Me he rehusado durante estos años, a escribir sobre “Brozo”. Nadie me ha pedido ni una cosa ni la otra, pero ahora debo hacerlo por solidaridad y por orquitis.
Pensaba: mis seis años de trabajo semanal con él, me podrían restar imparcialidad, sin embargo, ante las circunstancias, me doy cuenta del valor de ser parcial cuando se debe ir contra una canallada colectiva. No defiendo a Víctor, él puede hacerlo solo, pero me opongo al guarurismo cibernético, a la ventajosa condición de los golpeadores de la red alentados desde el gobierno.
Me refiero al linchamiento promovido desde las oficinas del Palacio Nacional. No se si desde el despacho principal.
Las jaurías de la 4T –comenzaron con el pase de lista y ahora se pasan de listos–, se han echado encima de este comediante crítico cuyo principal defecto es la inteligencia. Y no todos los “bots” en su contra podrían presumir de lo mismo.
La más idiota de todas las injurias en su contra es por su misoginia (por las mujeres mudas en su programa) y el acoso sexual ni siquiera denunciado. A lo mejor Salgado Macedonio ahora opera con peluca verde.
De la falsa misoginia yo puedo testimoniar un episodio.
En abril del 2012, cuando México vivía bajo un gobierno panista y sus seguidores en la pacata democracia cristiana, se dio a conocer esta noticia:
“…El noticiero “El Mañanero” de Televisa, conducido por el personaje de Brozo (interpretado por el actor Víctor Trujillo), será verificado por la Comisión de Equidad de Género de la Cámara de Senadores por posibles violaciones a los derechos humanos y a la dignidad de las mujeres, según un documento dado a conocer por el mismo cuerpo legislativo”.
La mujer en el elenco era la modelo y actriz argentina Ingrid Brans, quien en el esplendor de su bikini mañanero y su máscara felina, con el mérito de su silencio y la incógnita de su identidad, portó una pancarta en la cual les reclamaba a los senadores el moralino intento de acabar con su trabajo.
En privado su comentario fue más escueto: “son unos pendejos”, me dijo.
Quien disfrutaba todo eso desde la irrefutable condición de su inteligente feminismo, lejos de cualquier duda, era nuestra compañera de transmisiones Marta Lamas.
La distribición de los comentaristas era en sí misma un albur genial: los viernes, J.J.Rodríguez Prats, Enrique Jackson, Ignacio Marván y este redactor.
Ah, pero los jueves… ese día estaban la “Reata” y la Lamas. Quien entendió, entendió.
Pero para comprender si hay en la escena de Brozo un ápice de mal trato femenino, vale la pena leer un tuit reciente de Ingrid.
“…Eres un chingon, un tipazo, un súper líder y un genio. Eres una de las voces más fuertes y no estás manchado, nadie calumniará la veracidad que comunicas. Me siento orgullosa de haber aprendido y trabajado con un Maestro de la sátira y la comunicación que tiene códigos y verdad.”
Sobre esos códigos del “clown”, cuento otra historia.
En tiempos de la toma de posesión de Enrique Peña Nieto como presidente de la República un colaborador suyo me pidió llevarle un mensaje a “Brozo”. El futuro presidente quería comer con él. Lo invitaba. El payaso pondría las condiciones, la fecha y el lugar.
–¿Tu lo avalas?, me dijo.
–“Yo no soy aval de nadie. Yo sólo te transmito el mensaje. Lo demás es cosa tuya”, contesté.
Esa comida jamás se realizó y el presidente fue durante seis años, “Henry Monster” . Y sí se trataba de repartir hostias, Peña era el favorito de las bofetadas.
EL odio actual en contra de Brozo se debe a otras cosas. Obviamente a la forma como desenmascaró a René Bejarano y todo aquello cuya utilidad a la postre fue agua de borrajas. Es una venganza, un cobro tardío, un ajuste.
También se debe a su sociedad con Carlos Loret de Mola. Juntos han hecho una biga (con “b”) arrolladora. Han cultivado el sarcasmo, la inteligencia, el humor y el tino crítico y eso no se les perdona en los escalones del poder. Los de abajo ansían quedar bien con el jefe y lo alientan y alimentan de odio.
Y como dicen los del pueblo, risueño el niño y le hacen cosquillas.
Yo saludo a Víctor en el nombre de nuestros años de trabajo. Muchos de los momentos más serios de mi experiencia en la televisión (desde el b/n) han sido contigo. ¡Órale!