Era de esperarse esta iniciativa energética de un presidente que se opuso con tanta fuerza a la llamada “Reforma Energética” de Peña Nieto. No se trata sólo de la energía eléctrica, sino de las fuentes de la generación de esta energía: Gas, carbón, hidroelectricidad y las llamadas fuentes alternas, como la geotérmica, la eólica, la solar, la atómica, la biomasa y otras, como las mareas de escaso desarrollo aún, así como de energías del futuro como es el caso del Litio y otros minerales considerados estratégicos.
No es tampoco un asunto sólo de la economía, es, ante todo, un tema de política energética y política legislativa y electoral, por eso el interés y el peso específico tan grande que se dio en el pasado proceso electoral para lograr mayoría de Morena en ambas cámaras del Congreso de la Unión y el próximo año se votará sobre la permanencia o la revocación del mandato presidencial. Toca también la política exterior en cuanto se abordan temas de la seguridad energética de la región de Norteamérica y del TMEC, así como los contratos con empresas de nacionales asiáticos, europeos y americanos.
Es de carácter social, pues en la distribución de beneficios existen grupos sociales beneficiados y grupos afectados por esta iniciativa. Está a discusión la definición de lo público y lo privado, se trata de definir el modelo de inversión pública-privada, así como del deslinde entre lo público y lo privado en este asunto concreto de la energía. También implica una reforma administrativa, en cuanto esta iniciativa propone la desaparición de organismos reguladores y la transformación de la CFE de empresa del Estado en organismo paraestatal, con personalidad jurídica y patrimonio propio.
El asunto de la competencia y la regulación de los precios es tanto o más importante para la economía que las ganancias y las inversiones de los empresarios. La cuestión del abasto de energía segura para la industria y los hogares sólo puede ser garantizado si las decisiones de inversión, producción y distribución provienen de un cálculo económico y social, no sólo empresarial, de costo-beneficio. Está también el tema del medio ambiente y los compromisos adquiridos en el Pacto de París y la necesidad urgente de atender el cambio climático y fortalecer las energías limpias.
Entramos ya a una crisis energética mundial, Europa se debate por la escasez de gas y las posiciones en contra de la entrada en operación del Nord Stream II, por el que Rusia proveerá gas natural a Alemania y a la UE, con la oposición y sanciones de parte de Estados Unidos, junto con el esquema bizarro de precios del gas establecido por Bruselas para la Unión Europea, que está pegando enormemente a España y a otros países en el precio de la electricidad y en la inflación. China, a su vez, está demandando electricidad a Rusia y ve amenazada su enorme planta industrial por la escasez de fuentes de energía. El impacto económico y la misma transición energética son asuntos urgentes del presente, pero, sobre todo, del futuro del planeta. De ahí la fuerte discusión política de partidos, especialistas, analistas y ciudadanos, que se preocupan por el presente y el futuro de la vida tal como la conocemos ahora.
En lo político, la iniciativa de López Obrador obliga, como lo ha expresado con claridad el propio presidente, a una definición ideológica real de los partidos políticos, especialmente del PRI, o se define como “revolucionario”, acercándose a sus raíces y tradiciones, tales como el nacionalismo cardenista o a las razones de López Mateos para nacionalizar le electricidad, o le es fiel al PAN y al neoliberalismo salinista, que le exigen votar en contra de la iniciativa como condición para sostener la alianza electoral fabricada para desplazar a Morena del poder legislativo, precisamente, para frenar este tipo de iniciativas. La duda y coyuntura existencial de la dirigencia nacional del PRI. Ser o no ser, esa es la cuestión.
Morena, PT y PVEM cuentan con 278 votos, si todos los legisladores de estos partidos votan a favor y no faltan a la sesión, les faltarían 56 votos para lograr la mayoría de 334 en la Cámara de Diputados. La pregunta es: ¿Bastará el discurso histórico o ideológico para convencer a esos 56 legisladores de la oposición del PRI a votar a favor o habrá otro tipo de regateos?
Como se puede observar, la iniciativa toca asuntos muy complejos de abordar, por lo que hay que tener en cuenta que muchos posicionamientos sobre este tema adolecen de una parcialidad interesada. Es necesario considerar esta iniciativa como un asunto de suma importancia y prioridad para México y los mexicanos y no sólo como un tema de partidos o políticos interesados en una ganancia personal. La suerte está echada.