Alguna vez me he referido a Erving Goffman, sociólogo canadiense que publicó un libro revelador, “Estigma”, aludiendo a la condición, atributo o rasgo discriminatorio por creencia, religión, a preferencia sexual, a las que podríamos agregar las discapacidades físicas de personas genéticas o adquiridas, de peronas que los consideran carentes de habilidades sociales. Carencias por las que son devaluadas o rechazadas y a menudo vergonzantes. El estigma como prejuicio, quiero decir, un juicio no debidamente valorado. En este sentido, el progreso ético de una sociedad podría medirse por la erradicación de los estigmas, de aquellos prejuicios que prohijan los desdenes: de blancos contra morenos, de religiosos contra ateos, de personas que gozan de plenitud física o mental que excluyen a aquellos que padecen alguna discapacidad.
Por fortuna, entre nosotros, la legislación ha comenzado a proteger a las personas discapacitadas, mediante la Ley para la Inclusión al Desarrollo Social de las Personas con Discapacidad en el Estado de Querétaro. Pero al valorar sus alcances, se antojan insuficientes. De ahí la necesidad de reformas que tengan como propósito ampliar las oportunidades de este grupo vulnerable. Tal el significado de la iniciativa de la Dra. Martha Fabiola Larrondo de generar acciones efectivas que permitan la plena inclusión en las dependencias de la administración y en las políticas públicas. En Querétaro, suman 355mil personas con alguna discapacidad. Por ende, es necesario seguir trabajando en ello en favor de ese grupo para brindarle la mejor calidad de vida. Es responsabilidad de todos, pero en particular de los órganos de gobierno, insistió la legisladora Larrondo Montes. Su moción fue aprobada por unanimidad en el pleno de la legislatura.
Este 2 de julio tuve la oportunidad dichosa de acompañar a un grupo de representantes de esa comunidad. No dudo que estamos fomentando una “cultura de conciencia y respeto por la inclusión”. De una manera u otra manera, todos tenemos cabida en la sociedad productiva; todos, el derecho al pleno desarrollo personal. Que duda cabe que, aquí y ahora, Querétaro se encuentra en la vanguardia de una “nueva cultura” que alienta el bien común. Y reitero la democracia no es sólo el sufragio responsable, es también la atención solidaria a quienes nos necesitan.