ANTORCHA CAMPESINA
Pobres, objeto de manipulación
Sin duda, hay un especial interés de los candidatos a la presidencia de la república por convencer a los grandes empresarios mexicanos de sus propuestas de gobierno. El pasado 5 de agosto, en una reunión privada de casi tres horas en el Club de Empresarios México, Andrés Manuel López Obrador, candidato de la coalición “Juntos Haremos Historia” se reunió con el Consejo Mexicano de Negocios (CMN), que aglutina a los 100 hombres y mujeres generadores de más de un millón de empleos y con el mayor poder económico del país, para invitarlos a que se sumen a su proyecto político y lograr una relación de cooperación entre el sector privado el público.
En dicho encuentro estuvieron presentes 40 grandes empresarios como: Alejandro Ramírez, director general de Cinépolis y presidente del CMN, Carlos Slim Domit, dueño de TELMEX, Eduardo Tricio Haro, presidente de Lala y accionista de Aeroméxico y Citibanamex; Claudio X. González, presidente del Consejo de Administración de Kimberly Clark, Germán Larrea, dueño del Grupo México, y Alberto Baillères, del Grupo Bal, Grupo Peñoles, Fresnillo y Palacio de Hierro, Emilio Azcárraga Jean, propietario de Televisa; Valentín Díez Morodo, dirigente del Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior y Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial.
Estos dueños del dinero coincidieron con López Obrador en que se debe acabar con la corrupción y la impunidad, en que haber crecimiento económico, empleos y garantizar el bienestar. Contrastantemente, ese mismo día los medios de comunicación destacaron que en México, a pesar de integrar el grupo de las 15 naciones con mayor crecimiento económico en el mundo, sus trabajadores tienen el peor ingreso per cápita, alcanzando un rango de pobreza que suma 62 millones 800 mil personas en esa condición, (a diferencia de los 52 millones que maneja el gobierno), según lo informaron especialistas e investigadores de la UAM, Coneval, de la Cámara de Diputados y de la ONU, que participaron en un foro entorno a la pobreza y sus efectos en el desarrollo, celebrado en San Lázaro.
Allí el coordinador del Sistema de Naciones Unidas, Antonio Molpeceres recordó que en México el diez por ciento de la población se encuentra en pobreza extrema y de ese total el 34.5 por ciento son indígenas, mientras que de acuerdo con lo publicado en este año por la revista Forbes, existen 16 megamillonarios que todos los días incrementan su riqueza. En 2003, se dijo, cuatro personas representaban el 4 por ciento del PIB, y para el 2014 éstos ya representaron el 9 por ciento.
Lo preocupante de todo esto es que no se alcanza a ver el final del túnel para corregir esta terrible desigualdad; no cuando menos en el corto tiempo pues, se sigue insistiendo, particularmente por AMLO, hipócritamente, pues en el debate le descubrieron adjudicaciones directas del segundo piso del periférico por 171 millones de pesos cuando fue jefe de gobierno del D.F., que el peor mal de los mexicanos es la corrupción, situación que de corregirse, como por encanto, resolverá todos los males del país.
Bien dice el dicho popular, que “no hay peor ciego que el que no quiere ver”, y López Obrador, en su intento por llegar a la presidencia de la república, desde ahora ha negociado el futuro de los mexicanos. Como sabemos, vivimos en una sociedad regida por la ley del mercado y bajo una política económica neoliberal impuesta en los últimos sexenios que incrementa y concentra la riqueza mientras los trabajadores reciben salarios de hambre que no les alcanza para alimentar a su familia, mucho menos para costear los gastos de salud, educación, vivienda, transporte, etcétera. AMLO olvidó que dijo a los integrantes del CMN cuando se enteró que apoyarían a otro candidato, “que son una minoría rapaz que tiene confiscadas a las instituciones y de rehén al gobierno, que se oponen a un cambio de régimen porque no quieren dejar de robar y perder el privilegio de mandar”.
AMLO, pues, no se propone ir al fondo; no le preocupa el bienestar de los mexicanos, acabar con la pobreza ni cambiar de modelo económico, le interesa, como todos, llegar al poder para lo mismo que todos. Si así negocia y manipula a los trabajadores desde ahora que es candidato, ¿que les espera en los próximos seis años?