El Presidente y sus simpatizantes tienen dos antídotos, especie de varitas mágicas retóricas, con las que responden a todas las críticas. No aclaran las acusaciones, simplemente satanizan a los denunciantes y se siguen chiflando y pateando tan campantes algún bote si se lo encuentran. Primera arma letal: las falsas imputaciones las hacen los fifís, los conservadores, que se han visto afectados porque se les quitaron los privilegios que gozaban. Segunda armadura a su infalibilidad: Son críticos que simpatizan con la banda de rateros de las otras administraciones, tienen nostalgia de los pasados tiempos corruptos.
Este discurso está totalmente erosionado y la opinión pública se ha encargado de hacerlo motivo de burla, junto con el otro sarcasmo de que se tienen “otros datos”, En momentos de guerra, es la traición a la patria el delito más castigado; en circunstancias ásperas y difíciles producto de la pandemia y la crisis economía nacional y familiar, hacen que la corrupción sea lo más detestado por la sociedad. Ni el Presidente ni el gobierno de la 4T han respondido a la esperanza de imponer la “honestidad valiente” y la han sustituido por una honestidad opaca, incierta, cubierta de sombras donde acontecen muchas cosas, sospechosamente corruptas. Algunos ejemplos.
Lozoya era la bala de plata del Presidente para liquidar a sus enemigos políticos. López Obrador festejaba las primeras balconeadas a personajes políticos y le ponía suspenso al asunto, erigiéndose en el Alfred Hitchock de Macuspana. Decía eufórico: “Y faltan todavía más revelaciones”. Pero que aparece el video de su hermano Pío en plena tranza política y toda la 4T enmudeció. De Lozoya, como de Lola la Trailera, ya no se sabe nada, Salvo que en el hospital de lujo, con nuestros impuestos, le disparaban a Lozoya botellas de vino de veinte mil pesos.
Otro ejemplo. Al Grupo Huerta Madre, la Secretaria de Energía, Rocío Nahle, le adjudicó un contrato por 5 mil millones de pesos, por trabajos de limpia y preparación del terreno para la construcción de la Refinería de Dos Bocas. La adjudicación se hizo cuando la empresa sólo tenía siete días de creada y curiosamente hay una relación de compadrazgo entre los recientes empresarios con la Secretaria. Nada se ha aclarado.
Jaime Cárdenas, jefe del Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, en su renuncia, denunció la manipulación de subastas y dijo que a más de una decena de joyas listas para remate les desengarzaron piedras preciosas. En otras palabras, el gobierno presumía el papel de Chucho el Roto, pregonaba que le quitaba lo robado a los delincuentes para dárselo a los pobres. Otra era la realidad, le quitaba lo robado a los delincuentes pero para robárselo. La metamorfosis fue dramática, la autoridad pasó de Chucho el Roto a Chucho el Rata. El Presidente lejos de abrir una investigación por la denuncia, se fue contra Cárdenas y lo cubrió de ofensas. La honestidad valiente es una simulación, con la clara intención presidencial de vernos la cara. No lo permitamos.