El mega pancho que se ha armado con las acusaciones que desde la Suprema Corte se han venido haciendo en contra de los presuntos contubernios del ministro en retiro, Arturo Zaldívar, con personajazos como Julio Scherer y Carlos Alpizar y el propio presidente López Obrador, es un enredo político que puede tener serias consecuencias, jurídicas y electorales, de no aclararse convenientemente.
El lunes en su gustado programa Chumel Torres reconoció la habilidad periodística de Joaquín López Dóriga para que, en la entrevista que le hizo al multimencionado Zaldívar, no se le fuera a salir por peteneras el que, hasta hoy, sigue siendo la piedra en el zapato de la candidata puntera Claudia Sheinbaum.
Dijo Chumel de manera concluyente comenta la entrevista de Joaquín a Zaldívar: ¡por algo le dicen el Teacher¡
La columna de Raymundo Riva Palacio publicada ayer, no solo es harto reveladora de los contubernios señalados. Es hasta temeraria.
Dice Raymundo:
“Lo más delicado y grave de la investigación de la Suprema Corte de Justicia sobre el exministro Arturo Zaldívar, sus operadores políticos y el exconsejero jurídico de la Presidencia, Julio Scherer, se encuentra en un breve párrafo en la página cinco del documento, que si la pesquisa llegara al fondo de lo que toca por encima, se podría configurar un caso extraordinario de corrupción institucional desde los más altos niveles del Estado mexicano. Contenido en las imputaciones contra Carlos Alpízar, brazo derecho de Zaldívar y ex secretario general del Consejo de la Judicatura, dice: “Organizaba reuniones entre juzgadores y autoridades del Ejecutivo (Sedena o Gobernación), especialmente en materia mercantil y penal, con el propósito de socavar la independencia de los juzgadores bajo el argumento de ‘sensibilizar’”.
A lo que se refiere es a la Mesa de Judicialización, un invento de Scherer, que atendía los casos de interés político del presidente Andrés Manuel López Obrador. El método empleado era la fabricación de casos con información cierta o falsa de la Unidad de Inteligencia Financiera y del Centro Nacional de Inteligencia, que se entregaba a la Fiscalía General de la República para abrir las carpetas de investigación. Luego, el papel de Zaldívar era el de instrumentar esos casos en el Poder Judicial para encontrar culpables. Zaldívar era el último brazo de López Obrador para atacar a sus enemigos y alcanzar sus objetivos.”
De no quedar aclarado lo que revela Riva Palacio, la pregunta es: ¿Con las elecciones encima y casi al final del sexenio, en dónde quedará parada la 4T?
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