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La fecha de la fundación del pueblo de Querétaro, un tema no resuelto

494 Aniversario de la fundación de Querétaro

por Lauro Jimenez
25 julio, 2025
en aQROpolis, Destacados
La fecha de la fundación del pueblo de Querétaro, un tema no resuelto
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Sin dejar de lado la fecha del 25 de julio de 1531 como la de la fundación del pueblo de indios de Querétaro, producto de la versión tradicional que al inicio del siglo XVIII se originó en las crónicas franciscanas que hablan de la batalla mítica que en el cerro del Sangremal enfrentó a las tropas comandadas por cabecillas otomíes de la provincia de Xilotepeque con los indios chichimecas pames que poblaban la región, la cual forma parte del imaginario colectivo, es preciso recurrir a las investigaciones realizadas por los especialistas en las últimas décadas para conocer los datos que aportan las fuentes primarias sobre el arribo de los otomíes a La Cañada y su posterior traslado al nuevo sitio.

La versión más antigua de tal suceso y la más directa ya que fue testigo de ello, es la del mismo Conni -bautizado como Hernando de Tapia-, quien fue interrogado en 1566 acerca de la fundación del pueblo de Querétaro, como parte del amplio proceso judicial (1542-1585) que promovieron ante la Real Audiencia el Arzobispado de México y el Obispado de Michoacán -llamado Pleito Grande-, sobre los derechos de los diezmos y la autoridad eclesiástica de Querétaro y sus pueblos y estancias sujetos, que al final se otorgaron a México. Tapia expuso que tras salir del  pueblo de Santa María Nopala -de donde era nativo-, sujeto a la cabecera de Xilotepeque

[…] fue a la parte donde al presente esta fundado el dicho pueblo de Queretaro y estando en las sierras junto al dicho pueblo […] pobladas  de gran cantidad de gentes chichimecas este testigo los llamo y binyeron a el y los comenco con alagos […] y los junto y ffundo el dicho pueblo llamado Queretaro […] y se comenco de hazer una buena poblazon y […] les dixo que se queria estar y vivir con ellos y sacar agua y senbrar algodón y tecomates y mahiz y frisoles […] y este testigo estubo en el dicho pueblo de Queretaro con ellos zinco años sin que los españoles supiesen del dicho pueblo ny poblazon […] (Jiménez, 2014: 17-18).

Al respecto, el escribano Francisco Ramos de Cárdenas en su Informe de 1582, mejor conocido como Relación de Querétaro, narra:

Viendo el indio Conni q[ue] los españoles se iban apoderando de la tierra y que ya tenían conquistada su prov[inci]a, acordó de retira[r]se a la tierra de los chichimecas con quien contrataba, y, para esto, convocó [a] siete hermanos y hermanas que tenía, y ]a] otros deudos y amigos, hasta en cantidad de treinta indios, con sus mujeres e hijos, e hizo asiento en unas cuevas que están en una cañada por do corre un arroyo de agua, [a] media legua de do está ahora poblado el pu[ebl]o de Querétaro […] (Acuña, 1987: 218).

Blasón del cacique Fernando de Tapia. Realizado a finales del siglo XIX, conforme al texto del cronista franciscano del siglo XVII fray Alonso de la Rea, a iniciativa de Valentín F. Frias, con trazos de su hermano Francisco, que era hábil dibujante.
Foto: Especial

Nótese que Ramos de Cárdenas no le da al sitio el nombre de Tlachco ni lo nombra pueblo, como sí lo hacen los documentos ya citados anteriores a la Relación de Querétaro, que recogen testimoniales coincidentes de numerosos testigos. Solo habla de una cañada por donde corre un arroyo de agua, es decir hace referencia a la cañada como el espacio físico que hoy se puede delimitar entre los pueblos de La Cañada y Cayetano Rubio (Hércules). Todavía más, los multicitados documentos del siglo XVI tampoco hablan del pueblo de La Cañada, cuya nominación debió surgir a finales del siglo XVII o principios de la siguiente centuria, pues, incluso Sigüenza y Góngora (1985: 54) en sus Glorias de Querétaro (1680) solo apunta que cuando los otomíes se retiraron “[…] hacia los confines fragosos de los chichimecas”, capitaneados por “Conín, mercader rico, y escogió por asiento el Pueblo de Querétaro […]”

