Cuando en el año 1095 el Papa Urbano II lanzó a los mercenarios y caballeros de Europa a una guerra santa, bajo el signo de la cruz, lo hizo amparado en la autoridad divina. Dios así lo ha determinado, Dios así lo ha querido.
Hoy las guerras, así sean las jurídicas, políticas o judiciales; las batallas electorales tan sangrientas como nadie quisiera (ya van más de setenta muertos en este lapso electoral), se libran bajo otra invocación: el pueblo. La masa convertida en el inatacable motivo, la causa ideal, la inspiración precisa, infalible, más allá de lo divino.
Los cruzados, quienes en muchos casos no sentían para nada el resplandor de la fe sino la atracción del oro refulgente, se fueron a los Santos Lugares. Muy pocos de ellos lograron fama y fortuna y miles perecieron bajo el filo de la cimitarra infiel. ¿Por qué?
Porque al fanatismo de los invadidos se rebeló contra el fanatismo de los invasores.
El Papa decía:
“…Todos aquellos que mueran por el camino, ya sea por mar o por tierra o en batalla contra los paganos, serán absueltos de todos sus pecados. Eso se los garantizo por medio del poder con el que Dios me ha investido…”
Y el Corán replicaba:
“…Hemos hecho descender la Advertencia y somos sus guardianes… hacemos vivir y hacemos morir; nosotros sólo lo heredamos todo…”
Hoy en México, con la escena política y social ocupada plenamente por un movimiento político cuya falta de ideología se sustituye por una permanente invocación de la difusa entidad llamada “pueblo”, la guerra del presidente de la República contra todos y contra todos aquellos distintos de su confuso y mudable pensamiento, donde a veces se critican cosas antes alabadas, tiene todo el sentido den una cruzada.
No como sinónimo de empeño idealizado, sino de conquista espiritual de territorios ocupados por infieles, neoliberales o corruptos. La corrupción, para este movimiento no es una conducta; es una malformación, un tumor, cuyos rastros se deben erradicar con la fuerza de un ángel con espada de fuego en las puertas del paraíso, aunque el edén no exista ni dentro ni fuera del dintel de ese cielo inexistente y por tanto desconocido e imposible.
El reino del pueblo; el reino de Dios.
La condena moral desde la atalaya del monopolio ético, tan pregonado como para dudar de su sinceridad, tan recurrente como para volverse sospechoso, permite todo. Cualquier cosa es posible, todo es limpio: manipular las leyes, las reglas, los ordenamientos; amenazar, perseguir, acosar a los tribunales y los institutos constitucionales. Todo es justo porque todo tiene una sola finalidad: transformar, cambiar, redimir.
Por eso estos discursos no son motivo siquiera de cautela:
“Yo quiero expresar que considero un exceso lo que aprobaron el día de ayer los magistrados del Tribunal Electoral. Es un golpe a la democracia, a la incipiente democracia mexicana.
“No es posible, no tiene justificación alguna el que por no comprobar supuestamente un gasto de precampaña -en un caso, de 14 mil pesos,en lo que corresponde al candidato de Michoacán, y de 19 mil pesos que se le atribuye no comprobó el precandidato de Guerrero- se les cancele su registro para participar. Eso no tiene ninguna justificación, repito, se me hace excesivo y además antidemocrático.
“Por eso hablo de que fue un golpe a la democracia, porque la democracia es el respetar la voluntad del pueblo. En la democracia es el pueblo el que decide, es el pueblo el que manda. “Demos” es pueblo, “kratos” es poder, es poder del pueblo.
En este, como en otros casos, no se tomó en cuenta la voluntad del pueblo, se descalificó y se le afectó a los ciudadanos, se les quitó un derecho a elegir, un derecho fundamental, un derecho democrático. Tanto los consejeros del INE como los magistrados del tribunal actuaron de manera antidemocrática. Y esto se explica porque estos organismos, como otros, vienen del antiguo régimen, del antiguo régimen antidemocrático.
