El presente artículo es un ejercicio reflexivo sobre el paisaje urbano y la fragmentación, tomando como punto de partida el enfoque de la sociobiología, para la comprensión del estudio del espacio urbano. Así, interpretamos al paisaje urbano emergente del Área Metropolitana de Querétaro como una representación fragmentada de la ciudad del bajío, resultado de una visión atrasada u obsoleta para entrever tanto imaginarios culturales efectivos como la evolución urbana de la biodiversidad.
Pero cabe preguntarse si la fragmentación, como divisibilidad espacial, es el límite de un hecho espacial con efectos sociobiológicos o se trata de un hecho sociobiológico con una forma espacial. Y es que, al expresarse una visión tecno económica, gestora de necesidades urbanas para ciertos sectores económicos como el comercial, el inmobiliario o bien el industrial, termina en inequidades sociales y fragmentos de la biodiversidad. De ello resulta una configuración que subraya enfáticamente la línea divisoria entre un afuera y un adentro, y entre una conectividad y una fragmentación en su morfología.
Ya en el instrumento de Ordenamiento Ecológico del municipio de Querétaro, se mencionaba el proceso de fragmentación sobre todo en los usos del suelo agrícola y urbano, así como en el Informe anual 2020 de la Secretaria de Desarrollo Sustentable (2.2. Fragmentación del hábitat y antropización del paisaje. Los municipios de Corregidora, Querétaro, San Juan del Río, El Marqués y Pedro de Escobedo, son los municipios que han modificado más del 60% de su superficie territorial con fines de urbanización.) , y es que el proceso de fragmentación tiene múltiples facetas, ya que por un lado, los ecosistemas claves se vienen fragmentado y con ello, los distintos hábitats, pero por otra parte, la fragmentación de las áreas verdes también es un hecho ya que son dispares en cuanto a su localización y en función de la distribución de la población y, ya no se diga en cuanto a la cantidad de metros cuadrados por habitante.
Y quizá como lo señala, Zygmunt Bauman (2006), implica una nueva condición existencial que ha trastocado por completo la divisoria tradicional del territorio entre un adentro y un afuera, y ha revelado la trascendencia imposible a lo global por la vía del aislamiento territorial de lo local.
Aún bajo escenarios de incertidumbre, son acertados los resultados obtenidos y publicados en el Programa de Ordenamiento Ecológico Territorial del Municipio de Querétaro cuando señalan que “A partir de los análisis de aptitudes para cada uno de los sectores socioeconómicos se realizó un análisis para determinar los conflictos (ambientales) y su nivel en relación con las aptitudes.” Arrojando lo siguiente: “Las áreas de conflicto (ambiental) moderado, alto y muy alto ocupan el 70.60% del territorio distribuido en: 17.67% de áreas con conflicto moderado, 49.21% áreas con conflicto alto y el 3.72% del municipio se encuentra en conflicto muy alto.” O sea, que estamos en un territorio-ciudad lleno de conflictividad económica-ambiental, que requiere de nuevos enfoques y paradigmas a fin de no rebasar la línea de no retorno en cuanto a su condición ambiental y no hablamos ya, de equilibrio, que no nos dice absolutamente ya nada. Ahora hablamos de orientaciones, directrices, criterios y acciones que pongan en el centro el mantenimiento de la biodiversidad en condiciones urbanas, como, por ejemplo, la dualidad entre ejes estructurantes verdes que promueven la conectividad bajo un esquema de red, y el rescate de los fragmentos a guisa de parches de biodiversidad que amplifiquen las especies claves y propicien en esa escala las funciones ambientales, sobre todo la conservación de hábitats para los demás organismos vivos. Y en adición a lo anterior, el involucramiento de la ciudadanía, a la que se le apoye, se le premie, se le incentive y permita su involucramiento en el mantenimiento de esos parches de biodiversidad en su casa, calle, colonia y delegación, lo cual, sin duda, será un verdadero ejercicio del Derecho a la Ciudad.
Sin duda hay numerosos ejemplos de ello, como el parque de bolsillo del centro histórico (5 de mayo y Río de la Loza), que fue una iniciativa ciudadana y que hasta la fecha se continua con la vigilancia y mantenimiento, para seguir proporcionando servicios ambientales y también ornamentales. Pero ahora dentro del contexto de hiperconexión, valdría la pena crear entre el gobierno municipal y las redes de ciudadanos una plataforma que nos informe sobre las iniciativas ciudadanas que se construyen y que generan información y conocimiento variado en cuanto especies, servicios ambientales, recomendaciones, alertas y otras tantas cosas más.
La fragmentación como episodio urbano actual puede ser paliado con diversas estrategias socioambientales, que retomen la información generada desde hace bastantes años y que hoy exige reunirlas en un documento guía u hoja de ruta, pero también en su expresión regulatoria y con presupuestos económicos claros y participativos.