Con respecto al número de hermanos que vinieron con Conni, después bautizado como Hernando o Fernando de Tapia, la ya mencionada Relación del cacique chichimeca de Tlachco-Querétaro, publicada por José Antonio Cruz (1997: 42), los indios chichimecas Alonso Poalcin, señor de los pueblos de Cincoque (Apapátaro) y Querétaro, Juan Yatlapal, Juan Coyotl y Domingo Cocuma, principales de ambos pueblos, expusieron en el pleito que entablaron con los caciques de Xilotepec en 1554 que

[…] el dicho don Hernando, que ahora se dice y nombra gobernador del dicho pueblo de Querétaro, con otros dos hermanos suyos, naturales de la estancia de Nopala, sujeta al dicho pueblo de Xilotepeque, se vinieron a vivir y morar con ellos, podrá haber veinte y cuatro años, los cuales, trajeron al dicho pueblo para vivir en él, muchos indios otomíes, y teniéndolos juntos por fuerza y tiránicamente, contra voluntad de los vecinos chichimecas que estaban en el dicho pueblo, […] y teniendo debajo de su dominio a todos los demás principales y macehuales de él, les tomaron y ocuparon el dicho pueblo y todas sus tierras y términos de él […]

Del testimonio que ofrecen los principales de los pueblos de Tlachco-Querétaro y Cincoque-Apapátaro en el documento estudiado por Somohano, resulta que Conni llegó con sus parientes y amigos hacia 1530 a las cuevas de la cañada, ubicada en el antiguo pueblo de Tlachco, a media legua al oriente del lugar donde se fundó el pueblo colonial de Querétaro, sobre las faldas del cerro del Sangremal. Teniendo en cuenta la versión que por el propio Fernando de Tapia ofrece al declarar en el proceso del Pleito Grande y situar su arribo hacia 1526 al sitio original, ambas fechas quedan enmarcadas en el periodo que David Wright llama la primera “fundación” de Querétaro luego de la conquista: probablemente entre 1521 y 1538, que fue el establecimiento de un asentamiento clandestino.

Folio 34 recto del Códice de Huichapan.

En un simposio que se realizó en Querétaro (1978), Wigberto Jiménez Moreno dijo sobre la también fundación mítica del pueblo de San Juan del Río el 24 de junio de 1531: “[…] creo que tenemos que hacer más caso al Códice Otomí de Huichapan […], en ese códice se dice claramente que fue en el año de 1526 y es más lógico que estando más al sur San Juan del Río que Querétaro se fundara antes […]” Tres años después, Rafael Ayala Echávarri (1981), alude dicho códice, elaborado en San Mateo Huichapan; pero no hace ningún apunte sobre el folio 68 del escrito de finales del siglo XVI, donde viene la anotación AEndehe cen s[a]n iuan -que al parecer se refiere a San Juan del Río, Querétaro-, la cual aparece en la parte superior de los glifos relativos a los años 1525 y 1526.

David Wright (2005) dice que la mayor parte de los registros del Códice de Huichapan refieren sucesos de dicho pueblo, aunque nombra otros como Querétaro, San Juan del Río, Tecozautla, Jilotepec, Chapa de Mota y la ciudad de México. El folio 34 recto contiene el texto AEndehe cen s[a]n iuan. Al respecto, Wright señala: “[…] El pueblo glosado como Andehe, visto en el contexto de geografía política, puede ser San José Atlan, ubicado a pocos kilómetros de Huichapan hacia el sudoeste, o bien San Juan del Río, en el estado de Querétaro, que hacia mediados del siglo XVI estaba incluido en la encomienda de Jilotepec […]”

Es decir, hay coincidencia en lo declarado por el propio Hernando de Tapia en el Pleito Grande y lo que contiene el Códice de Huichapan respecto a la presencia temprana de Conni y los otomíes en la región queretana: 1526. El manejo de otra fecha anterior a la que expone el protagonista mismo de la fundación del pueblo de Querétaro es un despropósito -por decir lo menos-, distorsiona la realidad de los hechos que presentan las fuentes primarias y causa confusión, pues no tiene soporte en ningún documento oficial expedido por el gobierno virreinal. Por lo que resulta pertinente aclarar la cuestión.

