En uno de sus ensayos, Miguel de Montaigne, creador de ese género filosófico-literario, escribe sobre “los mentirosos”, refiriéndose a aquellos que alteran un fondo verdadero. “Mentir es un vicio maldito” […] “Si reconociéramos el horror y el peso de la mentira, la perseguiríamos hasta la hoguera con más justicia que otros crímenes”.
Así López, que en una de sus tediosas ‘mañaneras’, acusa a la Iglesia católica, o mejor, a los sacerdotes de ser hipócritas y omisos en sus críticas a gobiernos anteriores al suyo, inmaculado. Comprensible hasta cierto punto, ya que es bien sabido que él profesa una religiosidad distinta: los neopentecostales.
Creencias personales aparte, los obispos han respondido poniendo en evidencia la mentira del tabasqueño. Por ignorancia o por perversidad, el inquilino de Palacio pasa por alto que la iglesia nunca ha permanecido callada. En efecto, protestó por el asesinato del cardenal Posadas, por los abominables crímenes de Acteal, la corrupción (2004), la violencia (2005), el deterioro de la vida pública (2005), la ignominia de Ayotzinapa (2010); sin olvidar el exigir un poner un alto a la descomposición de la vida pública (2015). En suma, los obispos, en nombre de la grey católica, han cumplido con su trabajo pastoral, pensando siempre en un presente y futuro mejor para los mexicanos.
La iglesia católica no exige el exterminio, ese “mátenlos en caliente” a lo que alude el presidente, con esa mala fé que lo caracteriza. Por el contrario, los sacerdotes católicos se han conducido con prudencia, pero no pueden pasar por alto los cientos de miles de homicidios doloros, las desapariciones forzadas, la risible, por no decir, patética proclamación de que hemos de pasar de la ‘austeridad republicana’ a la ‘pobreza franciscana’. Pues que de ser así esperamos su ejemplo: túnica modesta, sandalias como el santo de Asís. Más allá, pues, de la reducción de viáticos.
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El Macuspano odia la verdad. Esa luz nunca llegará a su alma. Pues que no es un hombre libre. Como dice el gran Apolonio: “Mentir es propio de esclavos”. Y el señor todo poderoso que supuestamente nos gobierna es un esclavo de sus resentimientos y de su ambición de poder.