REFLEXIONES
Hoy es la Nochebuena.
Sobre la persona o figura de Jesús se han escrito, tantas páginas, que fácilmente cubriríamos la Tierra completa, que “No Existió”, que no es posible que haya nacido de una mujer sin que ella haya perdido su pureza o Virginidad, que el Libro mas importante del Cristianismo “La Biblia” dicen que se escribió más de cien años después de su muerte , que en 33 años solo logró conseguir 12 “Apóstoles” y como esas expresiones se lograron reunir toda aquellas que hasta hoy no han logrado que desaparezcan ni el Mensaje de AMOR, ni el mensajero, pues mientras uno de nosotros exista y lo practique jamás perecerá.
Jesús de Nazaret, también conocido como Jesús Cristo Jesucristo, es la figura central del cristianismo y una de las más influyentes de la cultura occidental. Según la opinión mayoritariamente aceptada en medios académicos, basada en una lectura crítica de los textos sobre su figura, Jesús de Nazaret fue un predicador judío que vivió a comienzos del siglo I en las regiones de Galilea y Judea, y fue crucificado en Jerusalén en torno al año 30, bajo el gobierno de Poncio Pilatos. Para la mayoría de las denominaciones cristianas, es el Hijo de Dios y, por extensión, la encarnación de Dios mismo. Su importancia estriba asimismo en la creencia de que, con su muerte y posterior resurrección, redimió al género humano. El judaísmo niega su divinidad, que es incompatible con su concepción de Dios. En el islam, donde se lo conoce como Isa, es considerado uno de los profetas más importantes.
Lo que se conoce de Jesús procede casi exclusivamente de la tradición cristiana —aunque se le menciona en fuentes no cristianas— especialmente de la utilizada para la composición de los evangelios sinópticos, redactados, según opinión mayoritaria, unos treinta o cuarenta años, como mínimo, después de la muerte de Jesús. La mayoría de los estudiosos considera que mediante el estudio de los evangelios es posible reconstruir tradiciones que se remontan a contemporáneos de Jesús, aunque existen grandes discrepancias entre los investigadores en cuanto a los métodos de análisis de los textos y las conclusiones que de ellos pueden extraerse.
Dios envío a Jesús, su Hijo, para vivir la vida perfecta que nosotros no podíamos y para morir la muerte que nos merecíamos. Cuando aceptamos el sacrificio de Cristo, tenemos acceso a la vida eterna.
Mediante la vida de Cristo, de perfecta obediencia a la voluntad de Dios, sus sufrimientos, su muerte y su resurrección, Dios proveyó el único medio válido para expiar el pecado de la humanidad, de manera que los que por fe acepten esta expiación puedan tener acceso a la vida eterna, y toda la creación pueda comprender mejor el infinito y santo amor del Creador. Esta expiación perfecta vindica la justicia de la ley de Dios y la benignidad de su carácter, porque condena nuestro pecado y al mismo tiempo hace provisión para nuestro perdón. La muerte de Cristo es vicaria y expiatoria, reconciliadora y transformadora. La resurrección de Cristo proclama el triunfo de Dios sobre las fuerzas del mal, y a los que aceptan la expiación les asegura la victoria final sobre el pecado y la muerte. Declara el señorío de Jesucristo, ante quien se doblará toda rodilla en el cielo y en la tierra (Juan 3:16; Isaías 53; 1 Pedro 2:21-22; 1 Corintios 15:3-4, 20-22; 2
Corintios 5:14-15, 19-21; Romanos 1:4; 3:25; 4:25; 8:3-4; 1 Juan 2:2; 4:10; Gálatas 2:15; Filipenses 2:6-11).
En Belén, nace JESÚS el Hijo de Dios. Lo hace de una mujer virgen: MARÍA, esposa de JOSÉ.
“En múltiples ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por su Hijo…” -dice la carta de San Pablo a los Hebreos. Así, en Belén, en tiempo del emperador AUGUSTO, nace JESÚS -el Hijo de Dios, la Palabra, el Verbo, se hace hombre-. Quiere hacerlo de una mujer virgen y escoge a MARÍA, esposa de JOSÉ, el carpintero, de la estirpe de DAVID. MARÍA y JOSÉ viven en Nazaret, ciudad de Galilea, pero un censo de la población decretado por la autoridad competente (747 a.u.c. -ab urbe condita- o sea, años contados desde la fundación de Roma) les ha obligado a trasladarse a Belén de Judea para empadronarse en la ciudad de su estirpe. Entre las fechas que se han barajado para su nacimiento, el 6 a C (748 a.u.c.), es la más probable ya que JESÚS nace antes de la muerte de HERODES el Grande -¿cuánto tiempo antes?- y este morirá -como está muy comprobado en el año 750 a.u.c. o sea, el 4 a C).