Valentín F. Frías (1921), en su opúsculo titulado Conin. El ilustre indio Don Fernando de Tapia…, narra que Tapia organizó en Jilotepec un ejército, dirigido por Nicolás de San Luis Montañez como capitán general, que puso a disposición del rey. “El 22 de Junio de 1521 salió de Jilotepec el ejército conquistador, llegando a San Juan del Río, el 24 […]” Allí permaneció un mes y el 23 de julio salió rumbo a Querétaro; pernoctó cerca de la hoy hacienda de El Colorado y de ahí mandó “unos emisarios que fueran a conferenciar con Don Juan Criado”, que era el cacique principal de las tribus chichimecas aquí asentadas; al día siguiente regresaron con los delegados de Don Juan, quienes aceptaron de buen grado la oferta de Fernando de someterse a la Corona de Castilla, mediante “un combate con ellos a brazo partido y a patadas, puñetes y mordidas”, que se verificaría  al día siguiente en la loma del Sangremal.

Frías relata así el suceso ocurrido el 25 de julio de 1521: “Al grito de ¡¡ Santiago !! dado por Don Fernando de Tapia, se trabó el combate a brazo partido; y después de once horas de combate, los chichimecas pidieron la paz, con cuyo acto quedó este pueblo sujeto a los dominios del Rey”. Al siguiente día, Tapia mandó hacer una enramada en la misma loma del Sangremal, donde celebró la primera misa el religioso Rengel que venía con los conquistadores; enseguida, multitud de bárbaros pidieron el bautismo.

El anterior relato lo tomó Frías de lo escrito por el cronista franciscano Isidro Félix de Espinosa en su Chrónica Apostólica y seráphica de todos los colegios de Propaganda Fide, publicada en 1746, donde plasmó su versión de la conquista del pueblo de Querétaro basado en el hallazgo que hizo en 1740 de un legajo del convento de Santa Clara de Jesús de la ciudad de Querétaro, donde adjudica el honor de primer conquistador y pacificador de Querétaro a Fernando de Tapia.

Fray Sebastián de Aparicio.

Años después, fray Pablo de la Purísima Concepción Beaumont refutó terminantemente al propio Espinosa; en su Crónica de la Provincia de los Santos Apóstoles San Pedro y San Pablo de Michoacán, escrita hacia 1770.  En el Tomo IV de ésta, escribió:

[…] Conviene repasar aquí en la memoria lo que por constante averiguación de sucesos relato en esta Crónica desde el año de 1522 hasta el de 1528, y se verá claramente que no pudo principiarse la conquista y pacificación de Querétaro por el año de 1522, como lo expresa la relación de los indios, pues el Cacique Don Nicolás de San Luis Montañez, que nos dejó una Memoria firmada de su puño para que no se borraran con el tiempo sus importantes servicios, habla en ella como catequizado y bautizado; lo que no podría hacer tan luego á los principios por la inopia de ministros, y tan solamente cabe su posibilidad por los años de 1528, en que se hallaba la Audiencia en México renovada de sujetos ejemplares y doctos, siendo presidente Don Sebastian Ramirez de Fuenleal […] (Beaumont, 1874).

