Sabino Medina
Entre el Estado de Texas, EU y, Tamaulipas, México hay un complejo de asimetrías económicas, sociales y políticas imposibles de pasar por alto en cualquier intento de análisis en lo que tienen de común y de diferencias ambas economías.
Primeramente, se dice que el PIB anual de la entidad texana, se homologa comparativamente en valor el PIB de México. Claro, la estructura industrial de aquella entidad vecina y la de nuestro pasa por la misma diferencia abismal como la que existe entre quien ocupa el tercero o cuarto lugar del potencial económico mundial, situación que corresponde a Texas, después de Nueva York y el Estado de California.
No todo el valor de la planta industrial texana se valoriza en el PIB que corresponde a cada año, tomándolo como ciclo de reproducción y producción del mismo; por eso aunque el PIB de Texas permite compararse con la totalidad del PIB nacional de México, la riqueza de uno y otro no se produce, ni circula, o se intercambia con los totales comparativos de valor.
Texas valoriza capital propio o crédito nacional e internacional de cuya economía mundial forma parte.
Yéndonos a un plano distinto de análisis, ¿habría que preguntar si el estado de Texas se gobierna con los mismos parámetros político, gubernamentales administrativos que Tamaulipas, por ejemplo, o como Chihuahua, Nuevo León o Sonora?
Austria, por ejemplo, en siglos XVIII, era la cabeza de un imperio feudal que comprendía a gran parte de Europa central y del Este, realidad histórica antagónica a lo que la burguesía francesa había intentado con su revolución.
Si bien Austria se entendió, en parte, con Napoleón el grande, cabeza de la contrarrevolución borbónica, a raíz de su enlace con un miembro de esa monarquía; lo mismo se repitió con Napoleón III y ambos fueron derrotados por las potencias feudales, sumándose a ello el factor de Prusia, que irrumpía en la escena mundial europea, en tanto pudo poner fin al fraccionamiento y atomización de los Estados principescos de la vieja Alemania reformista, pero contraria a las insurrecciones campesinas.
¿Cómo convivir con una potencia del tamaño de los Estados Unidos? Esto es algo más álgido, mucho más que las diferencia de los Estados Árabes entre sí, los que tienen petróleo y los que no cuentan con el mismo, y su relación internacional con Rusia, China, y toda Europa.
Lo que pasa en Sonora y en Tamaulipas, por ejemplo, tiene relación estrecha con lo que pasa con estas contradicciones mundiales, mediando un océano de desinformación e inmensas tropas de políticos improvisados desentendidos de la historia mundial, ya ni hablar de su propia realidad.
¿Con que choca el gobernador Cabeza de Vaca, en Tamaulipas? Topa con una realidad nacional e internacional a la que no se aviene en esa relación, movidos los tiempos de la crisis por una pandemia mundial que daña los circuitos económicos de corto y largo plazo.
No se puede seguir exportando el mismo volumen de valor de droga, luego de que se produce la retracción de la economía mundial; tampoco se puede refugiar en la contradicción o fracción de clase, cuestión que obstruye el intercambio de importaciones y exportaciones de Texas a Tamaulipas y de EU a México, con su nivelación de precios y ganancias a prueba de crisis económica mundial.
Por eso se sabe y se entiende, con certeza, que los órganos investigativos norteamericanos son quienes han venido tomando cartas en los asuntos que conciernen a este filamento de la economía mundial, en donde cada SOBERANIA, haría lo propio en tal concierto de intereses, cada cual y en conjunto.
Imaginemos la capitalización regional que lleva cabo el conglomerado de los Robinson Bours en Sonora y en los EU; se importa pollo con crédito propio a un mercado deprimido. ¿Qué le estorba a qué? ¿Quién a qué?
Los capitales grandes destruyen y absorben a los capitales chicos, los sacan de la competencia mundial vía márgenes de ganancia y de valor. Esto también cuenta en la política, cuando nos decimos abiertos a la competencia mundial, en tanto que las leyes económicas del capital dicen otra cosa, apremiados por las leyes de la concentración del capital monopólico mundial que se ve en aprietos en todas las esferas: la producción, el intercambio con patrones desiguales de precios producción en México y los que impone la divisa dólar y euro, por lo pronto.
Los Robinson Bours y los Cabeza de Vaca se oponen el intercambio electoral, al poder centralizado republicano de México, pero se tiran a nado al libre cambio de cruzarse solitarios con su propia y particular capitalización cuyo círculo de reproducción ampliado termina ampliándose o pretendiendo hacerlo a costillas de los precarios dineros presupuestales estatales y, además, eluden parte de sus tributaciones que sí le arrancan al consumidor. El problema es ese y también de ellos. De todo el país.