Las nuevas generaciones tal vez no saben quién es Gilberto Guevara Niebla. Este personaje participó en el movimiento estudiantil democrático de 1968, sufrió cárcel y persecuciones. Entre diciembre de 2018 y julio de 2019 actuó como Subsecretario de Educación Básica, bajo la dirección de Esteban Moctezuma. Como muchos hombres de buena fe, mordió azuelo de la farsa de Amlo. Creyendo en las promesas de que el tabasqueño acabaría con la pobreza y construiría una sociedad justa. Pero se equivocó. López solo ha seguido criterios políticos para integrar el equipo de la SEP.
En la presentación del libro “La regresión educativa” en la que funge como coordinador, narra en una de las primeras reuniones de trabajo se presentó un subsecretario de Hacienda que, sin dar razón alguna, exigió un recorte de 50% de los programas de la secretaría: era una orden presidencial, castigando brutalmente los programas que requerían mayor apoyo: los servicios educativos a las comunidades más pobres, como las escuelas comunitarias, la educación indígena y la educación especial. El maestro Guevara comprobó entonces el estilo autoritario de López: no consulta; da órdenes.
Los desacuerdos con Moctezuma eran previsibles. Y Guevara renunció en febrero de 2020. Nos refiere también el maestro que Amlo “volvió la espalda a la educación persiguiendo un objetivo político, en el sentido populista, mezquino del término (…) Amlo está peleado con la modernidad, y ese prejuicio marca la pauta en el mundo educativo.” Y reitera: el presidente no está reformando el poder público para edificar un Estado de bienestar, su única obsesión es acumular poder en su persona, en su espíritu no cabe el valor de la generosidad que lo obligaría a preocuparse por fortalecer el sector de educación en el que el pueblo pobre México depositó sus anhelos.
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En seguida, doy cuenta de los méritos de Guevara Niebla: es maestro en ciencias y realizó estudios de doctorado en Educación… Ha publicado 23 libros y ha recibido dos doctorados honoris causa.
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Otro personaje que se aleja del obradorismo. Desencantado como otros muchos. Una pena que un luchador social honesto y valiente haya visto cómo sus sueños de ver y contribuir a la formación de “ciudadanos no egoístas, comprometidos con los demás, tolerantes, enemigos de las discriminaciones y exclusiones por razón de la clase social, razas, creencias, orientación sexual o edad. Ciudadanos trabajadores, autodisciplinados y, al mismo tiempo comprometidos auténticamente con el destino del país. Todo eso se ha diluido en la nada.