Este cronista aclara que luego de la conquista de Tenochtitlán, capital del imperio mexicano, Cortés envió a sus capitanes para allanar los pueblos y naciones del gran imperio y una de las primeras provincias que pacificó fue la de Jilotepec; “algunos otomites, horrorizados de las armas españolas”, que se refugiaron en las sierras e inmediaciones de Querétaro, “haciendo liga con los chichimecas”, llegaran a Querétaro, San Juan del Río y Sichú, años después de ganar la ciudad de Tenochtitlan, ocurrida el 13 de agosto de 1521; al siguiente año descubrieron el reino de Michoacán y en 1524 llegaron a México los doce primeros franciscanos.

Fray Pablo de la Purísima Concepción Beaumont copió gran parte de la Relación del cacique Nicolás de San Luis, que dice así: “En un año fundamos y poblamos á  este pueblo de Santiago de Querétaro, el dia del señor Santiago apóstol, que fué dia domingo, á 25 del mes de julio del año de 1522: se fundó y pobló este pueblo de congregaciones de naturales. Sobre lo que la Relación dice que al salir de Jilotepec los otomíes encabezados por Tapia y Montañez para conquistar y pacificar a los chichimecas “solicitaron licencia del primer Virey de la Nueva España D. Antonio de Mendoza”, Beaumont precisa:

[…] Se sabe que el primer Virey Don Antonio de Mendoza no comenzó á gobernar la Nueva España sino por el año de 1535, y así, arreglándonos a la misma relación del Cacique D. Nicolás de San Luis, no podía conseguir la licencia de este señor Virey para hacer entradas en las tierras de los chichimecos por el año de 1522, en el que se asegura que á 25 de Julio se conquistó y pacificó el sitio que hoy es ciudad de Querétaro, porque en este tiempo no gobernaba el Sr. Mendoza” (Beaumont, 1874).

En conclusión: resulta imposible que la fundación de los pueblos de San Juan del Río y Querétaro ocurriera en junio y julio de 1521, respectivamente, o bien en 1522, pues la caída de Tenochtitlán sucedió el 13 de agosto de 1521; es decir, la Corona española no había implantado aún su gobierno y, por tanto, los indios no conocían todavía la existencia de un rey. El 9 de diciembre de 1528 se instaló la primera Audiencia Real, bajo la presidencia de Sebastián Ramírez de Fuenleal y el virreinato de Nueva España se creó el 8 de marzo de 1535. Así que ninguna autoridad virreinal pudo autorizar a Tapia y Montañez para que vinieran a conquistar y pacificar a los chichimecas.

Así que el punto es ¿cuándo se fundó el pueblo colonial de Querétaro? Conforme a la información que aportan las fuentes primarias antes descritas, podemos resumir que en 1526 inició el poblamiento de la comarca queretana por los otomíes provenientes del antiguo Señorío de Jilotepec, mismo año en que comenzó a sentirse la presencia del español Juan Jaramillo, quien recibió la encomienda de Jilotepec en 1523. En los años inmediatos debió tener su origen el pueblo de indios de Querétaro al arribar Conni, con sus parientes y amigos otomíes al antiguo sitio prehispánico de Tlachco en la quebrada que luego tomó el nombre de La Cañada, habitada por chichimecas pames que vivían dispersos en los alrededores.

Entre 1531 y 1533, Nuño Beltrán de Guzmán envió desde Guadalajara a sus capitanes para que recorrieran las posesiones del reino de Nueva Galicia hasta Oxitipa -hoy Ciudad Valles-; a su paso por estas tierras, conquistaron los pueblos de Tlachco y Cincoque; nombró como nuevo encomendero a Hernán Pérez de Bocanegra, quien tomó posesión de ambos pueblos en 1534. Años después, éste trajo de Acámbaro indios tarascos y un fraile -que pudo ser fray Juan de San Miguel- a La Cañada, que bautizó a Conni como Fernando de Tapia y al resto de los indios otomíes y chichimecas que habían aceptado el llamado de vivir en el pueblo.

