¿Qué es lo que hace ganar a un candidato? Ciertamente no es el tapizado de publicidad en toda la ciudad. Es, definitivamente, el discurso y la credibilidad de su oferta política.
Un candidato puede hacer el derroche de recursos que pueda, formular una multitud de propuestas, ofrecer grandes acciones, pero si no le llega al corazón y a la mente de los electores, no gana. Lo que se juega en la elección por la presidencia municipal de Querétaro es mucho más profundo que la publicidad y las frases superficiales.
Por ejemplo, para lograr el pleno reconocimiento de los derechos de la mujer y establecer una agenda feminista con políticas públicas permanentes, no se requiere anunciar la creación de una universidad de la mujer. Cuando un candidato de derecha propone universidades de mujeres, es como si el Chapo ofreciera cursos de rehabilitación para adictos.
Es necesario señalar en el análisis de las propuestas lo que es realmente importante para la ciudad y evitar que lo nimio y lo superfluo se convierta en lo determinante de la elección. Esto es útil no sólo para los escritores de columnas, sino, sobre todo, para los votantes:
¿Qué es más importante en estos momentos críticos de la pandemia: Un mega parque como el que propone el candidato de la derecha, o un programa de Inversión en Infraestructura los primeros 100 días de Gobierno junto con un esfuerzo por gestionar créditos para la recuperación de la economía, como propone Maximiliano?
¿Una universidad para la policía, cuando la UAQ tiene las carreras de Ciencias Policiales y Criminología o la propuesta del candidato de Morena consistente en Inversión en equipamiento, capacitación y tecnología para combatir el delito y reconocer el trabajo de los policías como un servicio público fundamental?
¿Es válido ofrecer “Una ciudad que impulsa el potencial de los ciudadanos con educación” cuando se ha presentado una deserción del 12 por ciento por falta de apoyos en internet y cero apoyos a la población indígena durante la pandemia? Lo que no se hizo durante el ejercicio de gobierno, ofrecerlo ahora carece de credibilidad. Aquí está el lado débil de Nava, tuvo una administración hostil hacia las mujeres, derrochó recursos en hoteles y comidas, dejó de apoyar a las personas con discapacidad, no ejerció una agenda para la tercera edad, no persiguió los objetivos de la Agenda 20-30 de la ONU, con muchos etcéteras. ¿Cómo puede decir ahora que hará lo contrario? El problema está en la carencia de legitimidad de su oferta política, ya que cuando pudo hacer lo que promete, no lo hizo.
Pero el problema para encontrar la legitimidad no queda ahí. El problema es que Nava no conecta, no comunica con la mayoría de la población y las emociones movilizan. Maximiliano, en cambio, tiene muy en cuenta el papel de las emociones en la toma de decisiones, incluyendo el voto. Tiene como emoción estandarte una de tipo positivo: la esperanza y también un motivador más apropiado de las movilizaciones sociales: el cambio. Si se da una confrontación en el debate, se verá, con toda claridad, que su discurso está repleto de emociones positivas (además de la esperanza del cambio): alegría, orgullo, euforia, simpatía, confianza, optimismo, éxtasis y admiración. La alegría de Arturo Maximiliano nos remite a los estudios sobre el papel movilizador del entusiasmo versus el enojo en las campañas políticas.
Si se hace un verdadero análisis del discurso se verán las asociaciones existentes entre la atención prestada por los participantes a la política en los medios (participación política de bajo costo) durante la campaña electoral y las emociones sentidas hacia la política y los políticos por parte de los ciudadanos durante el proceso electoral en curso. No todo es dinero.
Existe una relación real entre poder, subjetividad y emoción. Aquí es donde se torna definitivo el perfil personal del candidato, las respuestas emocionales positivas a un candidato (tomando en cuenta las reacciones a las características personales de Arturo Maximiliano y su trabajo), son dos veces más importantes que las respuestas negativas para poder predecir el voto, de acuerdo con los modelos psicológicos del afecto de G.E. Marcus (1988: 755). Son las respuestas emocionales las que determinan la implicación de los individuos en la política, y que las emociones, más que subjetivas, se constituyen en conocimientos estratégicos. Esto es lo que da la confianza en la predictibilidad del triunfo de un candidato determinado, en este caso Arturo Maximiliano, no las encuestas amañadas o las dádivas ilegales o la saturación propagandística. Más allá del partidismo, Maximiliano detona la inteligencia afectiva. Hay que recordar que MORENA transformó el “enojo con la política en general”, en 2018, con una campaña electoral cuyos temas centrales fueron el cambio y la esperanza, en un discurso altamente emotivo. Eso es lo que ha quedado en la mayoría de los votantes, la esperanza y la posibilidad de un cambio.
No es el razonamiento fácil: “yo tengo más dinero para la campaña, yo ganaré”. La personalidad del candidato y su discurso define más una elección. Vea usted quien es quien. Las emociones son vitales para entender cuándo y por qué los votantes buscan información política, cómo esta información se transforma en evaluaciones políticas, y cuándo los ciudadanos son suficientemente motivados para participar en política y votar por determinada opción. Los votantes no son tan simples como para ir sólo por las obras faraónicas como un parque o unas universidades que costarán muchos millones de pesos, ve lo que hay detrás de estas ofertas, si son realizables, necesarias y creíbles. El votante no sólo vota en automático de acuerdo a sus preferencias partidistas, sino que empieza un proceso de decisión informada y consciente, tomando en cuenta las características personales del candidato y sus propuestas. No como esa frase que acabó por ser lo contrario: Mitad de tráfico y doble de seguridad. El votante sabe que el tráfico está al doble y la seguridad en el suelo. Ya lo engañaron, no lo volverán a engañar.
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MARCUS, G.E. (1988). The Structure of Emotional Response: 1984 Presidential Candidates. American Political Science Review, v. 83 (3), pp. 737-761, DOI: 10.2307/1962488. [ Links ]