En respuesta a una delegación de legisladores estadounidenses que han presionado al gobierno mexicano acerca del trasiego de fentalino, cuyo consumo en el vecino ha causado más de cien muertes, López envió una carta al presidente de la República Popular de China Xi Jinping. Carta que leyó en una de sus mañaneras, cosa que nunca debió haber hecho porque esa clase de asuntos no se hacen públicos, ni menos aún cuando el mandatario chino no conoce a López dada la ausencia de éste en reuniones internacionales. Y sin embargo se refiere a Xi Jinping como un buen amigo. López, como siempre voluntarista, desliza la sospecha de que China produce los precursores químicos de esa droga letal y solicita una mayor cooperación para combatir ese flagelo.
Como era de esperarse, Xi Jinping no tenía más que decir que su país es ajeno a esa pandemia. Pero no lo hace él sino mediante la vocera del departamento de Relaciones Exteriores, minimizando así la importancia del epistolar comunicado de López.
¡Cuánta ingenuidad de López! Es una pena para México tener como Jefe de Estado que en el entorno mundial se conduzca como un aldeano, incapaz de acatar los protocolos diplomáticos. En su territorio hace cuanto le viene en gana: agrede, destruye las instituciones, viola la constitución. Pero apenas se asoma al mundo, tiembla. Como un jovenzuelo inseguro y, por ende, errático.
¿O miento cuando asevero que su actitud hacia los políticos estadounidenses es todo menos conciliadora?
En ese sentido, la cartita es un nuevo fracaso diplomático. Es patética su ignorancia de que 60% del aterrador fentalino ingresa al país vecino por nuestras fronteras, y sin duda llega a puertos mexicanos y se produce aquí en laboratorios clandestinos.
* * *
Corolario: No es que el fentalino sea malo en sí: lo es sólo cuando se convierte en una adicción letal.