ANTORCHA CAMPESINA
El PAN no aprende
Según el artículo 13, fracciones 1 y 3 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión; derecho que comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito, en forma impresa, artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección. No se puede restringir el derecho de expresión por vías o medios indirectos como el abuso de controles oficiales o particulares de papel para periódicos, de frecuencias radioeléctricas, o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por cualesquiera otros medios encaminados a impedir la comunicación y la circulación de ideas y opiniones”.
Para la Corte Interamericana de Derechos Humanos la libertad de expresión es piedra angular en la existencia misma de una sociedad democrática. Es indispensable para la formación de la opinión pública y para que la comunidad, a la hora de ejercer sus opciones, esté suficientemente informada. Considera que una sociedad que no está bien informada, no es plenamente libre. La libertad de expresión es no sólo un derecho de los individuos sino de la sociedad misma. Pero contrariamente a ello, aunque todos los funcionarios, sobre todo los de derecha dicen estar de acuerdo en este principio, en los hechos, por su extracción de clase, odian que el pueblo “inferior” a ellos, aunque sea el que los mantenga, les diga la verdad por cualquiera de las formas.
Les hiere en lo más profundo cuando el pueblo expresa sus inconformidades como ha hecho el movimiento antorchista en las últimas semanas al denunciar ante la población que el gobierno estatal que encabeza Francisco Domínguez Servién se niega a resolver tres puntos muy importantes que desde hace casi dos años le han solicitado los antorchistas del estado: aplicación inmediata de poco más de 60 millones de pesos gestionados en el gobierno federal por diputados federales antorchistas para pavimento de caminos; aulas y laboratorios de una escuela; construcción de un COBAQ; solución al pliego de demandas entregado desde el inicio de su gobierno e intervención con los alcaldes panistas, Mauricio Kuri de Corregidora, Marcos Aguilar de Querétaro, Alejandro Ochoa de Colón, Enrique Bolaño de Cadereyta, Rosendo Anaya en Amealco y Guillermo Vega en San Juan del Río, para que atiendan las necesidades de sus gobernados.
Tan pronto como la gente intenta poner en práctica las tan llevadas y traídas “democracia” y “libertad de expresión”, es inmediatamente reprimida con granaderos, perros de ataque y cárcel como han hecho los campeones de la intolerancia y el acoso, Guillermo Vega, Alejandro Ochoa y Mauricio Kuri, que hasta cámaras ha colocado junto al domicilio de Sonia Juárez Serrano, dirigente antorchista en Corregidora, en lugar de ponerlas en zonas con alto índice delictivo.
De entre lo terrible que significa vivir en el acoso de estos señores con orden y consentimiento superior, destaco algunas lecciones cosas positivas: que se evidencian como lo que son; individuos con muy poco entendimiento, que creen que el poder es para toda la vida, y que el pueblo difícilmente confiará en ellos para otro período de gobierno; que gracias a sus acciones contribuyen a la educación del pueblo, llevándolo a que entienda a que no le queda de otra, que, o se organizan entre sus iguales para arrancarles lo mínimo necesario para mejorar sus condiciones de vida, o se resignan a vivir siendo víctimas de políticos arribistas, y finalmente; que el pueblo jamás debe confiar y votar por un candidato que no sea de su clase.
Los panistas no aprenden, cegados por el poder, pierden el piso y olvidan las lecciones del pueblo. Pronto olvidaron que a consecuencia del mal gobierno y la actitud represora y fascista del también panista, Francisco Garrido Patrón, los queretanos, hartos, los echaron del poder. De nuevo, todo apunta hacia allá.