En una de tantas ‘conferencias de prensa’, el presidente declaró que el rechazo a la reforma eléctrica significaba una ‘traición a la patria’. Si lo dijo en broma, qué mal gusto; si fue enserio, parecería que ha perdido la razón. Pues tal traición es un delito grave que comete quien atenta contra la soberanía, la integridad o el honor de la Nación…
Como afirma Guillermo Cabanellas de Torres, tal delito se reserva para juzgar penalmente a quien pone al Estado al servicio de extraños, así como la rebelión o el alzamiento contra el régimen o el gobierno. Pero el solo disentir de una propuesta del Ejecutivo, no tanto para nacionalizar la industria eléctrica, pero sí para estatizar el control no significa traicionar a la patria. Ya sabemos que controlar todo es la obsesión del tabasqueño.
Imaginemos que tomara en serio eso de la traición, todo lo que implicaría, desafueros, denuncias ante la fiscalía, juicios, amparos… Los legisladores críticos están a un paso de la guillotina. Por eso Rocío Nahle se ha visto obligada a matizar: el mercado de la energía eléctrica, aunque bajo el control de la CFE corresponderá en 46% a los particulares y el 54% al Estado. En ese sentido, la misma funcionaria aclara: “no se nacionalizará ni un tornillo”.
¿Será para bien de la comunidad todo este enredo? Pronto lo sabremos. Aunque sigue pendiente el uso de energías sucias y, por ende, contaminantes por parte de la Comisión Federal de Electricidad.