Sin embargo, a casi cinco siglos de distancia, la fecha de la fundación del pueblo de indios de Querétaro al iniciar el periodo colonial, es un enigma aún no resuelto. Si luego de permanecer varios años en Tlachco, cerca de 1531   Conni estuvo en el pueblo de San Miguel -como Wright asegura- y Pérez de Bocanegra llegó a La Cañada -llamada por los otomíes Andamaxei, “la gran cancha del juego de pelota”- después de 1534, en que recibió la encomienda de Tlachco y Cincoque, entonces pudiera parecer razonable la fecha del 27 de octubre de 1537 que contiene el “Testimonio de Cédula de Fundación de Querétaro”, que La Sombra de Arteaga, periódico oficial del estado, publicó originalmente en 1892.

En el escrito consta que luego de que se informó al virrey Antonio de Mendoza que los indios principales Nicolás de San Luis y Bartolomé Jiménez habían descubierto hacia la parte de los chichimecas un sitio muy hermoso en términos de la Provincia de Xilotepec; “por ser parte muy amena y cómoda, quieren asentar y plantar un lugar y pueblo con más de treinta familias de principales tequitatos de dicha provincia, para poblarlo con la advocación y nombre de Santiago de Crettaro, en la parte y lugar de un sitio que hace a las vertientes del río que viene de la Cañada […]” Mendoza, según la cédula que el rey Carlos I expedida en dicha fecha, otorgó a los indios principales licencia y facultad para asentar el pueblo de Santiago de Crettaro en el lugar señalado;

Para su aumento, les hizo merced de media legua de tierra -medida por cada viento desde la iglesia del monasterio que harán- para ejidos y dehesas, y edificar las Casas de Cabildo para el Ayuntamiento; en medio, dejarán sitio para la plaza y labrar sus casas en orden y en forma de policía, con calles y entradas libres y salidas en buena disposición y que “[…] gocen libremente de las aguas de el dicho Rio para sus aprovechamientos y granjerías, sin que ningún a persona […] se los impida ni emvarazen por ninguna manera, causa ni razón […]” y “[…] después que los dichos vecinos y sus moradores se haian aprovechado y regado sus labranzas y sementeras, dejen libremente la que les quedare que corra por su curso natural para disponer de ella a una voluntad a la persona que más convenga […]”

Wrigt (1989) no descarta que esta Cédula de Fundación sea auténtica, pero cuestiona el hecho de que Manuel Septién, al reproducirla en El Heraldo de Navidad 1980-1981, no indicara su ubicación ni quién hizo la versión paleográfica. Al respecto, Jiménez Gómez (2014:) es categórico al señalar que no hay una fecha precisa para la fundación del pueblo, ya que dentro del largo proceso judicial que abarcó el Pleito Grande (1531-1585) no se hizo a los testigos ninguna pregunta en busca de ese dato, por lo que no se puede fijar el día, mes o año en que se materializó la fundación. Aunque no descarta la posibilidad de que en el devenir del tiempo hubiera un momento en el cual se realizaron actos materiales, concretos, como el trazo del nuevo sitio, el inicio de la edificación de una casa o choza, o la cimentación de las casas reales.

Con el traslado del pueblo al sitio actual, inicia la colonización española

Wigberto Jiménez dice que la fundación del pueblo de Querétaro se realizó en 1538 en Carretas, un lugar cenagoso en el que luego existió la hacienda de ese nombre, con base en el contenido de la Cédula de Fundación; varios autores señalan ésta como “la segunda fundación”, luego de la primera ocurrida en La Cañada, donde los tarascos que trajo Pérez de Bocanegra dieron al pueblo el nombre de Querétaro. Sin embargo, hay discrepancia en cuanto a la fecha de “la segunda fundación”. Beaumont corrige esta fecha e indica que “varió de sitio por los años de 1548”, con motivo de la entrada a las minas de Zacatecas de fray Sebastián de Aparicio, introductor de los ricos metales en carros.

