MITOS Y MENTADAS
En días recientes AMLO anuncio junto con la CEPAL un plan de Desarrollo Integral del sur de México, El Salvador, Honduras y Guatemala que requeriría una inversión de 10 mil millones de dólares anuales para desarrollar la región y evitar la migración forzada. Entre las inversiones está una terminal de gas natural en Honduras; interconexión del Sistema Eléctrico mexicano al centroamericano; mejoramiento de la infraestructura fronteriza entre México y Guatemala; conectividad ferroviaria entre países del norte de Centroamérica, un gasoducto entre el sur de México y América Central.
Esto ya se ha intentado antes, tanto con estrategias regionales como planes de desarrollo traídas desde afuera como fue el Plan Puebla Panamá que luego mutó en el 2008 al Proyecto Mesoamérica. Ninguno ha funcionado.
Algunas de las causas son: Centroamérica son muchos mundos. Los problemas de seguridad en el triángulo norte que en la década de los 90s empezó como un tema de pandillas es hoy toda una estructura de crimen organizado acentuado en diversas regiones de estos países. Por otro lado, la inestabilidad política, por ejemplo, la vorágine actual en Nicaragua y el ciclo de protestas en Honduras, no ha permitido a sus propios gobernantes establecer planes de desarrollo que cuenten con legitimidad y estabilidad interna, mucho menos regional.
Centroamérica cuenta con el Sistema de Integración Regional que se creó con el propósito de constituirse como una “región de paz, libertad, democracia y desarrollo”. Sin embargo, aún contando con la participación de todos los países y una estructura, ha enfrentado grandes retos para presentar soluciones, o inclusive para ser un espacio de diálogo frente a las crisis de seguridad, migración y políticas. Algunos especialistas en integración argumentan que esto se debe a que entre los países centroamericanos se compite por el mismo mercado, siendo el socio comercial más importante para todos Estados Unidos, distinto a la Unión Europea que son ellos mismos.
Muchos de los proyectos que desde afuera podemos considerar necesarios, por ejemplo, la conectividad regional, tienen aristas políticas y sociales internas que no se resolverán desde afuera, sino que deben responder a dinámicas y decisiones internas.
En el ámbito de seguridad, desde 2008 EUA lleva la Iniciativa de Seguridad Regional para Centroamérica (CARSI, por sus siglas en inglés) un esfuerzo multimillonario, que desde 2016 lleva más de 2 mil millones de dólares en inversión. La iniciativa planteaba “crear calles seguras para los ciudadanos de la región; detener el tránsito del crimen organizado dentro y entre las naciones de América Central; apoyar el desarrollo de gobiernos fuertes, capaces y responsables; restablecer la presencia y seguridad estatal efectiva en comunidades en riesgo; y fomentar mejoras en seguridad, coordinación y cooperación entre los países.” Esta iniciativa ha tenido resultados muy limitados y la oleada de migrantes del triángulo norte este año es un indicador claro que los problemas lejos de resolverse se han agravado.
Las soluciones al bajo crecimiento económico y la inseguridad deberían ser esfuerzos estructurados y promovidos desde los propios países afectados, validados entre su población, legítimos desde la perspectiva de la gestión pública y consistentes con sus legislaciones internas. Al igual que en las adicciones, es la persona adicta la primera que debe tomar conciencia de su condición, buscar su mejoría y comprometerse con un proceso de recuperación, desde afuera pueden estar todas las buenas intenciones y recursos, pero sin eso, no tiene mucho futuro.