¡Increíble! Habrá alianza parcial entre PRI, PAN en las elecciones de 2021 para postular candidatos a diputados federales y más. Lo que hace unos pocos años se hubiera considerado imposible, hoy está a punto de convertirse en realidad, la materialización del PRIAN, no como alianza de facto, sino como un acuerdo jurídico donde veremos sus siglas en el mismo cuadro de la boleta, unidas, si votas por el PRI le estarás dando tu voto al PAN y viceversa, quedando atrás las innumerables acusaciones mutuas de corrupción, malos gobiernos, hipocresía, mochos y moches, nepotistas, conservadores, derechas, izquierdas y otras tantas que por décadas los hicieron agua y aceite y que ahora tratarán de olvidar, aunque sea sólo el año que entra. ¿Qué los orilló a esto? ¿Es por México o es por su supervivencia cómo partidos? Quizá AMLO ya les ganó la primera partida.
Por décadas, la bandera histórica del PAN, como oposición, fue terminar con la dictadura perfecta, romper los esquemas de corrupción de los que decían el PRI, sus líderes y sus familias eran los grandes beneficiarios. Sacar al PRI de Los Pinos, ahora convertido en Museo, era uno de los gritos de guerra que se logró finalmente en el año 2000 con la victoria del panista Vicente Fox.
Llegaron también otros triunfos que le dieron al PAN sus primeras gubernaturas, alcaldías y un importante número de legisladores, tanto en lo local como en lo federal. Algunos gobernantes llegaron con la congruencia de su lucha histórica, pero gradualmente fueron desapareciendo junto con sus principios y su doctrina humanista, quedando atrás la democracia interna que se convirtió rápidamente en dedazos, nepotismo y compadrazgo, estos que tanto se le habían criticado al PRI.
El dinosaurio, de acuerdo con Carlos Castillo Peraza, no solo era transgeneracional , sino transpartidista, así los malos hábitos del poder y sus desviaciones se hicieron presentes en varios gobernantes panistas, algunas prácticas incluso las perfeccionaron en perjuicio del México democrático al cual alguna vez aspiraron.
Pero fue esta deformación lo que llevó más temprano de lo esperado a que fueran perdiendo posiciones, dejando espacios que parecían consolidados en gubernaturas, alcaldías y cargos legislativos donde los priistas acusaron a los panistas de implementar la práctica de los moches. Así entonces, lo descabellado sucedió, el PRI regresó a la Presidencia y lanzó lo que en principio pareció una de las demostraciones más impresionantes de operación política para una transformación de fondo con varias reformas como la educativa, telecomunicaciones, energética y política. Pero hoy parece que había más que sólo acuerdos políticos sino también económicos, entre líderes priistas y panistas, que han escandalizado a los mexicanos.
El Presidente López Obrador señaló cómo candidato y luego ya como mandatario de esta perversa alianza y lanzó un reto, más que una invitación, a que sólo hubiera dos partidos, uno conservador, donde él encasilla a la oposición que ya gobernó, panistas y priistas, mientras que del otro lado un partido liberal, donde están los afines a su proyecto de la 4T.
Así entonces, ¿Habrán PRI y PAN mordido el anzuelo ante la imposibilidad de presentar candidatos y planteamientos creíbles para ganar, argumentando que lo hacen mejor que los que están ahora, aún y cuando en su historial como pasados gobernantes no se acredita esto?
La decisión de hacer esta alianza imposible posible tendrá sin duda un efecto polarizador, binario, aún en los lugares donde no se lleve a cabo esta alianza en lo jurídico. ¿Votará el elector por los partidos que gobernaron (conservadores) o por la 4T encabezada por AMLO? Al final parece que la oposición aceptó el reto, ahora todo está en los electores, su memoria, evaluación y la aceptación del PRIAN.