López aparece sentado sin encarecer del todo: a su lado derecho dos banderines, el de la bandera nacional y el del PRD. Y habla, como siempre en un deplorable castellano, del gran logro que significa del entonces IFE, ahora INE. ¿En qué consiste el logro? En su autonomía. Por fin se había conseguido cortar el ‘cordón umbilical’ con el gobierno. El IFE dejó de depender de la secretaría de Gobernación. ¡Qué tiempos aquellos los del entonces perredista! Quien hoy en su MORENA e instalado en la silla presidencial, pretende que aquel episodio democrático se desvanezca. Pues que el otrora demócrata ha pasado a ser un aborrecible amigo de Maduro, Evo Morales y demás dictadores, a quien lo único que le importa es conservar el poder. Y si el INE y su autonomía le estorban, pues ¡adiós al INE! Por ser corrupto y caro. Sólo hay que dar un paso atrás: recortar su presupuesto, dejarlo como un inválido, estrangularlo, de suerte que no pueda ya cumplir sus atribuciones. ¡Glorioso triunfo del autoritarismo que con el Plan B, puede despedir a miles del personal profesionalizado, que por años se ha capacitado para operar el proceso electoral. ¡Un golpe mortal a la democracia! Las masivas concentraciones en el Zócalo de la capital y en las más de cien ciudades en México y en el extranjero, le tienen sin cuidado. Solo responde con denuestos: somos conservadores e incluso delincuentes.
Imagínense el lector: los votos de los mexicanos que viven en el extranjero quedan en manos del secretario de Relaciones Exteriores, un lacayo de López que hará con las urnas lo que le venga en gana.
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López, supuesto luchador social, en apariencia demócrata, se ha convertido en el sepulturero de sus ‘anhelos’. Esas son sus convicciones. Infatigable, cada mañana desde el púlpito de Palacio Nacional nos apalea con sus clichés, tan desgastados como su propio ‘gobierno’. Los sociópatas son así: víctimas de sus rencores, de sus caprichos, de una amnesia, que la historia le cobrará más caro que el costo del INE. La historia es más cara y más cruel.
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Para detener al dictador en ciernes, solo contamos con la Suprema Corte, cuya presidenta, Norma Piña, parece no estar dispuesta a doblegarse ante López y su Plan B. Defender a la constitución. No me cabe la menor duda, a despecho de las amenazas y el descrédito proveniente de López. Por fortuna, la multiplagiaria Yasmín Esquivel, aunque, por cínica, no ha renunciado, ahí permanecerá, con un desprestigio que no borrará jamás.