ANTORCHA CAMPESINA
Campesinos queretanos, en el olvido
Se agudiza cada vez más la situación del campo mexicano. La política neoliberal aunado a la incorporación desventajosa de México en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ha empeorado aceleradamente la ya de por sí complicada situación de los campesinos, concentrándose en ellos la pobreza, la marginación y la exclusión social.
Todos los programas de gobierno destinados al desarrollo del campo, administrados por la SAGARPA y otras dependencias del gobierno, como Conaza, Fappa, Pimaf, Procafé, financiados con los impuestos de todos los mexicanos, son utilizados para beneficiar a los que más tienen, a los grandes productores y no para sacar del hoyo a los más rezagados como debiera de ser, y los pocos que sí llegan a los campesinos son usados como mecanismo de control político de los gobiernos en turno; se los otorgan sólo quienes votaron o se comprometen a votar por quienes tienen el poder en sus manos.
Hay una total ausencia del Estado como árbitro para controlar y regular la vida social y económica del los campesinos. Mientras los agricultores ricos hacen producir la tierra con el apoyo oportuno de Sagarpa, Fira, Firco, Focir o la banca privada, a través de créditos con bajo interés para la adquisición de insumos y maquinaria agrícola moderna y eficiente, los campesinos pobres trabajan para sobrevivir, para el autoconsumo. Con tecnología atrasada, en tierras de temporal producen poco, y cuando producen, los precios de garantía de sus cosechas son bajos, como en el caso de los productores de maíz, frijol y café.
Un claro ejemplo de abandono y exclusión social en el estado, es la que viven actualmente varias sociedades de campesinos pobres de Cadereyta, 3 de ellas indígenas (Xidhí, Xodhé y Boyé), que decidieron incorporarse al Movimiento Antorchista para rescatar de la Conagua, un volumen de 400 mil metros cúbicos de agua para hacer más productivas sus tierras y que quienes tuvieron el poder municipal, hace más de tres años les habían robado para repartírselas entre ellos.
Gracias a su decisión y valentía para organizarse en el antorchismo queretano, hoy, los más de 160 campesinos integrados en 7 sociedades de producción cuentan ya con los permisos para explotar 300 mil metros cúbicos y 9 millones de pesos para las perforaciones, 4.5 millones gestionados en por diputados federales antorchistas y otra cantidad igual del programa “peso a peso” del gobierno estatal, para hacer sus sueños realidad; convertirse en campesinos productivos para mejorar sus condiciones de vida y la de sus familias, cosas que por los montos difícilmente lograrían desorganizados y cada quien por su cuenta.
Sin embargo, en lugar de preocupación, atingencia y deseos de contribuir para aliviar las necesidades de los campesinos cadereytenses, quienes tienen el poder y el dinero en sus manos de este gran proyecto, más bien parecen gozar con su sufrimiento. Ante la exigencia de los campesinos, el gobierno plantea una serie de enredos para obstaculizar su realización. A través de la SEDEA se desdice de sus compromisos. Lo que alcanzaba para perforar 7 pozos ahora sólo le alcanza para 4 o 5; los permisos para perforar pueden caducar y responsabiliza a los campesinos; manejan la posibilidad de que dos comunidades obtengan agua del vaso de la presa cuando no hay proyecto para eso y llama a los campesinos a platicar por su cuenta.
Obvio, los campesinos no han cedido ni van a ceder. ¿Por qué cuando los estos anduvieron desesperados tocando puertas durante dos años en todas las dependencias y con todos los políticos poderosos no se aparecieron para ayudarles a rescatar su volumen de agua? Por qué el gobierno estatal en lugar de hacerle al misterioso para convencerlos de que se desorganicen y se alejen de Antorcha, no se pone a trabajar en serio para apoyar para aliviar los males de los campesinos queretanos?
jerogurrola@yahoo.com.mx
@jgurrolagrave