Más de 750 mil personas de todo el mundo visitan anualmente El Museo Frida Kahlo, una de las mayores atracciones turísticas de la Ciudad de México. Esta casa convertida en museo, refleja la escencia y vida de la famosa pintora, así como de su esposo, el famoso muralista Diego Rivera.
En la exposición “Las apariencias engañan: los vestidos de Frida Kahlo” se muestran hermosos diseños, inspirados en su inigualable imagen, confeccionados para grandes artistas, firmas y diseñadores de moda como Jean Paul Gaultier, Dai Rees, Comme des Garçons y Riccardo Tisci, entre otros.
Para Frida Kahlo, el tradicional vestido de tehuana no era sólo un objeto que adaptó a su cuerpo para cubrir sus imperfecciones físicas derivadas de la poliomelitis, sino que lo transformó en una manifestación ideológica y cultural, que con su estilo único, pudo ser admirado en todo el mundo.
En el museo hay corsés, una bota ortopédica, el distintivo accesorio que utilizaba en su cabeza en forma de trenza, pinturas, así como un sello personalizado. En este lugar se respira la pasión y admiración que tenía Frida por su esposo, a través de cartas y fotografías.
La Casa Azul perteneció a la familia Kahlo desde 1904.
Frida vivió ahí 37 años. Murió muy joven, a los 47 años de edad por una embolia pulmonar. En 1954 su casa se convirtió en museo. Ahí se pueden recorrer distintos lugares como la cocina, el estudio donde pintaba, así como su recámara, que se distingue por estar acondicionada con un espejo sobre la cama.
Su madre mandó colocarlo ahí, para que Frida pudiera pintar acostada, debido a que estuvo inmovilizada por un accidente brutal en un transporte público que la dejó en cama durante 9 meses. No tuvo hijos. Al término del recorrido, se encuentra la urna prehispánica que contiene sus cenizas sobre el tocador.