El jueves pasado, por una abrumadora mayoría (607 a favor, 2 en contra y 73 abstenciones), el parlamento europeo envió a Andrés Manuel López obrador una severa reprimenda por la muerte de los periodistas que se han dado en México durante su administración y por agredir a medios en la “Mañanera”. En contexto, se trata de una acción coordinada con Estados Unidos, ya que Blinken, el Secretario de Estado estadounidense, emitió una declaración textualmente igual a la del parlamento europeo, casi al mismo tiempo. La respuesta del presidente López Obrador fue inmediata y contundente, directa a los parlamentarios europeos, e indirecta a Blinken.
No es que no me interesen las muertes de los periodistas, las violaciones a los Derechos Humanos, los desaparecidos, la libertad de prensa, el control de misma por el crimen organizado, con eso estoy más que de acuerdo, pero lo que me llama la atención es el contexto más obvio de ambas acusaciones, la europea y la estadounidense, que es la negativa de México a condenar la agresión a Ucrania y a imponer sanciones a Rusia.
A pesar de que el parlamento europeo es representativo de las más diversas corrientes políticas de esa unión de países, los gobiernos de la Unión Europea han cedido la escasa soberanía que les quedaba a Estados Unidos, debido al conflicto ucraniano. Es muy clara la correlación entre el número de bases estadounidenses en un país y la escasa elasticidad en la política exterior, en caso de crisis. Cesión de soberanía que les impide defender los intereses más legítimos de sus propios ciudadanos.
La imposición de sanciones y la negativa de llegar a negociaciones con Rusia, en la práctica, han producido consecuencias catastróficas para sus países, sobre todo a través de una inflación que no logran controlar. Estados Unidos los está obligando a comprar gas licuado estadounidense caro, en vez del gas barato de los gaseoductos rusos, los obliga a imponer sanciones que repercuten directamente en la cancelación de negocios presentes y futuros, debido a la “rusofobia”, generada por el estado mayor conjunto de la OTAN. Rusia no va a desaparecer de Europa, la OTAN está haciendo imposible un futuro común, como lo había concebido Alemania con la “Ostpolitik” (en alemán política del este) de Willy Brandt y de Angela Merkel con el acercamiento con Rusia y con China, como fórmula segura de llegar a una seguridad profunda y duradera, incorporando económicamente a Rusia con Europa.
La inflación, derivada de los bloqueos comerciales y financieros de las sanciones, afecta a los ciudadanos comunes de todos los países. Ante el alza en los precios de los energéticos, metales y otros productos agrícolas, aunado a la problemática existente en las cadenas de suministro, es natural pensar que las presiones inflacionarias a nivel mundial podrían continuar elevadas por buen tiempo. Es el efecto bumerang de las sanciones ilegales que ha impuesto el bloqueo europeo y norteamericano. ¿Qué tiene que meterse en esto México? Lo que nos queda es controlar internamente, lo mejor posible, el efecto inflacionario que viene del exterior, no contribuir a generarlo.
El presidente español, Pedro Sánchez, repitió una y otra vez que el alza en los precios de la electricidad y de los combustibles era exclusivamente responsabilidad de Putin, literalmente el mismo discurso de Biden. ¿Dónde está su responsabilidad como jefes de estado? ¿Los ciudadanos alemanes se creerán que si se quedan sin gas es responsabilidad de Putin? Rusia no ha cortado el suministro de gas que pasa por Ucrania o el Nord Stream 1, a pesar de las sanciones. Fue el nuevo canciller Olaf Scholz el que cortó la posibilidad de que entrara en funcionamiento el Nord Stream 2. ¿Dónde está la verdad?
Un pretexto del ataque comunicativo coordinado contra México es el descubrimiento de parte de los rusos de los laboratorios donde se producían armas biológicas en Ucrania, financiados por Estados Unidos, que por sí solos justificarían la invasión rusa a este país. Para cubrir este hecho se le dio una difusión desproporcionadamente grande al bombardeo a un hospital pediátrico en Meriúpol, hospital desalojado previamente y ocupado por el ejército ucraniano.
Lo que tratan de hacer los estados mayores de los países de la OTAN es crear una narrativa uniforme y coordinada, para consumo del mayor número de países de occidente, obligando a todo mundo a adoptarla: “O estás conmigo o contra mí”.
El presidente López Obrador se ha negado a adoptar esa narrativa impuesta por las grandes cadenas de comunicación y por los gobiernos contra Rusia. ¿Por qué tendría México que imponer sanciones a Rusia?
El lenguaje florido de ambas misivas, la europea y la mexicana, rompe la cobertura edulcorada de la diplomacia. Una por considerar que son parte de la justicia divina y la otra por llamar borregos a los representantes electos. No se guardaron las formas. Tuvo que salir el embajador de la Unión Europea en México a intentar matizar dicho enfrentamiento, pero Blinken tiró la piedra y escondió la mano.
Los europeos desdeñaron la negociación y la diplomacia con Putin, empujándolo a una guerra en la que los que ganan son los estadounidenses y alejan a Europa de una posible seguridad a mediano plazo y ahora nos vienen a dar lecciones de moral y buenas costumbres. En vez de buscar una negociación en la que pueden ceder acerca de la pretensión de la OTAN de admitir a Ucrania dentro de esta organización militar, pudiendo matizar y adecuar esa pretensión, se aferraron a su idea de superioridad militar y Estados Unidos les doblegó las manos y ahora lamentan hipócritamente las muertes de miles de ucranianos y el sufrimiento de los refugiados. Un poco de humildad nos haría bien a todos.