Médico desde 1954 y con 93 años de vida, Esteban Paulín Cosío hace la analogía del cuerpo humano y el social para reconocer la nueva enfermedad que se ha infiltrado lentamente en Querétaro, una fuerza realmente grande, a la que en un principio no se le dio la dimensión que ahora tiene: la inseguridad.
Entrevistado por PLAZA DE ARMAS, Radio Once y el Blog Diálogo Queretano, en el primer programa realizado conjuntamente por los tres medios para recuperar la memoria y fortalezas de la queretanidad, el destacado cirujano dijo que la medicina para curarnos de la violencia está en la cabeza de las autoridades y en que todos hiciéramos lo debido, aunque sea una utopía.
Doctor, como su célebre padre que vivió más de un siglo y a siete años de cumplir el centenario, Esteban Paulín tiene fresca la memoria del Querétaro de 50 mil habitantes, de tradiciones profundas y gran influencia religiosa, en el que en donde un homicidio era noticia de meses y hoy es de casi todos los días.
Don Esteban es un hombre lucido, generoso y enterado, de notable longevidad que atribuye al ADN de los Paulín y ésta es la entrevista conjunta, casi de quirófano, realizada en Radio Once al decano de los médicos queretanos, gracias a los buenos oficios del ex gobernador Ignacio Loyola Vera, nuestro anfitrión.
ÉRAMOS 50 MIL
ESTEBAN PAULÍN COSÍO: Yo nací en 1926. Puedo decir que a partir de 1931 tengo recuerdos. El Querétaro de aquél entonces era muy reducido en cuanto a superficie. Los límites eran el Río por un lado, Ezequiel Montes, La Cruz y la Alameda. Y en ese espacio vivíamos posiblemente 50 mil personas. Muchos de nosotros o los que vivíamos en ese cuadro, éramos conocidos, amigos muchos de ellos. A los lados, en las orillas, ahí vivían otras familias, con nopaleras y eso. Ahora, con respecto a las costumbres, se veía una influencia de la educación, principalmente de los aspectos religiosos. Por decir, no solamente por la vida cotidiana, sino las celebraciones, las fiestas y en especial la Semana Santa era una actitud muy devota, de mucho recato. Recuerdo que a partir del miércoles eran lo que llamábamos los oficios y teníamos que ir a la Iglesia mañana y tarde. El viernes había rezos en nuestras casas desde en la mañana, a las tres de la tarde teníamos que recordar la crucifixión y luego en la noche íbamos a un sermón que le llamaban del pésame. Eran cosas largas, cansadas. En fin, por el contrario en diciembre era otra cosa, las posadas y la Navidad. Ya un poco mayores íbamos a los toros. La gente vivía en un espíritu con mucha influencia de la religión. Las cosas fueron cambiando.
PDA: Esto que comenta nos recuerda que en la radio, en aquellos años y posteriores, a las 12 del día poníamos el Ave María, todos los días, y en la Semana Mayor solo se escuchaba música instrumental, de preferencia sacra. Era otro Querétaro.
PAULÍN: Sí y también tenía sus aspectos románticos. Por ahí de los 45, cuando yo tenía 20 años, las serenatas, que eran los jueves y los domingos a las 7 y media de la noche. Y la costumbre era que bajo la música de la banda del estado, dirigida por el maestro Rivas si mal no recuerdo, los jóvenes daban vuela a la plaza en un sentido y las mujercitas en otro, de tal manera que al cruzarnos las saludábamos y si ellas respondían en alguna forma, a veces nos atrevíamos a acercarnos a ellas. Era romántico. Y a veces nos atrevíamos a acompañarlas a su casa y poco a poco se iba estableciendo alguna relación y así se formaron algunos matrimonios.
GONZÁLEZ COSÍO, DETONADOR
ANDRÉS GONZÁLEZ ARIAS: Con su extraordinaria memoria, tres siglos nos contemplan en la historia de Querétaro. ¿Cómo ve este devenir? Las megalópolis hacen perder tradiciones y costumbres.
PAULÍN: Sí, por supuesto que hay una notable diferencia del Querétaro de los años 20 al Querétaro actual. Es otro Querétaro. Porque en aquella época y más o menos los años 60 que vino la expansión con los cambios con la llegada de muchas personas de fuera. Precisamente fue en esa decena cuando se inició la industrialización. El señor gobernador de entonces era Manuel González Cosío y llegó la ICA, presidida por el ingeniero Bernardo Quintana Arrioja. Ellos son los grandes detonadores de la industrialización, uno como gobernador y el otro como el gran empresario que puso en marcha el advenimiento de las grandes empresas, como eran Tremec, Industria del Hierro y tantas otras que hicieron venir a una gran cantidad de empresarios, dirigentes, obreros y comerciantes. En esa decena creció Querétaro de una manera notable. Tan notable que puedo decir por lo que toca a la medicina puedo decir que en el año de 1960 había aproximadamente 30 médicos y en 70 había 400. Es decir que en esa década vinieron muchos médicos especialistas ya, porque más para atrás eran médicos generales que se habían dedicado a una especialidad por circunstancias particulares, pero el cambio fue notable. De tal manera que podemos decir que el Querétaro, de ahí para atrás, tenía mucho de conservador con la influencia de la Iglesia, de la educación religiosa. Y el Querétaro de después de fue haciendo liberal, en cierta forma. De tal manera que el Querétaro de hoy no tiene nada de conservador.
