Cubanos en la provincia oriental de Holguín realizaron un funeral el domingo para una profesora de arte y su hija pequeña, los primeros de 67 residentes fallecidos en ser llevados a su ciudad, tras la mayor tragedia aérea en la isla desde 1989 y en la que murieron 110 personas.
Residentes angustiados se reunieron en un centro cultural en la ciudad costera de Gibara para sentarse junto a los restos y consolar a la familia, mostraron fotografías en el periódico oficialJuventud Rebelde, una tradición cubana que fue seguida de un entierro rápido.
La caída de un viejo avión de pasajeros Boeing poco después de su despegue desde La Habana en su ruta a Holguín ha conmovido al país, donde se rezó en servicios religiosos por los muertos y las tres sobrevivientes del accidente.
Las mujeres que sobrevivieron se encuentran en estado crítico y muchos cubanos siguen de cerca su estado a través de las actualizaciones periódicas del hospital.
El domingo fue el segundo y último día de luto oficial para las víctimas, que incluyó a 99 pasajeros cubanos, tres turistas extranjeros -dos argentinos y una mexicana- y dos saharauis que residían enCuba.
Entre los muertos estaban también los seis tripulantes mexicanos de una compañía de Méxicopoco conocida llamada Damojh, que alquilaba el Boeing 737 de casi 40 años a Cubana de Aviación.
La firma ha sido objeto de escrutinio debido a denuncias de problemas de seguridad previos y quejas de antiguos empleados.
Un piloto que solía trabajar para la empresa criticó la falta de un mantenimiento adecuado de los aviones, según el periódico mexicano Milenio.
Damojh no quiso hacer comentarios, mientras que la Dirección General de Aeronáutica Civil de México dijo que se realizaría una nueva auditoría a la compañía para garantizar que todavía cumple con las normas.
La compañía de vuelos seguiría autorizada a volar sus otros dos aviones hasta que concluya la pesquisa, dijo un vocero de la dirección general.
En Gibara, la familia y amigos de la maestra Suyen Lizandra Figueredo Driggs y su hija Alexa Rivas Figueredo lograron algún consuelo el domingo, pero muchos parientes de los fallecidos tendrán que esperar para la identificación, que sigue siendo una tarea ardua por la condición de los cuerpos.
“De todos estos cadáveres, tenemos 20 identificados hasta ahora”, dijo Sergio Rabell, jefe del Instituto Nacional de Medicina Forense, a medios locales el domingo. El proceso, añadió, podría tomar hasta un mes.
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