“A pesar de este agravio, yo invito a todos los ciudadanos de Guerrero y de Michoacán a seguir adelante, a seguir participando, a no desmoralizarse, porque estos golpes llevan también ese propósito de desmoralizarnos, desanimarnos. No, hay que echarse para adelante”.
“La libertad no se implora, se conquista y se tiene que hacer valer la voluntad y los sentimientos del pueblo, en Guerrero y en Michoacán.
“Debe también, lo subrayo, respetarse el veredicto, la sentencia, porque tenemos nosotros que apostar a la democracia y un acto como el de ayer, arbitrario, lleva un componente adicional: es un acto de provocación y lo que quieren es subvertir el orden legal, la paz, la tranquilidad…”
–¿Cuándo una sentencia judicial se convierte en asonada, pérdida de la tranquilidad o subversiònn del orden legal? Cuando su resolución no es de mi agrado o de mi capricho. Entonces. No antes; no después.
¿No es esta llamarada (no llamada) en contra del tribunal y los magistrados, una subversión del orden legal, de alguien en cuyo credo pesa más la justicia y menos la ley?
¿Y estos ataques directos son parte de un genuino pacifismo?
“–¿Cómo es posible que de manera antidemocrática se decida arriba lo que le corresponde decidir al pueblo? En la democracia es el pueblo el que decide y a los mexicanos no les gusta -sean del partido que sean, estén de acuerdo o no con un candidato, vayan a votar por él o no vayan a votar por él- no les gusta que los descalifiquen antes de una contienda y más cuando no existen elementos, porque ni siquiera en este caso, de acuerdo al informe que tengo, hubo precampañas…
“…¿Qué? ¿No eran los mismos o algunos de los que estaban cuando la elección del 12?
“Que no se me va a olvidar, porque presentamos nosotros denuncia de que el candidato del PRI en ese entonces, el licenciado Peña Nieto, había rebasado el tope de campaña con mucho, y actualmente, es cosa de que vayan a algunos estados.
“Bueno, ¿qué resolvieron entonces?
“Que en la campaña de ese partido y de ese candidato no había rebasado el tope, que quienes habíamos rebasado el tope de campaña habíamos sido nosotros. Así.
“¿Qué sucede?
“Pasa el tiempo y ahora con los escándalos de corrupción en Pemex durante ese gobierno, se da a conocer que se recibían sobornos de empresas extranjeras que se usaban para esa campaña de ese partido y de ese candidato.
“A ver qué van a decir ahora los seudodemócratas, intelectuales orgánicos, sobre este asunto. ¿Van a salir, como era antes a decir que la ley es la ley, la ley es la ley? Cuando dicen: ‘La ley es la ley’, me volteo y ando buscando al tonto que se los crea…”
Pero las facultades omnímodas, la condición plenipotenciaria del presidencialismo mexicano permite eso y más. Por eso, mientras el Movimiento de Regeneración Nacional afina los peores recursos del nepotismo, en el caso de Guerrero (Evelyn Salgado) y el pobrediabilsmo en el caso de Michoacán (Alfredo Ramírez), la ley se prerara para un a nueva burla.
Designar un monigote o una marioneta cuya docilidad lo haga renunciar y se pueda votar por el candidato original, como el pueblo quiere, como el pueblo ya ha decidido no por las luces del entendimiento sino de la catequesis, en la única iglesia cuyo cepo no es para depositar el óbolo, sino para recibir migajas disfrazadas de “programa social”.
Pero contra esta nueva roca no podrán las puertas del infierno.
Mucho menos las murmuraciones de los diplomáticos.
El nuncio papal, Monseñor Copola, se pasea por la Tierra Caliente michoacana, bajo el rayo del sol, con ropas talares, solideo y faja roja con un terrible diagóstico político en los labios: cuando no hay Estado; hay delincuencia organizada, frase del todo parecida a la del Comando Norte del Pentágono de Estados Unidos o el ex embajador Landau, quien diagnostica ya sin la obligada prudencia del diplomático en funciones: el gobierno de México ha sido tolerante,omiso y condescendiente con los cárteles de la droga y se ha empantanado en su propio Vietnam.
Por eso ya perdió control sobre 40 por ciento del territorio de ese (este) país.