En su libro “El Rey del Cash”, Elena Chávez dedica un capítulo a dar testimonio de los millones que Marcelo Ebrard, siendo Jefe de Gobierno financiaba las campañas de AMLO, por conducto de su secretario de Finanzas Mario Delgado, hoy ‘líder’ de Morena. Y también sabemos del colapso de la línea 12 del Metro que devino en la muerte de 27 pasajeros. De ahí que Marcelo huyera del país y fijara su residencia en Francia. Y sin embargo, López, olvidando ese crimen, lo arropó y nombró secretario de Relaciones Exteriores. Para López, el ‘canciller’ se convirtió en una especie de comodín. Lo usó –esa es la palabra– como usa a todo aquel que se somete a sus designios.
Pero el gran error de Marcelo ha sido creer que podía llegar a ser presidente, a sabiendas, en su fuero interno, que la favorita es la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, una mujer sin identidad que solo repite sus giras, palabra por palabra. Los sermones de López, como una muñeca de ventrílocuo. Por otra parte, Ebrard se ha quejado amargamente de Sheinbaum, de usar a las brigadas de la Secretaría de Bienestar. Ebrard está perdido. Nunca llegará a sentarse en la ‘silla embrujada’. La elegida por AMLO es Claudia. Y nadie más. Los demás van de relleno. Y con Claudia, López se aferrará al poder aunque sea su ruina. Pues es una inepta.
La verdad es que Marcelo no se ha sentido nunca a gusto de López. Sara Dulché, experta en lectura del lenguaje corporal, observó en una conferencia internacional de López. Marcelo se levantó sus gafas 23 veces por los disparates de su jefe. Era evidente su nerviosismo. En este sentido, López ha sido ingrato con Marcelo, a quien tantos favores le debe.
Amlo no conoce la gratitud, que es el recuerdo agradecido de una gracia. Decía Epicuro que la vida del insensato es ingrata e inquieta… es lo inverso de la esperanza. La 4T nunca ha sido la esperanza de México. Sólo un remedo de la misma. La esperanza construye. Y López se ha dedicado a destruir todas las Instituciones. Como una especie de Atila. Así son los populistas. ¿Eso no se ha percatado Marcelo? Pienso que sí. Pero su ambición, más allá de sus talentos, se ha apropiado de él. Ambicioso, pero iluso. Amén de cómplice de la devastación de un país que merece algo mejor.