Mario Arturo Ramos
Este dos de noviembre del 2020 será inusual; la mayoría de panteones mexicanos estarán cerrados y los deudos o familiares, no podrán pasar el día con los suyos que habitan en el valle de la muerte, en los altares tradicionales las ofrendas serán intimas o caseras, entonces como siempre estará la poesía presente. Nos unimos a la celebración con esta antología poética que reúne fragmentos de poetas- cuatro mexicanos, cuatro latinoamericanos- que a través de los tiempos han cantado a la “huesuda”. Comencemos:
“A la muerte del Señor Rey Felipe IV” (fragmentos)
Juana de Asbaje- Sor Juana Inés de la Cruz.
I
¡ Oh cuan frágil se muestra el ser humano
en los últimos términos fatales
donde sirven aromas orientales
de culto inútil, de resguardo vano!
III
Conoces ser de tierra fabricado
este cuerpo, y que está con mortal guerra
el bien del alma con él aprisionado;
IV
y así, subiendo el bien que el cielo encierra
que en la tierra no cabes has probado
pues aun tu cuerpo dejas porque es tierra.
“Ante un cadáver” (fragmentos)
Manuel Acuña
I
¡Y bien! Aquí estas ya…sobre la plancha
donde el gran horizonte de la ciencia
la extensión de sus limites ensancha.
II
Aquí donde la rígida experiencia
viene a dictar las leyes superiores
a que está sometida la existencia.
VIII
¡Miseria y nada más! dirán al verte
los que creen que el imperio de la vida
acaba donde empieza el de la muerte.
Balada de los amigos muertos. (Fragmento)
Alfonso Reyes
Me voy quedando sin más compañía
que las reliquias y los retratos.
¡Claras memorias, dulcísimos ratos!
Ya el vino viejo se acaba y no cría
la viña nueva el sabor que solía.
¡Gratas lecturas, gustoso palique!
Todos lo entiende sin que yo lo explique.
¿Dónde se fueron tan placidas horas’
¡ Llora alma mía, que es justo si lloras!
¿Adónde están Pedro, Antonio, Enrique?
-Enrique Diez Canedo- Antonio Caso- Pedro Henríquez Ureña-.
“Que costumbre tan salvaje” (fragmento)
Jaime Sabines
I
Que costumbre tan salvaje
esta de enterrar a los muertos,
de matarlos,, de aniquilarlos,
de borrarlos de la tierra,
es tratarlos alevosamente,
es negarlas la posibilidad de revivir.
Yo siempre estoy esperando
a que los muertos se levanten,
que rompan el ataúd,
y digan alegremente ¿porque lloran…?
Por eso me sobrecoge el entierro,
aseguran las tapa de la caja,
la introducen, le ponen lajas encima
y luego tierra
tras, tras tras…
“Solo la muerte” (fragmentos)
Pablo Neruda. –Chile-
I
Hay cementerios solos
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel al alma.
II
Hay cadáveres,
hay pies de pegajosa loza fría,
hay la muerte en los huesos,
como un sonido puro,
como un ladrido sin perro,
saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,
creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.
“Cortejo” (fragmentos)
Leopoldo Marechal – Argentina-
I
Vestida y adornada como para sus bodas
la muerta va: dos niños
la conducen llorando.
Y es en el mismo carro de llevar
las espigas maduras de diciembre.
II
El cuerpo va tendido sobras lonas brillantes,
ejes y redes cantan
su antigua servidumbre.
Clavado en la pradera como una lanza de oro
fulgura el mediodía.
“Sobre la muerte” (fragmento)
Nicolás Guillen –Cuba-
La muerte puede llamarse Cesar apuñalado u exangüe
pero también al amable faisán decorativo y degollado
que murió para presidir la alegría prometedora de esta noche.
Es el pero municipal babeando su estricnina
que agoniza en la calle rodeado de muchachos.
Es Sócrates rodeado de discípulos.
Es Shelley exánime yacente sobre la arena
húmeda por la última onda fugitiva.
Es el mamut archimillonario
inmóvil y exhibido en su citrina siberiana de hielo inmemorial.
Comemos muerte cada día
y la muerte nos roe cada moche…
“En suma, no poseo para expresar mi vida sino mi muerte” (fragmento)
Cesar Vallejo- Perú-
En suma, no poseo para expresar mi vida sino mi muerte.Y después de todo, al cabo de la escalonada naturaleza
y del gorrión en bloque, me duermo, mano a mano con m i sombra. Y al descender del acto venerable y del otro gemido, me repos pensando en la marcha impertérrita del tiempo.