La notica es, que hoy la violencia ejercida contra las mujeres es noticia. ¿Cuál fue el factor que marcó la diferencia para que el caso de Debanhi llamara la atención en todo el país y con ello presionar a la policía a incorporarse en la búsqueda que ya realizaban sus padres?, una fotografía fue la diferencia, una que hoy es ícono del riesgo cotidiano que corren las mujeres, una que la muestra sola, indefensa en medio de la noche y en despoblado. Una fotografía que evidencia que para que las autoridades policiacas de todos los niveles, crean y atiendan a un llamado, a una señal de auxilio, sea de robo, lesiones, extravío de un menor, de secuestro o desaparición de niños, jóvenes o adultos, hombres o mujeres, los demandantes deben demostrarlo fehacientemente, es decir, con una foto para acreditar que no se fue por su voluntad, argumento favorito de la policía para no investigar; que la mujer no andaba con falda corta o escote o blusa de lentejuelas llamativas o zapatos de tacón de aguja, porque en ese caso dirán que ella se la buscó, igual que dirán para justificar cuando se trate de un joven, que traía tatuajes o los cabellos parados. Este caso deja la certeza de la falta de credibilidad, de empatía y de disposición del sistema de seguridad hacia los ciudadanos, quienes ante una desgracia de esa naturaleza, su primera tarea será convencer a la policía y rogar su apoyo.
La violencia hacia las mujeres en nuestra cultura es de siempre, la diferencia es que antes no era noticia sino costumbre, a la que menos mal le fue, mínimo le dieron algunas cachetadas, pero la violencia infringida a las mujeres les llevó a que las internaran desde, en el convento hasta en el manicomio, que les casaran con quienes los padres elegían, que se vistieran o peinaran o cortarán el pelo al antojo paterno, que sufrieran golpes e insultos constantes, esto y más y cuesta decirlo y aceptarlo, pero casi en todos los casos bajo la mirada, silencio, aceptación y a veces hasta colaboración de la mamá, otra mujer que por haber vivido lo mismo, lo repetía.
El campo laboral para las mujeres también se restringía al que pareciera “decente”, como era ser maestras, secretarias, estilistas, cajeras de banco, telefonistas y señorita de la mesita en la parroquia. Estas limitaciones eran otra forma de castigo por ser mujer. Hoy, poco a poco se va rompiendo la barrera discriminatoria que genera violencia, pero todavía es común ver que en las oficinas de gobiernos estatales y municipales prefieren a las rubias sobre las morenas, a las altas que a las bajitas, a las que tienen posibilidad de vestir mejor aunque sea endeudándose y también para marcar esta diferencia colaboran otras mujeres, igual que son mujeres las que maltratan o humillan o les ponen el pie para dificultarles el camino a “sus” sirvientas, a “sus” empleadas, a “sus” alumnas, a “sus” hijas, es decir, el huevo de la serpiente de la violencia se incuba en los hogares, en las escuelas, en los espacios laborales, la que ejercen las mujeres contra mujeres y hombres es más silenciosa y la que ejercen los hombres es más evidente por brutal.
Reparar la estructura social, mil veces rota por el patriarcado, por el matriarcado, por la ignorancia, por el desprecio por la vida y el odio, es tarea que se debe emprender cuanto antes en todos los frentes sociales, mientras, la atención y seguimiento policiaco y la administración de justicia deben actuar enseguida; si de alguien se ignora su paradero, búsquenle, si alguien está amenazado, protéjanle, si alguien requiere demandar, acusar, dejar constancia, atiéndanle rápido y sin esperar la fotografía. Las consecuencias Al tiempo.