LOS PRIMEROS RAYOS X
EDMUNDO: ¿Cuántos médicos hay actualmente en Querétaro y cómo observas a la medicina actual, con los adelantos técnicos? Las enfermedades de antes y las actuales?
PAULÍN: Hay una gran diferencia. En aquellos años de 1931-32 fue cuando comencé a contemplar la forma del ejercicio profesional por la circunstancia de que todavía mi papá tenía el consultorio en la propia casa en donde vivíamos; de tal manera que todos los días en la mañana veía la sala de espera y el cubo del zaguán con muchas personas del campo, vestidos de charro, empistolados, militares, curas y también indias con sus críos. Después de la sala de espera, mi padre tenía su despacho. Luego tenía sala de exploración física y de curaciones, y ya en el año 29 había puesto el primer aparato de rayos X que llegó a Querétaro, un aparato de instalación aérea que nos impresionaba a todos, que comenzó –decían los rancheros- a transparentar a las personas. Y era impresionante ver latir al corazón. La medicina de aquél entonces dependía fundamentalmente de lo que era la clínica médica que se basaba en el razonamiento, la lógica, la observación y la cuidada detección de todos los síntomas y manifestaciones de la enfermedad, a base del interrogatorio, la exploración física, la auscultación, la palpación y luego la integración de un concepto de diagnóstico prioritario, luego las otras alternativas y la selección del medicamento, porque las bases de confirmación clínica todavía no las había. Las pruebas de laboratorio en aquellos años eran muy escasas. Y con respecto a si la patología o sea las enfermedades han cambiado, ¡notablemente! En aquellos años predominaban las enfermedades infecciosas. Lo que se veía todavía cuando yo llegué en 1954 a ejercer la medicina en Querétaro, lo que veíamos todos los días eran tifoideas, tuberculosis, enfermedades infecciosas. Había mucha amibiasis y las amibas solían emigrar hacia el hígado y formar grandes colecciones de pus. De manera que teníamos que puncionar o abrir quirúrgicamente. Todo eso se fue acabando gracias al advenimiento de los antibióticos y los antiparasitarios. Ahora, por el contrario, lo que se ve son las enfermedades crónicas, las de la vejez. La vida se ha prolongado mucho gracias al desarrollo y progreso de la medicina. Lo que se ve son hipertensión diabetes, arterosclerosis, cáncer. Y el ejercicio de la medicina también ha cambiado mucho.
INSEGURIDAD, PUS DE HOY
PDA: De ese Querétaro, ahora que usted hablaba del cuerpo humano, de la pus y de la transparentación, estaba pensando cómo han evolucionado la ciudad y el estado, padeciendo nuevas enfermedades también, como la de la violencia. Hace años era una noticias de meses que alguien fuera asesinado. Ahora es de todos los días. ¿Cómo ve usted como parte de la queretanidad esta evolución y el surgimiento de nuevas enfermedades de la sociedad?
PAULÍN: Así lo es. Es ciertamente una enfermedad que se fue infiltrando lentamente y creo que en un principio se le dio menos importancia y que no se llegó a creer en las dimensiones que ahora tiene, porque se puede decir que es una fuerza realmente, algo grande. Pero todos confiamos en el hecho de que una persona se vuelva malo depende de las circunstancias personales. A veces pienso que cuando alguna persona ha cometido un grave error, un delito, poco a poco se convierte en un animal acosado y feroz, y pronto se encuentra a otros en circunstancias semejantes y llega el momento en que encuentra la protección de un grupo poderoso en donde ya pierde completamente su independencia, que está a la orden de aquél grupo y tiene que hacer un asesinato o lo matan a él. De tal forma que toda esa gente quisiera volver a hacer bien y vivir cómodamente con su familia, dando ejemplo a sus hijos, pero ya no puede. Tendríamos que tenderle la mano para ver si pudiera restablecerse la fraternidad entre todos los mexicanos, malos y buenos. ¿Cómo podemos establecer la diferencia entre unos hermanos malos y unos buenos?
PDA: ¿Cuál es, doctor, la medicina para curar a la sociedad? ¿En dónde la venden?
PAULÍN: Eso está en la cabeza de nuestros jefes, de nuestros dirigentes y en la petición de todos los ciudadanos, que nosotros encontremos la forma de solicitarle a las autoridades que todos hiciéramos lo que desearíamos, aunque fuera utopía.
CONTINUARÁ MAÑAÑA
POR: SERGIO ARTURO VENEGAS ALARCÓN