Quienes han puesto el grito en el cielo por la militarización de las tareas de la seguridad pública que debería estar, desde el punto de vista constitucional bajo el mando de autoridades civiles, acaso no han comprendido que a López sólo le interesa el poder. Pero dado que no sabe cómo gobernar y que de sus colaboradores cercanos solamente espera lealtad aunque sean unos reverendos incompetentes, se ha echado en brazos del ejército que resuelve todo, de suerte que los ha proletarizado. ‘pues que son los soldados, eficaces y obedientes’, los que construyen su aeromuerto, el fallido AIFA; el Tren Maya, cuyo ecocidido le tiene sin cuidado, la refinería Dos Bocas con sobre costo le resultará más caro que las perlas de la virgen, por así decirlo.
La militarización es, pues, la alternativa no tanto de su propensión al gusto por las bayonetas, sino de su incompetencia para gobernar. López tiene todo: las cámaras, la corte. Pero nada le es suficiente a su talante autoritario, hermano político de Díaz Canel, esa ignominiosa marioneta del decrépito Raúl Castro; de Nicolás Maduro, el guarura de Hugo Chávez y otros dictadores afines.
La milicia, pues, le resuelve todo para que, él, el tabasqueño voraz, despliegue, desde el púlpito de Palacio Nacional, sus denuestos, sus burlas, sus obscenas carcajadas, donde se pare en sus ‘giras’, pues que lo suyo no es gobernar, sino hacer campaña y dar pábulo a sus ‘clichés’ contra los conservadores, los neoliberales, los medios de comunicación ‘corruptos’. Él, el puro, el incorruptible, el devoto evangélico, mientras deja morir a los niños con cáncer, en el desamparo a las madres que han perdido las estancias infantiles, a las mujeres que no tienen refugio para protegerse de la violencia intrafamiliar… Y lo peor: el saldo de la milicia en calles y comunidades ha significado miles de muertes. Para los criminales, un abrazo o un libro redentor. Para los periodistas, la muerte; para sus críticos la intimidación. ¿Cuántos periodistas han caído bajo las balas de los impíos? Incontables ya. Pero “vamos bien”, proclama el de Macuspana. Con una crueldad que no tiene límites. Suceda lo que suceda, según el periodista Macario Schettino, López, después del 24, será el hombre más odiado de México. Tal será su trascendencia.