En el 2008 Naciones Unidas dio a conocer que, por primera vez en la historia de las civilizaciones, la mayor parte de los humanos habitaba en las ciudades.
La ciudad como espacio construido puede representar distintos significados, así como el considerar a la ciudad como un ecosistema urbano traería a colación otros significados diferentes. Muchos son los argumentos a favor y en contra, sobre los beneficios y perjuicios que ofrece la ciudad, sin embargo, la tendencia a la concentración en la ciudad no se detendrá al menos, según los pronósticos de Naciones Unidas, hasta el 2050. Por lo que habría que cambiar el enfoque y centrarnos en lo que se puede y debe hacer para mejorar la habitabilidad de la ciudad.
La ciudad es el punto de partida, es lo que afirmo en este artículo, por dos razones fundamentales: en la ciudad emerge una inteligencia colectiva basada en redes que circulan por medios intangibles como la internet, la telefonía u otra semejante, pero también, en razón de la proximidad social, que es lo que caracteriza hasta el momento, al ser humano; pero por otra parte, la ciudad como ecosistema, exhibe un conjunto de interacciones entre los humanos, entre estos y los otros organismos vivos (plantas y animales) y todos ellos con su medio ambiente tanto natural hasta donde se da y otro construido o más bien urbanizado, en donde se observan procesos, funciones, interacciones, servicios, evolución y colapsos, extinciones, desastres, estrés, soledad, angustia y también expresiones sociales.
Tal complejidad de la ciudad, ha requerido de un flujo mayor de información, para hacer posible un funcionamiento medio de la ciudad y sus habitantes. Sin ello, la ciudad sería un caos completo. No obstante, por el tamaño del volumen de información que se requiere y que fluye, no es posible pensar en información bruta, sino que ésta debe ser procesada al menos una parte, para traducirla en sistemas eficientes como los semáforos, la trasmisión de energía, las tarifas que hay que pagar por el consumo de agua, y tantas cosas más, como las cuentas bancarias, tramites etc. Y en igual medida, se demanda información para el funcionamiento del ecosistema urbano, pues cuando ignoramos cosas tan simples como aquellos sitios que se inundan y a pesar de ello, construimos casas, seguro es el colapso, pero también, cuando nos olvidamos que los polinizadores son sustantivos a nuestras vidas y de todo el ecosistema y aún así, espaciamos agroquímicos nocivos. Así es que se requiere de eficiencia, empero, esta no debe sustituir a la inteligencia colectiva, es decir, ese constructo social de opinión, propuesta, preferencias, cultura, en fin, se trata de la sociabilidad. Y sí a ello, le añadimos información, tendremos mejores propuestas, cohesión social y beneficios comunes.
Citemos un ejemplo atractivo y reciente de hace 3 años, como el de la ciudad de Paris, cuando se distribuyó 200 medidores de ozono y contaminación acústica, más que las 12 estaciones fijas con que se contaba, y después se coloco la información en una plataforma de abierta Citypulse, que desplegaba cartografía. Tan sólo en la primera prueba, en un solo Distrito, se tomaron más de 130,000 mediciones, lo cual demostró el poder de una red de ciudadanos, que bien pueden contribuir en la vigilancia y regulación ambiental. En Querétaro, gracias a la información oportuna de varios ambientalistas, se ha dado parte o hecho del conocimiento de la autoridad y la sociedad vía redes sociales, sobre incendios en áreas verdes como Peña Colorada, mucho antes que la propia autoridad los haya detectado y actuado.
Las ciudades tienden a ser más densas, pero menos sostenibles, cuestión nada secundaria, pues las ciudades al ser espacios dinámicos, en continuo cambio, pueden llevarnos al colapso ambiental, de ahí, que si la ciudad es un ecosistema urbano, entonces, es tiempo de avocarnos a entender, generar información, procesarla y formular soluciones conjuntamente con los ciudadanos, para duplicar la eficiencia colectiva y social, que implica mayor velocidad frente a los grandes retos. Porque las ciudades propician el intercambio aleatorio de ideas necesarias para abordar los problemas más pertinentes. De esta forma, las ciudades al alimentar el flujo de ideas promueven la prosperidad, la innovación, hasta la salud y formas de gobierno más eficientes. En el caso de la pandemia actual, no cabe duda que detrás de toda la información, recomendaciones y soluciones institucionales, circula entre los ciudadanos una forma de asistencia sociosanitaria colectiva a la que se le asigna mayor confianza, tratamientos menos costosos, y flujos de información de cómo le han hecho para prevenir y salir de un contagio, situaciones que no están registradas, pero que están sucediendo, pues no sólo se trata de la opinión de especialistas y científicos, también existe el conocimiento colectivo tradicional que ha contribuido desde hace siglos a la salud humana y, de seguro, habría mejores soluciones si se tomara en cuenta la inteligencia colectiva.
La ciudad sin duda alguna transitará a nuevas expresiones, en donde la capacidad de adaptación será clave, pero aún no terminamos de comprender todos los procesos e interacciones ecológicas que suceden en este espacio. Además, otra característica que hoy se avizora es la integración suprarregional o la metropolización, lo cual, agrega hiperconcentraciones de todo tipo incluidas las infraestructuras, para romper el crecimiento lineal, de las ciudades continuas y compactas, situación que ha traído consigo la presión urbanística sostenida, que va eliminando lo rural y multiplicando terrenos residuales en expectativa de desarrollo en los márgenes de las áreas urbanizadas. La emergencia de un nuevo territorio cambia las claves de comprensión e intervención sobre los hechos urbanos y los ecosistemas, al mismo tiempo que demanda nuevos instrumentos y formas de planificación. Ahora lo importante serán las estrategias adaptadas en pleno movimiento en donde el qué y el cuánto pasan a segundo plano, para entronizar la sintaxis y el tiempo, en otras palabras, se trata de definir cómo y en qué escalas temporales se construye el territorio. En este sentido la ciudad es el punto de partida.