas las formas de discriminación y de violencia contra las mujeres y las niñas; en todo el mundo tanto en la esfera pública como en la privada, reconocer y valorar el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, garantizar la participación efectiva de las mujeres y su igualdad de oportunidades, así como de liderazgo en todos los ámbitos de toma de decisiones políticas, económicas y públicas; garantizar el acceso universal a la salud sexual y reproductiva y los derechos reproductivos, implementar reformas que den a las mujeres igualdad de derechos a los recursos económicos, acceso a la propiedad y el control de la tierra y otros bienes; aumentar el uso de tecnologías para promover el empoderamiento de las mujeres, en particular las tecnologías de la comunicación y la información, así como adoptar y fortalecer las políticas y la legislación para el fomento de la igualdad de género y, el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas en todos los ámbitos.
El objetivo es claro, ahora tenemos que perseguirlo, trabajarlo, pero sobre todo ejercerlo. Como mujeres nos toca exigirlo, porque además este papel fundamental para el desarrollo sostenible no solo se limita al sector primario, hemos demostrado con creces la aportación que año con año damos las mujeres al PIB,aproximadamente el 37% del producto interno bruto en el país; es decir que cuatro de cada 10 aportaciones al PIB son de empresarias.
Así que la ruta es clara, tenemos que extender el acceso y uso de las Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones (TICs) a las mujeres; especialmente a las mujeres en comunidades rurales, como una estrategia de democratización de la información, de la comunicación y de la participación de las mujeres en la generación de conocimiento. Las TICs permiten a las mujeres formar parte activa de redes de desarrollo, que les posibilitan el acceso a conocimientos e información, para empoderar y mejorar sus vidas, así mismo buscar que más mujeres tengan acceso a estudiar y capacitarse más, porque el proceso educativo lleva a las mujeres desde una situación de marginalidad y subordinación hasta una situación de autonomía, cuyo efecto tiene múltiples beneficios tanto personales, colectivos y en el entorno en general; mismos que tienen la capacidad de impactar a toda la sociedad.
Apostarle a la participación de las mujeres, no solo es un tema de justicia o equidad, sino la oportunidad de aportar un enorme valor que muchas veces ha permanecido soslayado. Por lo tanto, es imprescindible la inclusión de las mujeres en la toma de decisiones relacionadas con el uso y conservación de los recursos naturales, para garantizar así el desarrollo sostenible.