Tanto se ha manoseado el asunto del avión José María Morelos –adobado con la ardua técnica de la confusión transparente; magia perfecta en el juego de hechizo y mesmerismo de la palabrería cotidiana y turbadora– como para haberse convertido en el embrollo más grande de nuestra historia reciente, porque a estas alturas ya nadie sabe ni cuánto costó, ni hasta dónde se amortizó, ni los gastos por su mantenimiento en California, ni los costos de su existencia como pieza itinerante de museo, mucho menos el monto real de la deuda y el gasto del hangar; ni –obviamente–, cuánto dinero se obtuvo realmente con la falsa rifa de su imaginario precio en el inexistente mercado.
Total, un “exitoso petardo” alimentado por la demagogia “pobrista”.
No tiene derecho un gobierno rico a lo lujoso y suntuario cuando sufre un pueblo pobre. Y es verdad, pobre pueblo cuya comunión con ruedas de molino, le sirvió– a fin de cuentas y de cuentos–, para pagar carísimo el caldo de las magras albóndigas.
Si todavía hoy la “Estafa maestra” * le sirve al verdugo de la inteligencia financiera para frenar a quienes en Chihuahua se oponen al trasvase de agua a los Estados Unidos desde la presa “La boquilla”, en detrimento de la agricultura local, muy pronto podríamos ver –si existiera una contraloría—cuántos reglamentos se quebraron para realizar “La rifa maestra”.
Legalmente la Lotería Nacional no sortea objetos sino premios en efectivo (por eso no se podía rifar un avión), en el revoltijo del Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, el SAT, Banobras, la Defensa Nacional, la misma lotería, la Presidencia de la República y la madre del cordero, todo se ha resuelto en un negocio ridículo en favor de algunos hospitales beneficiados con premios cuyos montos se extinguirán en medio de una estructura institucional, de abandono y mala calidad.
No en balde, y a pesar de las preseas justamente otorgadas al milagroso personal médico sin equipos, sin respaldo y sin buenas condiciones, pero firme en sus responsabilidades ante sus pacientes, el ISSSTE es hoy líder de defunciones por la pandemia. Y no es culpa de los médicos. Si no fuera por ellos y las enfermeras y demás personal, de asistencia, las cifras ya graves serían mayores.
Tenemos buenos médicos, pero malos hospitales. Y eso no se remedia con la rifa del Morelos.
Emocionados los trabajadores de la salud ayer reconocidos con la presea “Miguel Hidalgo”, tuvieron tiempo para el orgullo legítimo. Quizá no tuvieron necesidad o rencor para recordar cómo, al comienzo de toda esta epidemia, el presidente de la República censuraba a los médicos y les decía mercaderes o algo parecido.
–¿Se acuerdan del mes de mayo?
“…desgraciadamente también llegó (el mercantilismo) a predominar en el periodo neoliberal en todo lo relacionado con la salud, como se decía antes de los médicos, que sólo buscaban enriquecerse ¿no?, que llegaba el paciente y lo primero que hacían era preguntarle:
– ¿Qué tienes? –
No, es que me duele acá, doctor
– No, ¿qué tienes de bienes?
Pero sea como sea, el poder nunca se equivoca y si lo hace repite hasta dar en el blanco.
Esta presea, contenida en la Ley de Estímulos y Recompensas Civiles de Luis Echeverría y reactivada con reciente urgencia, quizá no hubiera sido entregada a los doctores y enfermeras, sin aquellas desafortunadas
declaraciones con vocación jocosa, tras las cuales todas las agrupaciones de la medicina, exigieron disculpas.
La parada sin desfile (no es albur), llegó en forma de medallero abigarrado durante la mañana de ayer. Hubo cincuenta y ocho distinguidos con ella. Pudieron ser cien o doscientos, es igual.
Eso no altera las condiciones de subdesarrollo del sistema nacional de salud, ni le da vigencia al Insabi, ni sirve para resolver la pandemia, cuya solución es tan trémula como las llamas del “Fuego de la esperanza”.
Nuestra salud depende de las vacunas extranjeras porque aquí –a pesar de los vítores a la cultura mexicana en el “Grito”– no tenemos ciencia para resolver el problema.
Esperamos a los de Oxford o a los de Moscú o a los de Estados Unidos, porque aquí nada más curamos pulques.
*Sugerente encabezado periodístico tomado de la película “La estafa maestra” (2003), dirigida por F. Gary Gray, con Mark Wahlberg, Jason Statham, Charlize Theron, Edward Norton, Seth Green, Mos Def y Donald Sutherland, la cual es una segunda versión de “The italian Job” (1969) protagonizada por Michael Caine.