MITOS Y MENTADAS
Cambio climático social
Constantemente escuchamos noticias sobre el cambio climático, esto es, transformaciones en el medio ambiente que ponen en riesgo la sostenibilidad de la vida misma en el planeta. Se han propuesto protocolos, como el de Kioto o el acuerdo de París, que intentan llegar a acuerdos internacionales con el objetivo de reducir la contaminación en el mundo.
Mientras esto sucede con el cambio climático ambiental, algo está sucediendo en el mundo que puede ser más problemático en el corto plazo: el cambio climático social.
No es nuevo, pero recientemente está acelerado su crecimiento. Brexit es un ejemplo, también el Make America Great Again (MAGA) de Trump. El reciente voto de los kurdos e incluso el crecimiento de la ultraderecha en Alemania. ¿Un ejemplo más? El voto independentista de Cataluña.
El diagnóstico del cambio climático ambiental, se basa en fuentes claramente identificadas. Sin embargo, el cambio climático social tiene diversos orígenes, que no siempre son fáciles de identificar; y aunque en ocasiones puede arrojar resultados similares, no admite las mismas causas ni motivaciones. El cambio climático social de Brexit no es idéntico al de MAGA ni ambos se parecen al de los kurdos. Y qué decir del agotamiento de partidos políticos tradicionales.
Hoy tenemos ante nosotros un mundo muy complejo, producto de que, entre otros, todos accedemos a información superficial que generalmente no analizamos a profundidad, tal como lo afirma Patricia Greenfield, psicóloga del desarrollo que dirige el Centro de Medios Digitales de la Universidad de California. Aunado a esto, están las expectativas de las poblaciones que se sienten marginadas y engañadas por las promesas no cumplidas de la globalización. Como dice mi amigo y gran pensador David Konzevik, “Los pobres de hoy son ricos en información y millonarios en expectativas”.
Cuando una sociedad espera algo de sus agentes políticos y recibe más información de lo que sucede en otros países, por comparación, se encontrará con que las respuestas a sus necesidades podrían llegar demasiado tarde.
Las sociedades tienen expectativas a resolver a más corto plazo, porque la información instantánea recorta el tiempo de espera de la gente. Para un político, el acceso de las personas a información inmediata pone en riesgo sus promesas, porque la población puede saber qué sucede en tiempo real, en su país y en otros. Los ciudadanos comparan más a menudo y más velozmente; y como se les ha prometido que la globalización es buena, pues quieren lo que otros tienen. Esto está cambiando las relaciones políticas en las sociedades. Y es ahí donde se tocan todos los casos de cambio climático social que he mencionado.
Los enojos y reclamos sociales, así como los sentimientos de exclusión que tradicionalmente se canalizaban a los partidos políticos o eran intermediados por los medios de comunicación, encontraron en las redes sociales un vector para expresarse y organizarse. Los partidos son (¿o eran?) clave en la democracia representativa, pero hoy son lentos para mover las necesidades de las personas, quienes tienen la capacidad de tomar decisiones de manera más veloz con un celular en la mano. Si la gente ve que puede organizarse con sus pares mediante un par de mensajes en WhatsApp, ¿cómo compite un Congreso que toma años para resolver leyes, un burócrata que tarda meses para revisar un expediente, o una escuela sin tecnología?
El cambio climático social es abierto, amorfo, y es ubicuo. Tiempos difíciles se vienen si respondemos lento a demandas urgentes.