No recuerdo haber coincidido con ninguna postura pública de Kuri, ni como senador ni ahora como gobernador. Cíclicamente he manifestado mi desacuerdo con su gobierno. Reconozco que cuando alguien hace una autocrítica adopto una actitud personal de simpatía. No regateo mi aplauso, hasta de pie, a una reciente declaración de Kuri. En la toma de protesta del Consejo de la Cámara Nacional de Comercio (CANACO). Señaló que los resultados electorales, son una llamada de atención para todos, por supuesto para el país y para su gobierno. El reto para el país es contar con un partido hegemónico y localmente una cantidad de diputados de oposición. Kuri convoca a los poderes fácticos, ante un poder Legislativo controlado y una Suprema Corte prácticamente borrada en su misión de contrapeso.
Vale preguntarse ¿Por qué este interés de invitar, principalmente de los empresarios, a participar en política, concretamente en la defensa de nuestra democracia y en uno de sus principios fundamentales, la división de poderes? Un primer aviso ha sido la reacción de los mercados y la confianza en los inversionistas nacionales y extranjeros. El peso se depreció y la bolsa de valores se sacudió. El talante autoritario del Presidente y de su heredera no se habían conmovido ante el llamado al respeto a la Suprema Corte, de opositores y académicos, como ahora lo hizo ante el capital nacional e internacional.
No hay duda que la empresa privada, además de su vocación por generar riqueza y empleo, es la ganancia personal del empresario. Es el núcleo de su tarea. El capital empezó a interesarse en la cosa pública, cuando los problemas desbordaron su esfera particular de empresa y personal. Cuando a María Antonieta le informaron que las protestas eran porque no había pan, su solución fue: “Que compren pasteles”.
Un solo ejemplo, ante el cambio climático, no se salvan los pobres ni los ricos. No podrían decir; “Si tienen mucho calor, pongan aire acondicionado”. Para la inversión, para los empresarios la democracia, la división de poderes, los órganos autónomos son fundamentales, los desbordan del interés frente a sus narices: la ganancia. Su compromiso social ya va más allá de su filantropía y les obliga a pugnar por la democracia. Bajo un gobierno autoritario, no hay posibilidad de defensa ni de reclamo, manejan la política y la economía a su capricho, con los resultados conocidos: Cuba, Venezuela, Nicaragua.
La pregunta sería, estamos ante un nuevo contrato social en el que la presencia del capital privado tiene un nuevo peso que es necesario reconocer e incluso de alentar. ¿Cuáles son sus limitaciones? ¿Cuales sus posibles estrategias? Lo analizamos después. Felicidades a Kuri por abrir el debate.