Los “Reyes Magos” vienen a adorarle. Pueden haber iniciado su viaje en Hamadán, Ahwaz o Basora.
En relación al acto de adoración que JESÚS recibe de unos magos de oriente, los estudiosos del mundo antiguo creen que los “Reyes Magos” podrían haber iniciado su viaje en Hamadán, Ahwaz o Basora. Concretamente el Evangelio de Mateo será la única fuente bíblica que mencione a unos magos quienes, tras seguir una estrella, buscan al «Rey de los Judíos que ha nacido» en Jerusalén, guiándoles dicha estrella hasta Jesús nacido en Belén, y a quien ofrecen ofrendas de oro, incienso y mirra.
Los habitantes de Judea viven en una constante excitación mística ante la expectativa del Mesías.
Los habitantes de Judea (región de Palestina) viven en una constante excitación mística ante la expectativa de que aparezca un descendiente del rey David (que reinó en el país mil años antes). Ese sería el “Mesías” (“el Ungido”). Con el paso del tiempo, la imagen del Mesías prometido, se ha ido achicando en las estrechas mentes de los hombres. Lo que la inmensa mayoría de judíos espera, en este tiempo, no es ya un magnánimo Rey de reyes, un Salvador universal, sino un simple liberador nacional. Una vez se produzca su advenimiento, el Mesías logrará más o menos milagrosamente que Judea sea libre e independiente, y encabezará un despertar universal que encamine a todos los hombres al judaísmo. En un momento u otro, a muchos individuos se les ha considerado el esperado Mesías, y Judea se halla en un estado de semi insurrección como resultado de ello. Los grupos dirigentes tratan desesperadamente de eliminar a todos los supuestos Mesías, a fin de que Roma no pierda la paciencia y aplaste el país.
El Sanedrín se reúne en sesión extraordinaria para tratar sobre la supuesta resurrección de Lázaro.
CAIFÁS, el sumo sacerdote de los judíos, siendo saduceo, no cree en la resurrección de los muertos, como sí creen en ella los fariseos. Las noticias sobre una supuesta resurrección de Lázaro realizada por su amigo JESÚS, alarman a los sacerdotes al punto de que el Sanedrín (tribunal supremo de los judíos) se reúne en sesión extraordinaria, presidida por CAIFÁS, en su calidad de sumo sacerdote en ejercicio. Anás, también sumo sacerdote -ya que el título se preserva de por vida- aunque retirado, también asiste. Sepulcro de Cristo: Los evangelios sinópticos coinciden en que, a medida que la noche se acercaba después de la crucifixión, José de Arimatea pidió a Pilatos el cuerpo de Jesús y, después de que Pilato concedió su petición, lo envolvió en una sábana y lo pusieron en una tumba.10 Esto estaba de acuerdo con la ley mosaica, que establece que no debe permitirse que una persona colgada en un madero permaneciera allí por la noche, sino que debía ser enterrada antes del ocaso.11 En Mateo, José es identificado como un hombre «que también había sido discípulo de Jesús» (Mateo 27, 57-61.); en Marcos, como un «miembro noble del concilio (Sanedrín), que también esperaba el reino de Dios» (Marcos 15, 42-47.); en Lucas, como «miembro del concilio, varón bueno y justo. Este, que también esperaba el reino de Dios, y no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos» (Lucas 23, 50-56.); y en Juan, como «discípulo de Jesús» (Juan 19, 38-42.). El Evangelio de Marcos dice que cuando José de Arimatea pidió el cuerpo de Jesús, Pilatos se sorprendió que Jesús ya estuviera muerto, y él llamó al centurión para confirmar esto antes de dar el cuerpo a José. En el Evangelio de Juan, se hace constar que José de Arimatea fue asistido en el proceso de enterramiento por Nicodemo, quien llevó una mezcla de mirra y áloe e incluyó estas especias en la ropa de entierro por las costumbres judías (Juan 19, 38-42.).
Como Ven si seguimos investigando llegaremos siempre al mismo punto, es tan grande el Mensaje que la Historia se “Partió” y ahora tenemos A. de C. y D de C.
Nos seguimos leyendo Felicidades