ANTORCHA CAMPESINA
La carrera de Andrés Manuel López Obrador como hacedor de maniobras es muy larga. Se remonta al año 2000, cuando fue Jefe de Gobierno del Distrito Federal, y tras ganar las elecciones presidenciales en julio pasado. Cuando logró la candidatura a jefe de Gobierno, el PAN y el PRI impugnaron su registro. En respuesta, el PRD organizó en mayo del 2000 una consulta para que la gente decidiera si López Obrador cumplía o no con los requisitos de residencia para ser candidato. El 96% votó a favor de la candidatura de AMLO. En su primer año de gobierno, impulsó cuatro consultas públicas, sin que en ningún caso el resultado haya sido adverso al gobierno capitalino. Además hizo consultas sobre revocación de mandato y puso sobre la mesa varias más.
A partir de allí, López Obrador realizó una encuesta para saber si los habitantes de la capital estaban de acuerdo con su política sobre marchas; se aprobó la propuesta de garantizar el derecho de manifestación. Siguió una consulta por teléfono sobre si estaban de acuerdo o no con el cambio de horario de verano, determinando que la capital del país no se sometería al nuevo horario. En noviembre de 2001, realizó una consulta para decidir si era viable o no subir el costo del transporte público en la capital. Obvio, el costo del boleto del Metro subió de 1.50 pesos a 2 pesos.
En 2002 realizó otra consulta, organizada por el Instituto Electoral del Distrito Federal, para acordar la construcción del distribuidor vial “San Antonio”, que también ganó. En el mismo año y en 2004 realizó dos consultas de revocación de mandato. También propuso consultar a los capitalinos sobre la venta de Banamex, sobre una ley de antros en la Ciudad de México y sobre la reducción de la edad penal a los 16 años.
Como Presidente de la República electo, en octubre hizo una consulta para preguntarle a la gente dónde construir el actual aeropuerto: hacer dos pistas en Santa Lucía o continuar la construcción del aeropuerto en Texcoco que impulsó la administración de Enrique Peña Nieto, donde según él, de un millón de participantes, el 69% eligió el proyecto de Santa Lucía y 29% votó por la construcción en el ex lago de Texcoco. Luego sometió a consulta la construcción del Tren Maya, una de las obras más importantes de su gobierno, al igual que la refinería de Dos Bocas, en Tabasco, y del Tren Transítsmico.
Y así ha continuado, preguntando tonterías e imponiendo su voluntad: sobre la plantación de árboles frutales y maderables en un millón de hectáreas; aumentar al doble la pensión de los adultos mayores; el otorgamiento de becas y capacitación laboral; becar a los estudiantes de nivel medio superior; decidir la pensión a personas con discapacidad; si se brinda atención médica y medicinas a población; si se da cobertura gratuita de internet en carreteras; la operación de la planta termoeléctrica en Huexca, Morelos, donde asesinaron al activista Samir Flores, por oponerse.
En su reciente visita a Durango, AMLO, probablemente al recordar que llevaba varias horas sin hacer consultas, y para mala suerte de los habitantes de Matamoros, Torreón, Gómez Palacio y Lerdo, decidió someter a votación “a mano alzada”, la construcción del proyecto de Metrobús que lleva ya un avance considerable y un costo de 3 mil millones de pesos. Su argumento fue destinar el dinero en agua potable y a terminar un hospital. “A ver, nada más para medirle el agua a los camotes, dijo. “Que levante la mano los que consideren que no hace falta el Metrobús. Bajénla. Que levanten la mano los que consideren que sí hace falta el Metrobús”. Se sacudió las manos y sin más, remató, ya no hubo Metrobús! Para todos los casos, su explicación ha sido, la corrupción y fomentar la democracia participativa.
El desastre que trae AMLO por todo el país, lo completan muchos políticos que gastan los recursos, no en las necesidades de la gente que carece de todo, sino en lo que les reditúa más económica y políticamente a ellos, como los alcaldes queretanos que creen que el poder les durará toda la vida: León Enrique Bolaño, de Cadereyta; Alejandro Ochoa, de Colón; Guillermo Vega, de San Juan del Río; Rosendo Anaya, de Amealco y el engrandecido, Roberto Sosa, de Corregidora. ¡Algo los une! ¡Es lo malo de darles poder a tercos e ignorantes!
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