En mi columna anterior hice hincapié que en el primer debate de los candidatos a la presidencia de la República, Claudia Sheinbaum se haya referido a sus logros como Jefa de Gobierno, pero omitió los de Amlo y su cuarta transformación, lo cual causó enojo y frustración del presidente. Sin duda, un golpe al autócrata narcisista que se ha devorado todos los fideicomisos. Y como los recursos se agotan, ahora echa manos de los Afores, ese sistema de ahorro de los trabajadores, so pretexto de que al arrebatarlos a los administradores particulares y gestionarlo directamente el gobierno mejorará las pensiones. Todo parece razonable, pero conociendo a López Obrador, tan mentiroso, caben las dudas y las preguntas. ¿Por qué ahora en la proximidad de las elecciones? Las circunstancias son todo. ¿Por qué no lo hizo en otro momento? Permitiendo que los particulares, entre otros bancos, especularan con esos ahorros. Todo el mundo, por así decirlo, sus antecesores mordisquearon esos ahorros. Y no se diga los bancos.
Un amigo me decía con razón: detrás de un banquero, se esconde un ladrón. Y sólo deseo que esta confiscación sea para bien y que si algún trabajador pretende rescatar su cuenta, no se someta a farragosos trámites burocráticos y que la nueva ley respete su decisión que elevará su calidad de vida. Pienso, sobre todo, en los adultos mayores que viven en la indefensión con pensiones miserables y que han entregado sus vidas a servir a México, un país que se desangra por la violencia y la inseguridad.