ANTORCHA CAMPESINA
¿En la elección, pesa más la marca que la persona?
Apenas concluidas las campañas más grandes, costosas y complejas en la historia de México iniciadas en diciembre pasado, para las que de acuerdo con el Instituto Nacional Electoral (INE), se destinaron más de 24 mil millones de pesos del presupuesto federal, que incluye 6 mil 700 millones de pesos para los 9 partidos políticos y los candidatos independientes, donde este 1 de julio podrán votar 88 millones de mexicanos registrados en el padrón electoral por 3 mil 406 cargos de elección popular (sin contar regidores y síndicos municipales) que incluye al Presidente de la República, 500 diputados federales, 128 senadores, 9 gubernaturas, 972 legisladores de 27 congresos locales y 1,596 ayuntamientos que suman 629 cargos federales y 2,777 locales.
Como se sabe, el PRI y el PVEM van con su candidato José Antonio Meade Kuribreña; el PAN, PRD y Movimiento Ciudadano con Ricardo Anaya, y Morena con el PT y el PES apoyando a Andrés Manuel López Obrador. Durante todo este tiempo se han difundido casi 60 millones de promocionales en radio y televisión para los candidatos y propuestas de los 9 partidos, candidatos independientes y autoridades electorales, que equivalen a 497 mil horas de transmisión de publicidad electoral en más de 3 mil estaciones de todo el país o a más de 20 días continuos. Al PRI le corresponden 2.8 millones de promocionales, 2.1 millones al PAN, 1.2 millones al PRD, 1.07 millones a Morena, 958,000 al Partido Verde, 889,000 al Movimiento Ciudadano, 687,000 a Nueva Alianza, 653,000 a Encuentro Social y 615,000 al Partido del Trabajo.
Pero, a pesar de este enorme gasto en propaganda impresa, en medios y redes, ¿el electorado decidirá su voto pensando en la persona o en el partido? ¿Cuántos políticos se ven afectados por el hartazgo del electorado hacia sus respectivos partidos por no atender sus necesidades y verse involucrados en actos de autoritarismo y corrupción? Llama la atención por ejemplo, cómo muchos de los candidatos, conscientes del desgaste de sus respectivos partidos y en el afán de ganar la simpatía de los electores, al presentarse, hacen malabares discursivos para anteponer su persona y su trayectoria en la administración pública, si la tienen, haciendo a un lado al partido que representan, y en no pocos casos, señalando como mérito el no haber ocupado antes ningún cargo de representación popular como prueba de honestidad y de no estar involucrado en actos de corrupción.
Además, en su intento por desmarcarse de sus partidos se presentan como candidatos ciudadanos y evitan utilizar en su propaganda e imagen personal los colores de sus fuerzas políticas. Y llama la atención también que en no pocos casos, muchos candidatos locales de los partidos con más desgaste, con tal de que los ciudadanos voten por ellos, aceptan que sus seguidores voten por candidatos distintos e incluso opuestos al suyo para otros puestos. Sin embargo, por más maniobras e intentos que hacen, la ciudadanía no olvida los maltratos y los agravios de que han sido víctimas, por eso, seguramente el próximo domingo buscará castigar las malas y desatinadas decisiones de los políticos que la han puesto en serios aprietos en temas tan sensibles como la salud, la educación, el transporte, la basura, las vialidades, la falta de servicios públicos y sobre todo, en la falta de transparencia en el gasto de los recursos del erario.
Salvo su mejor opinión, me parece que los 60 millones de promocionales de los partidos, ni los más de 24 mil millones de pesos, producto del esfuerzo y del trabajo de los mexicanos, destinados a las campañas políticas, que muy bien pudieran destinarse a la construcción de escuelas, hospitales, u otras obras en beneficio de los que menos tienen, serán determinantes en la decisión del electorado para elegir a sus próximos gobernantes.