MITOS Y MENTADAS
En mi columna anterior hablé sobre el Plan de Desarrollo Integral del sur de México, El Salvador, Honduras y Guatemala de la CEPAL, presentado en conjunto con el gobierno de México. En ese momento argumentaba que las soluciones al bajo crecimiento económico y la inseguridad debían ser esfuerzos estructurados y promovidos desde los propios países afectados, validados entre su población, legítimos desde la perspectiva de la gestión pública y consistentes con sus legislaciones internas.
Unas semanas después que se presentó este plan, en una revisión a los diarios centroamericanos y un análisis del discurso en dichos países no se percibe que este programa tenga legitimidad y validación interna. ¿Con quién habla México? ¿Están los países centroamericanos sintonizados con su proyecto bandera? Al menos en cinco ocasiones el presidente de México lo ha abordado en conjunto con el canciller Ebrard en su conferencia matutina, muy distante al discurso oficial imperante en los países centroamericanos que en este momento están librando sus propias batallas de protestas en Honduras, elecciones en Guatemala, nuevo gobierno en El Salvador, crisis humanitaria y de seguridad en Nicaragua, etc.
El otro eslabón de este gran plan es el apoyo e inversión de parte de Estados Unidos. Sin embargo, de ese lado el discurso político está concentrado en las próximas elecciones y en particular en el proceso de elecciones primarias. Hay 22 candidatos a la presidencia de parte del partido demócrata, guerra comercial con China y recientemente una nueva crisis militar con Irán. El tema migratorio, desde la perspectiva de planes de desarrollo (que podrían haber sido prioridad en el pasado) está lejos de ser un tema prioritario en la agenda, ni del Congreso, ni en el Senado, ni para el mismo Trump, quién desde el inicio de su gestión recortó todos los apoyos de esta naturaleza a través de USAID y otras agencias de gobierno.
El tema migratorio es un tema muy complejo, la crisis de este siglo, según datos del Banco Mundial hay 29 millones de refugiados (2018) en el mundo. América Latina no está exento de este fenómeno y desde hace mucho se han impulsado fórmulas, programas, iniciativas, sin ningún resultado concreto. El programa Plan Puebla Panamá, que inclusive contaba con un amplio apoyo de la comunidad internacional y de los propios centroamericanos, se convirtió en un catálogo de buenos deseos que nunca llegaron a buen término. El plan suponía 32 proyectos muy similares a los aquí planteados de interconectividad, comunicación, activación económica, etc. Quedaron en los anales de la historia como una lista de buenos deseos. ¿Se está haciendo algo diferente en esta ocasión? En mi opinión, con la experiencia de los esfuerzos que se realizaron en ocasiones anteriores, no.
Al inicio del gobierno de Trump se criticó fuertemente su propuesta de control migratorio, ahora se está retomando esta perspectiva alegando que no se puede permitir la entrada de ninguna persona a un país sin que cuente con los documentos de identificación y los permisos que corresponden. Esta fue y continúa siendo su visión.
El apoyo interregional es positivo, pero debe estar cimentado sobre otras bases, mitigar riesgos, reducir la improvisación y diseñarse de forma conjunta. Cualquier cambio, sobre todo tratándose de estrategias de desarrollo económico y culturales toman tiempo, esto es algo que deberíamos aprender de las culturas asiáticas.
*Esta columna reanudará su publicación el día 12 de Agosto 2019.