El pasado jueves 20 de julio se instaló el Comité de Gobernanza para el Desarrollo Sustentable de la UTEQ. Y llama la atención porque es el primero en su tipo y segundo, porque hoy en día es urgente abordar este tema para resolver la problemática ambiental.
Primeramente, diremos que la gobernanza en general parte del supuesto básico de las interacciones entre los distintos actores políticos, y entre sus intereses, que es a lo que se refiere la gobernanza, pero también reflejan la calidad de un régimen político, e impactan la calidad de vida del sistema como un todo y de los individuos que lo conforman.
La mayoría de quienes utilizan el concepto, se refieren a formas de tomar decisiones, pero no todos coinciden en cómo son o deben ser estas formas. Aunque predomina hoy en día una perspectiva policéntrica (sobre la gobernanza), con foco en otros actores del sistema.
La Gobernanza con perspectiva policéntrica es un concepto que se refiere básicamente a un proceso que envuelve al Estado, la Sociedad Civil y el sector privado; sin embargo, hay importantes diferencias en los roles atribuidos a cada uno de estos actores.
Es claro que la gobernanza implica: una participación incluyente; una forma de acceso a la toma de decisiones y; una corresponsabilidad de los actores. En este sentido, las relaciones entre los diferentes actores, dentro de la dinámica de cambio, definen nuevas formas de gobernanza.
Entonces tenemos que la gobernanza trata de la realización de relaciones políticas entre diversos actores involucrados en el proceso de decidir, ejecutar y evaluar decisiones sobre asuntos de interés público, proceso que puede ser caracterizado como un juego de poder, en el cual, competencia y cooperación, coexisten como reglas posibles; y que incluye instituciones tanto formales como informales. La forma e interacción entre los diversos actores refleja la calidad del sistema y afecta a cada uno de sus componentes, así como al sistema como totalidad.
La Gobernanza implica tres elementos a saber, el Capital Social, que lo definimos como el potencial de identificación, decisión y realización de acciones colectivas. Un grupo o comunidad con alta capacidad para actuar como un sistema coherente y cohesivo, y será sin duda un mejor actor-interlocutor, en las relaciones de gobernanza; por otra parte está la gobernabilidad que no es lo mismo que gobernanza pues la Gobernabilidad se refiere originalmente a la capacidad del gobierno para cumplir sus funciones, así como para ejercer su autoridad y controlar las acciones de sus gobernados; y por último esta el Gobierno, el cual se refiere básicamente a las organizaciones y/o instituciones a cargo de garantizar que, las decisiones relacionadas con asuntos públicos cuenten con los medios necesarios para ser realizadas en forma exitosa, y que estas decisiones reflejen cierto equilibrio de intereses.
Ahora abordemos la Gobernanza Ambiental, en un escenario cuando se hace con fines justos (a diferencia de los modelos de gobernanza totalitarios, autoritarios o fascistas), la cual se enfoca en las relaciones fundamentales necesarias para la armonía, para la estabilidad, para la seguridad sustentable: armonía entre individuos que conviven con otros individuos, y armonía entre sociedades que conviven con otras sociedades. Algunos estudiosos recientes han extendido este requisito previo, o incluso este objetivo, a las relaciones armoniosas de toda la comunidad de vida (por ejemplo, el programa de la ONU de Armonía con la Naturaleza). El reconocimiento y respeto a estas relaciones, y las reglas que rigen estas relaciones —o al menos intentar regirlas— proporcionan seguridad y estabilidad para las personas, los estados y la comunidad global.
La gobernanza ambiental podemos referirla a los procesos de toma de decisiones en relación con bienes públicos en los que intervienen el Estado, las empresas y la sociedad civil, que tienen que ver con el establecimiento de marcos regulatorios para la conservación, los limites y las restricciones sobre el uso de los recursos naturales y los ecosistemas. Este enfoque se basa en la idea de que la gestión de los servicios ecosistémicos es ya no función exclusiva del Estado, sino también de los actores interesados que ejercen un control, propiedad y hacen uso de ellos.
Se considera así, que la gobernanza ambiental es un proceso que implica la cooperación, la acción colectiva y la voluntad de muchos actores públicos y privados para alcanzar propósitos comunes que encaminen los esfuerzos hacia el uso sustentable de los recursos naturales.
En esta medida, la gobernanza ambiental es el “espacio” social-institucional donde se construyen las leyes, las políticas y los procedimientos formales en torno al aprovechamiento de los recursos naturales, por tanto, se relaciona con quiénes y cómo se toman las decisiones y con las características de los vínculos que facilitan la cooperación y coordinación de quienes participan en estas acciones.
Hoy en día la gobernanza ambiental apuesta por la transformación institucional como la emergencia de nuevos actores sociales capaces de generar formas alternativas de participación en la toma de decisiones y de intervención sobre los recursos del territorio, es decir, se propone una transformación en la forma de dirigir el desarrollo —alejado del control jerárquico y la centralidad del Estado—, caracterizado por un mayor grado de cooperación e interacción entre los actores públicos, privados y sociales.
La transformación institucional se encuentra estrechamente ligada a procesos como la gobernanza, entendida no solo como un cambio en el sentido del gobierno sino como un proceso de participación que surge de “abajo hacia arriba”, en el cual intervienen los gobiernos en sus distintos niveles, pero también otras partes interesadas que pertenecen a la sociedad civil. En este sentido, la gobernanza es un elemento esencial de transformación institucional para el desarrollo, sobre todo, en aquellos territorios donde la gestión de los recursos se hace más compleja a medida que convergen diversos actores sociales y se combinan la propiedad estatal, la propiedad común y la propiedad privada de la tierra (un ejemplo de lo anterior son las Áreas Naturales Protegidas anp en el país).
En la actualidad, a pesar de que exista conciencia del grave problema de contaminación, y/o degradación de la atmósfera, ecosistemas, biodiversidad, océanos, tierras agrícolas, acuíferos y otros, la ciudadanía no encuentra como revertir esa situación, ni como incidir en la toma decisiones para presionar al gobierno y a las empresas, a pesar de que se han creado figuras como “Gobierno Abierto”, en planeación ”De abajo hacia Arriba”, “Consulta Pública”, “Observatorios Ciudadanos” y otros más.
Para alcanzar una distribución equitativa y fortalecer los procesos de gobernanza ambiental, es necesario construir consensos entre los diversos grupos interesados sobre aspectos como los usos de los diversos recursos del ecosistema, su distribución y el financiamiento para la gestión.
Es importante considerar en la construcción de la gobernanza ambiental la cuestión financiera ya que cualquier acción o proyecto tendrá un costo y, para ello, es recomendable la creación de un Fondo Ambiental en coadministración (Ciudadanía-Gobierno-Empresas) y con aportaciones abiertas, a fin de darle certeza a la ejecución de lo que se acuerde.
En cuanto a los usos diversos del ecosistema y su distribución también es recomendable establecer una jerarquización de ellos, pues el financiamiento será limitado y no alcanzará para todo lo que se enliste.
Y por último, bajo el anterior esquema, hay que considerar la preparación y emisión de un Informe Anual que contemple la evaluación de las acciones y proyectos con respecto a los objetivos estratégicos que se hayan acordado.
Visto en su conjunto, la Gobernanza Ambiental, que se basa en un enfoque policéntrico e interdependiente de las relaciones entre los diversos actores, siempre estará cambiante, para así poder responder a los contextos y problemática principal.