El próximo sábado 12 de diciembre se cumplirán cien años del natalicio de uno de los personajes más importantes del siglo XX queretano: José Guadalupe Ramírez Álvarez el eminente catedrático, historiador, cronista, periodista y abogado José Guadalupe Ramírez Álvarez, autor de más de 20 libros imprescindibles sobre la historia local y nacional. La efeméride da oportunidad a este columnista de enmendar su omisión de hace ocho días al mencionar a los principales tribunos del estado, en el marco del Tercer Concurso Interuniversitario de Oratoria y Debate celebrado en el Centro Universitario, obra magna del también ex rector, dueño de gran cultura y del don de la palabra, que hacían juego con su magnífica voz, recursos empleados brillantemente para convencer al presidente Luis Echeverría Álvarez de la necesidad de construir el campus.
La obra que se levanta en el Cerro de las Campanas, magnífica e imperecedera, se debe sí al apoyo y acuerdo del gobernador Juventino Castro Sánchez pero sobre todo al discurso pronunciado ahí mismo por el maestro José Guadalupe Ramírez Álvarez el 15 de mayo de 1972 ante el primer mandatario. Que así como Juárez, le dijo, ordenó lanzar fuego y metralla en esa colina, para acabar con Maximiliano y su imperio, “a él, Luis Echeverría, le correspondía ordenar que se lanzara cemento, arena, cristales, hierro, para construir aulas, porque ahí se iba a hacer nuevamente México”.
Ante tan sugestivo argumento, Echeverría -hoy decano de los presidentes, a sus 98 años- aceptó la provocación y el 20 de septiembre de ese mismo año recibió a los representantes de alumnos y maestros de la UAQ en Los Pinos. Todavía ahí, como si no fuera suficiente, don Guadalupe expuso que la máxima casa de estudios tenía tres mil alumnos y una superficie de seis mil metros cuadrados, dos metros por estudiante, como en los panteones.
El presidente lo interrumpió: “ya no necesita…ya no me diga más. Va a tener todo”.
Y al modo: ¿Traen los planos? Sí.
¿Tienen los presupuestos? Sí.
¿Cuándo podemos empezar?
Mañana.
¡Empiecen mañana!
La espléndida anécdota nutre el libro “El estilo personal de gobernar” de Daniel Cosío Villegas y es suficiente para reconocer la aportación de José Guadalupe Ramírez Álvarez, que en el proyecto de memorias dictadas a su discípulo Pedro Jesús Montiel Cárdenas (+), afirmó orgulloso: “Porque indiscutiblemente, aunque lo nieguen, aunque lo que sea, han sido obra mía, el Centro Universitario y los periódicos de Querétaro, Amanecer y Diario”.
Así quedó también registrado en la semblanza escrita por este columnista para el segundo tomo de la colección de libros “Querétaro en el siglo XX, personajes de la vida cotidiana”, editados en el año 2013 por la administración del gobernador José Calzada Rovirosa con la coordinación del cronista Andrés Garrido del Toral y del secretario técnico del gobierno, Juan Antonio Isla Estrada.
Tarea grata y sencilla siendo Ramírez Álvarez -hoy inquilino del Panteón de los Queretanos Ilustres- uno de nuestros personajes favoritos, imprescindible no para contar la centuria pasada sino para entender la queretanidad.
Muerto la mañana del domingo 18 de mayo de 1986 a los 66 años a causa de una leucemia que la maledicencia catalogó como Sida, José Guadalupe era el último de 12 hermanos y guadalupano por destino (nació, como le contaba antes, el 12 de diciembre de 1920, hace ya casi un siglo) el primer cronista estatal de Querétaro, que recibió esta encomienda, “la más bonita de todas”, del gobernador Antonio Calzada Urquiza.