Más o menos a mediados del año 2016 el gobierno de Enrique Peña Nieto alquiló columnistas para golpear a Ricardo Anaya por su traición a la patria: sus hijos estudiaban en los Estados Unidos y él viajaba a la capital de Georgia casi cada semana con cargo a los haberes de la Cámara de Diputados.
Inflaron un escándalo.
Después lo golpearon hasta la saciedad (la suciedad, dijeron otros), con motivo de los terrenos de naves industriales en Querétaro y algunas bodegas anejas.
Si bien todo eso se resolvió favorablemente en lo judicial, Ricardo Anaya sufrió un fuerte golpe político. Tanto como para derrumbarse en las sumas electorales.
Tiempo después, cuando la elección ya era asunto concluido y Andrés Manuel despachaba en el Palacio Nacional, Anaya me confió algo cuya revelación ahora ya no resulta infidente:
–“Yo no le iba a ganar a Andrés Manuel, pero si el PRI no se hubiera coludido para golpearme con calumnias, como lo hizo, posiblemente hubiéramos disminuido la mayoría de Morena en la Cámara de Diputados”.
–A los golpes de Peña vinieron los enfrentamientos directos en los debates presidenciales. Ahí Andrés Manuel, experto en burlas y puyas punzantes (lo sabe el “comandante Borolas, por ejemplo); con más experiencia y oficio, lo llevó a momentos risibles: a sus argumentos y denuestos, solo contestó con un mote hiriente.
–Quiquín canallín.
Y cuando en ese campo las aguas parecían haberse calmado porque un gobierno fuerte no se debería preocupar así por la propaganda de sus opositores, especialmente cuando ya los ha arrinconado, el sentido político y el olfato del presidente algo riesgoso detectaron.
Y en los diarios apareció una publicación y en las redes una queja:
“Andrés Manuel me quiere meter a la cárcel. Pelea a la mala. Me acusan falsos riesgos y un delincuente confeso”. Y tras eso, el anuncio del exilio voluntario.
El presidente le ha recomendado al oponente –en tono casi fraternal– una pasividad peligrosa. Le pide quedarse aquí y enfrentar los cargos si los hubiera. Hacer frente a la realidad, pero Anaya no se ha tragado el cebo.
Por experiencia personal sabe lo arriesgado del enfrentarse al aparato entero. Y cuando observa los sucesos de Mangua y el destino de los opositores, bien entiende el tamaño del riesgo.
Ya volverá, como dijo Mc Arthur.
TAMAULIPAS
Entre las notas interesantes a las cuales esta columna recurre en ocasiones, encuentro esta información tamaulipeca. Muy sugerente del porvenir.
“Nuevo Laredo cambia de Alcalde y se desploma en aprobación.-
“De 103 municipios evaluados por la encuestadora Masive Caller, Nuevo Laredo ahora se ubica en el lugar 72, cayendo estrepitosamente en aprobación, siendo que hace un año, con su antesesor, estaba colocado en el lugar número 2 del País.
“En la más reciente encuesta publicada este 16 de agosto de 2021, Massive Caller ubicó al Gobierno Municipal de Nuevo Laredo, ahora con Arturo Sanmiguel Cantú como Alcalde, en el lugar 72, sufriendo una caída dramática en aprobación. Incluso actualmente con ese lugar 72 de 103 municipios evaluados, Nuevo Laredo se encuentra entre los Ayuntamientos con menor aprobación por la labor que se ha desempeñado por parte del actual Presidente Municipal Arturo San Miguel Cantú.
“Nuevo Laredo se mantuvo en un lugar de privilegio a nivel nacional de acuerdo a esta encuestadora, pero en marzo entró el actual Presidente Municipal como suplente, Arturo Sanmiguel Cantú, quien desde que tomó las riendas, la ciudad se ha ido abajo con poca obra pública, se han detenido proyectos importantes y ni qué decir del incremento de inseguridad, lo que ha afectado en la falta de aprobación por parte de de los mismos Neolaredenses.
“Se hace del conocimiento público que se utilizó para esta nota el portal Massive Caller ya que es una casa encuestadora que utiliza una innovadora herramienta que le permite medir la opinión pública sobre cualquier tema de dominio general de manera rápida y confiable”.