De acuerdo al filósofo sociólogo Maurice Halbwachs hace referencia a la memoria colectiva como: “los recuerdos y memorias que atesora y destaca en la sociedad en su conjunto” se refiere a cómo los grupos sociales recuerdan, olvidan o se reapropian del conocimiento del pasado social, pero particularmente de la construcción de sus sueños o su futuro.
Permitir la memoria social a un proceso de aprendizaje; La memoria es el recurso más noble que nos asocia para conocer la verdad asociada con el tiempo y no los discursos vinculados con el poder. La memoria puede ser también una expresión social, que con el mismo tiempo será su memoria histórica y el simbolismo
Será el valor o patrimonio tangible o intangible.
Rescatando una expresión de nuestro patrimonio intangible, en la música, como es el caso de una de las bellas canciones que acompañarán al puerto de Acapulco, en nuestra imaginación, nostalgia, orgullo e identidad, de los años 40´s, me refiero a la canción de Agustín Lara dedicándole a su amada María Félix, “María Bonita” en donde inicia con: “Acuérdate de Acapulco María bonita…”,que se puede convertir en todo un reto interpretativo y de valores, si la estudiamos detalladamente, pero lo quisiera destacar adicionalmente en esta romántica y poética declaración de amor, es mi interés denostar lo que más que le da fuerza al amor por María, pretendiendo hacer una analogía al bello puerto de Acapulco.
La composición más adelante cita: “Pidiendo que me quisieras Que convirtieras en realidades Mis ilusiones” continuando con el mismo sentido de reinterpretarlo al espacio y tiempo actual, ¿Cómo hacer posible esta poética petición en el Puerto?
Habrá que darle el significado de “querer al puerto de Acapulco”; el primer reto que genera es no dejar en el olvido y respetar, a su gente, sus playas, su bahía, su música, sus tradiciones, su patrimonio en conjunto, etc. En donde estos tienen su valor e identidad propios y habrá que recatarlos, restaurarlos y reanimarlos.
Como “convertir en realidades Mis ilusiones”. Esto es un proceso más complejo pero interesante, que implica un compromiso social, profesionalidad, organización, responsabilidad pública, autonomía política y financiera, de carácter público y basado en principios y valores del acapulqueño.
Habrá que reconocer que la memoria colectiva del porteño está desdibujada o secuestrada por el gran éxito de la marca que el destino turístico tuvo en su momento, esto generó su memoria colectiva se dispersara, debido ahora a las expresiones voraces del mercado, un territorio desarticulado y violento, una sociedad polarizada. Y con una gran dependencia al gobierno en turno, particularmente al federal, estos gobiernos en su conjunto son “incapaces por sí mismos” de hacer realidades las ilusiones del acapulqueño.
Los instrumentos de planeación a partir del nivel municipal, han sido históricamente un fracaso de acuerdo a sus expectativas y resultados; sin la legitimación auténtica de la ciudadanía, limitada a rituales de “participación ciudadana”; su realidad plagada de rezagos sociales que se acumulan y diversifican; con datos descontextualizados e improvisando; con metodologías y estrategias que no obedecen a la solución de su problemática; sin visión objetiva del futuro; los proyectos de intervención carecen de la socialización y evaluación; recayendo sólo en el gobierno los procesos y todas sus funciones resultantes “de acuerdo a la ley”. Frustrando la legítima ilusión del acapulqueño por un mejor futuro, aumentando su desconfianza en los procesos de planeación, desmantelando su capacidad organizativa para enfrentar sus adversidades, como para conquistar sus ilusiones.
Un camino podría ser ver esas ilusiones de los porteños sin contaminarnos con el amargo presente, el que deformará estas en la negación por sus amenazas y vulnerabilidad que se viven cotidianamente. Sería un acto de reflexión que permitiera definir las ilusiones como la caracterización del futuro deseable y compartido del acapulqueño. Para confrontarlo ahora si con la realidad y eventualmente diseñar el escenario que se adopte y las estrategias adecuadas.
Esta construcción requiere que transite la memoria a inteligencia colectiva; hacia un proceso ciudadano valiente y honorable, más allá de un valioso cronista o de un órgano observador eficiente, se necesita una nueva inteligencia social, que se convierta en la “autoridad moral”, (la cual hoy no identificamos); conformado por un Consejo Ciudadano que deberán ser personas honorables destacadas por su participación en asuntos de interés público y por sus aportes en beneficio de la sociedad; que gestionen políticas públicas con visión de futuro; estrategias de desarrollo sostenibles; que maticen hacia la práctica del gobierno abierto, transparencia y rendición de cuentas; implementen agendas que permitan desarrollar sistemas innovadores eficaces para la asequibilidad de los servicios públicos y la conservación del patrimonio público.
En Acapulco como en el país, la memoria colectiva debe ser un espacio cultural, que facilite las expresiones políticas al encuentro con la diversidad y cohesión social; la construcción de su propia identidad que genere un desarrollo sostenible y resiliente desde la ciudadanía.