Más o menos a la misma hora el gobierno y su partido embistieron, con ímpetu descompuesto, con la cabeza alta y sonoros mugidos, al Instituto Nacional Electoral.
Los rijos de corraleta corrieron a cargo de los porristas de Félix Salgado Macedonio, cuyos seguidores guerrerenses (cuando el gentilicio se convierte en adjetivo o advertencia), ocuparon las inmediaciones del INE en el sur de la ciudad de México, para amedrentar, amenazar o francamente pedir cumplimiento a la extinción del instituto decretada por el gerente de Morena, Mario Delgado.
Muchos kilómetros al norte de la capital, en los rumbos del cegado Canal del Norte, la secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero –en la ceremonia con la cual se inició la impresión de las boletas electorales (más de 120 millones de ellas, cantidad superior a las vacunas tan anheladas) –, se colocó el atuendo magisterial y teorizó sobre el comportamiento democrático electoral.
Otra amenaza, esta vez sin aspavientos, ni “arreones” de toro de media casta.
“…siendo la neutralidad una obligación de los gobernantes, también lo es de las autoridades electorales administrativas y judiciales… la premisa es muy clara, el árbitro debe ser neutral o no es árbitro”.
Palabras sibilinas, sesgadas y cargadas de intención, sobre todo porque no tenían espontaneidad o interés jurídico en el análisis compartido de la responsabilidad de los órganos electorales y su desempeño, sino como un eco del cercano Palacio Nacional. Era la oportunidad de cumplir un encargo, especialmente notorio en medio de los innumerables litigios a la vuelta de la esquina.
–Ahí como cosa tuya,Olga…
“… Es una obligación de neutralidad ante partidos y candidatos que como secretaria de Gobernación hoy refrendo. Así como la neutralidad no es indiferencia y lo acaba de decir el consejero presidente, la autonomía no es autarquía”.
Lorenzo Córdova, atacado hasta la más obscena virulencia en las afueras del INE, levantó el guante de terciopelo en el cual Olga Sánchez Cordero escondía la cachiporra y respondió con rapidez:
“…El INE es un órgano constitucional autónomo, muy celoso de su independencia y autonomía, pero también tenemos claro que autonomía no significa autarquía. Por eso mantenemos la colaboración con todas las instituciones del Estado mexicano… ”
La señora Olga había musitado apenas:
“…Considero que siendo la neutralidad una obligación de los gobernantes, también lo es de las autoridades electorales administrativas y judiciales. Recuerdo también haber escuchado hace algunos años al entonces consejero del INE, José Woldenberg, afirmar que el árbitro electoral debe ser discreto”.
Discreción, anotó Lorenzo Córdova, la cual no debe confundirse con omisión.
“…(el INE) Es el árbitro de la contienda y, aunque haya quienes confundan la aplicación de la ley con sesgos o actitudes parciales, lo cierto es que el árbitro seguirá aplicando las leyes y garantizando la equidad y la imparcialidad en el proceso electoral que, desde el pasado domingo, ha entrado en la fase crucial de las campañas proselitistas. Haremos valer la Constitución, las leyes electorales y las normas…”
Como sea esta esgrima verbal (como le llamaron varios colegas), tiene su interés. Al menos cabe en la civilidad.
Resulta preferible este despliegue de palabras doctas, en comparación con la vehemencia manadera de las hordas montaraces desplegadas por Morena (quizá no tiene otras), en su ataque, asedio y sitio contra el Instituto y posteriormente contra el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, cuyos magistrados no le tienen miedo a la turbamulta: le tienen pavor al Presidente de la República y en favor de los intereses políticos del Ejecutivo, desahogarán las impuganciones en contra de uno de los cachorros (ya avejentadito, él) de la Cuarta Transformación, y de paso de algunas otras.
Las leyes electorales no se hicieron para ellos. Ni para quienes las violan (les gusta el verbo), ni para quienes admnistran justicia de tan medrosa manera.
Cuando les llegue el momento (hasta donde es posible preveer) le devolverán a Félix, en una charola argentina, la candidatura perdida por el incuplimiento de la ley.
Pero ahí no acabará todo.
La embestida contra el INE proseguirá con toda la fuerza de la política dominante. Es un estorbo.
Quizá no se logre su exterminio pero se busca por todos los medios su desprestigio. No importa si para lograrlo se miente y exagera; se invocan los costyos,mlos presupuestos, los salarios.
La materia del debate es sencilla: ¿incumplieron con la ley o cumplieron con ella?
Es una pregunta simple. Nada más. Todo lo otro, es paja, graznido de chachalacas.