No hay duda, salvo en algunas personas, que el cambio climático es el reto principal que tenemos hoy como humanidad. Y dicha verdad, nos conduce a comprender que nuestro entorno está cambiando y nos va a cambiar totalmente.
Y a propósito de la reciente muerte de Edward O. Wilson, el padre de la biodiversidad y quien fue uno de principales los impulsores del concepto de “eusocialidad”, cualidad que une a los individuos en colectivos amplios que les trascienden, y que en etapas avanzadas consiguen un gran éxito ecológico. Pero también defiende la idea de “selección multinivel”, en la cual se da la selección grupal donde predomina la cooperación entre grupos y el altruismo individual, para llevar a dichos grupos a otro nivel.
Numerosas concepciones han aparecido para explicar la evolución. Pero la idea quedó en el ambiente: la competencia y la lucha, la exclusión e incluso la violencia fueron las claves para explicar lo que había sucedido desde las escalas más básicas hasta el surgimiento del Homo sapiens. La lucha por el mejor macho o la mejor hembra, por el cuidado de los críos, por el territorio, digamos.
Esta historia ha cambiado radicalmente en años recientes. El paradigma de la evolución, latu sensu, ya no es la selección en manera alguna. Antecedida por la obra de L. Margulis, específicamente la teoría de la endosimbiosis, la teoría más sólida a la fecha acerca de la vida y los sistemas vivos se funda en la importancia de la cooperación: cooperación, comensalismo, mutualismo. Esta es la eusocialidad.
La eusocialidad, considera el hecho de que la vida es una gran red de cooperación y ayuda mutua, y en la que la naturaleza se dota de la modularidad. Los sistemas vivos generan constantemente las condiciones de posibilidad de su propia existencia, y se hacen posibles con base en aprendizaje mutuo y cooperación recíproca.
¿Pero cual es la relación entre cambio climático y la eusociabilidad?, pues bien, desde hace mas de una década se ha insistido hasta el cansancio, que debemos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero; se han firmado acuerdos y compromisos internacionales; y también se han formulado marcos legales y reglamentos, así como Programas a todos los niveles de gobierno. Empero, los resultados están a la vista, no se ha logrado casi nada y sería uno ingenuo pensar, que por decreto se reduzcan las emisiones. Por ello mismo, si captamos la idea de eusociabilidad, entenderemos que llegar a otro nivel, en el que se haya superado este gran reto planetario, como lo es el cambio climático, dependerá de la cooperación, pero real, y de cada humano, es decir, que este complejo llamado sociedad, debe adoptar la visión de cooperar entre todos, de impulsar el altruismo individual como se muestra en algunas personas ambientalistas de la ciudad, que trabajan por el bien común y el colectivo, pero también se requiere de una hoja de ruta y un esquema modular grupal, o sea, la formación de grupos con actividades o acciones específicas que no se repitan o dupliquen por otros grupos. Ello será la mayor movilización y cooperación de la historia reciente de la humanidad, para saltar a otro nivel, como dice Wilson, se trata de la selección natural grupal, en la que los humanos tampoco serán los mismos, sino unos nuevos supervivientes.
Aquí no se trata de poder, ni dinero, por el contrario, de la cooperación en su más amplio sentido, para proteger al conjunto, a la colectividad, a la sociedad. Los gobiernos en el plano internacional, ya no tienen los recursos económicos para enfrentarlo y las empresas no sacrificarán sus ganancias, solo quedaremos los ciudadanos que formamos parte del gran colectivo societal para protegerlo y contribuir a su evolución.