En efecto, el 8 de septiembre de 1546 el vasco Juan de Tolosa, al frente de una mínima fuerza de españoles y auxiliares indígenas, descubrió las minas de plata de Zacatecas; lo siguió en la empresa Baltazar Temiño de Bañuelos el 20 de enero de 1548 -fecha que se acepta como la de la fundación de aquella ciudad-. Tolosa y Temiño, junto con Cristóbal de Oñate y Diego de Ibarra, son reconocidos como los fundadores de Zacatecas. El hallazgo de las ricas minas pronto hizo famosa a esta villa y atrajo un movimiento inusual de colonos. La creciente importancia de las minas, requirió que se abriera una ruta que comunicara a Zacatecas con la ciudad de México. La vía recorría el centro del territorio de Nueva España y se llamó oficialmente Camino Real de la Tierra Adentro; aunque usualmente se le nombraba como camino México-Zacatecas o Camino de la Plata, pues su primer tramo llegó a Zacatecas (Powell, 1980).

De acuerdo con Aurelio de los Reyes (1991), el camino apropiado para el tránsito de carretas cargadas con toneladas de plata, se debió construir entre 1549 y 1551. Powell afirma que el camino se comenzó a usar en 1551. Según Bakewell, el Camino Real de Tierra Adentro se abrió entre 1550 y 1555 y los primeros pasos los supervisó el virrey Antonio de Mendoza. Por ello, el inicio de la construcción resulta incierto. Es decir, para 1550 el camino a Zacatecas apenas se había descubierto; por lo que ese mismo año el virrey Mendoza instruyó a su sucesor para que abriera caminos y pudieran transitar por ellos las recuas. Por lo que el inicio del camino de la ciudad de México a Zacatecas bien puede corresponder al periodo que esboza Bakewell: 1550-1555; requirió varios años por las dificultades del terreno y la distancia.

A decir de Jiménez (2015) antes del hallazgo de las minas de Zacatecas, ya había un camino real entre la ciudad de México y Querétaro, lo cual sitúa alrededor de 1531-1546. “Una variable que debe considerarse en este tema es que el trazo del camino varió y se diversificó de acuerdo con las necesidades del tráfico de personas y mercaderías”. Reconoce que tal punto es de difícil resolución, debido a los escasos datos que brindan las fuentes modernas. Las noticias más antiguas del camino real a su paso por el pueblo de Querétaro, así como de sus principales ramales, se hallan desperdigadas en las mercedes reales de tierras concedidas por el gobierno virreinal a los colonizadores españoles y a pocos indios, así como en las diligencias de toma de posesión, y en las primeras ventas que los mercedados hicieron de sus bienes a partir de la quinta década del siglo XVI.

Cuando se descubren las minas zacatecanas, la ruta que partía de la ciudad de México ya estaba bien definida hasta Querétaro. Había un tráfico regular de mercaderes, ganaderos, funcionarios y ganado por la provincia de Jilotepec. Cruzaba los pueblos de Cuautitlán, Tepeji, Jilotepec y San Juan del Río, donde había paradas. Entre Querétaro y la posterior fundación de San Felipe había dos caminos principales que iban a Zacatecas. Uno se dirigía al noroeste hacia San Miguel y luego a lo largo de la orilla oriental del río hasta San Felipe. El otro iba hacia el norte, a partir de Querétaro, pasaba al este del Paso de Nieto (donde se separaba una rama hacia San Miguel); luego volvía hacia el noroeste, a través del Paso de Jofre (cerca de lo que después sería San Luis de la Paz) y recorría los llanos llamados La Mohina, para unirse con el otro camino en cierto punto, entre el río de los Sauces y San Felipe.

En 1550, mientras el camino real México-Zacatecas avanzaba a través de los llamados “llanos de los Chichimecas”, los pueblos de Querétaro y San Miguel estaban en pleno auge debido al continuo tráfico y el comercio hacia las minas de Zacatecas; por ello, el gobierno virreinal otorgó en los siguientes años numerosas concesiones para establecer en las provincias de Jilotepec y Chichimecas posadas y ventas, para prevenir que los viajeros sufrieran daños a lo largo del camino. En los primeros años del auge argentífero del norte, gran parte del transporte por los nuevos caminos reales dependió de los activos y tradicionales tamemes; este sistema continuó el resto del siglo XVI, pese a las enérgicas prohibiciones del gobierno. De similar aunque creciente importancia fue la recua de mulas. El rápido crecimiento del comercio mediante convoyes de carretas fue de suma importancia para mineros, funcionarios y estancieros españoles de los nuevos poblados.

Somohano (2010) expone que en 1547 debieron iniciar los trámites para la refundación del pueblo en su lugar definitivo; al año siguiente, iniciaron los franciscanos la cimentación del convento de San Francisco. Con base en lo anterior, propone la “refundación de Querétaro como una promoción de los franciscanos asentados en la zona y que provenían de Acámbaro, en alianza con don Fernando de Tapia”; éste, luego de 1546, se convirtió en gobernador del pueblo de Querétaro. La reubicación de éste en su nuevo sitio, en la ladera oeste de la loma del Sangremal, con su traza urbana reticular y la construcción del convento franciscano, fue la tercera “fundación” y definitiva, posiblemente entre 1542 y 1550, según Wright (1996), sin que se haya encontrado el año preciso para tal hecho en las fuentes documentales primarias.

Sin embargo, una fecha alrededor de 1550 encaja bien en los procesos de desarrollo que dejaron huella en los documentos: en 1546 se descubrieron las minas de Zacatecas, en 1548 éstas ya producían plata y en 1550 estaba en construcción el camino México-Zacatecas, llamado luego Camino Real de Tierra Adentro. El camino pasaba justamente por el centro de la traza urbana del pueblo de Querétaro -realizada por Sánchez de Alanís-, enfrente del atrio bardeado del convento franciscano de Santiago.

Luego de que en su inicio constituyó un sencillo asentamiento en La Cañada, pronto Querétaro se convirtió en un próspero pueblo agrícola con una traza urbana reticular y un convento franciscano de cierta monumentalidad. Las casas de los indígenas estaban construidas con materiales vegetales o adobe, y eran de un solo piso. Hernando de Tapia repartió los solares en el pueblo y las tierras de cultivo en el valle. Apartó para él y sus familiares enormes extensiones de tierra. En el siglo XVI, la población del pueblo de Querétaro fue predominantemente otomí y chichimeca, con algunos nahuas y tarascos, así como una pequeña minoría española (Wright, 1989).

En la década de 1540 comenzó el arribo de colonos españoles, cuando la Corona inicia el reparto de mercedes de tierras en la región queretana. El virrey Antonio de Mendoza otorgó la primera merced de tierras en la región a Francisco de Alamilla el 22 de octubre de 1540, en un sitio cerca de San Juan del Río. Las mercedes más antiguas en la periferia del pueblo de Querétaro, fueron: en Amascala, para Pedro Vázquez (1543), Pedro Hernández (1546), Juan Alonso de Sosa (1549), Lope de Sosa (1552), Juan Rodríguez (1554) y Juan de Jaso (1554); en el camino de San Miguel de los Chichimecas, para Bartolomé Gómez (1550 y 1552) y Martín Jofre (1552), y en Jurica y La Solana, para Juan Sánchez de Alanís (1551) y Juan Rico (1551) (Jiménez, 1996 y 2003).

Al fundarse el pueblo en el valle, Fernando de Tapia creó una red de acequias para dotar de agua a la población y regar las labores agrícolas de los alrededores. A partir de entonces comenzaron a llegar colonos indígenas, especialmente otomíes de la provincia de Jilotepec y también se congregaron algunos grupos de chichimecas que habían vivido dispersos en la región (Wright, 1989), además de los tarascos que habían llegado años antes a La Cañada y algunos mexicanos. De esta manera, el pueblo de indios, con su nueva conformación, sería conocido con el nombre tarasco de Querétaro que prevalece hasta nuestros días; atrás quedó su nombre original en náhuatl: Tlachco.

Etiquetas: conquistafundacionOTOMÍESqueretaro

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