Se ha dado a conocer el Informe sobre la pobreza, la prosperidad y el planeta 2024 que constituye el primer informe integrado de progreso del Grupo Banco Mundial.
Y una de las conclusiones de este informe es que los países prósperos han avanzado considerablemente en la adaptación al cambio climático, pero los países pobres siguen muy rezagados. Desde 2010, el número de personas expuestas a fenómenos meteorológicos extremos ha aumentado no solo en las economías más pobres, sino también en los demás países
Se debe permitir que las economías más pobres prioricen la resiliencia climática.
El Banco Mundial ha establecido una misión clara: poner fin a la pobreza extrema e impulsar la prosperidad compartida en un planeta habitable (a la fecha se tiene el registro de 1 millón 100 mil personas en condición de pobreza en el mundo). Este informe ofrece la primera evaluación pospandémica de los avances mundiales en esta agenda. En este informe se exploran diferentes vías potenciales para salir de la policrisis, un entorno en el que múltiples desafíos interconectados afectan al mundo simultáneamente, tomando en serio las compensaciones y complementariedades entre los objetivos que están integradas en los diferentes enfoques de política. Los principales mensajes se presentan en torno al progreso en términos de los objetivos, las vías para avanzar y las prioridades en función de la posición de los países con respecto a los objetivos interrelacionados.
El medio ambiente mundial se enfrenta a crisis múltiples e interconectadas o a una “policrisis”. El entorno mundial se ha vuelto más desafiante en medio de una policrisis, desde las perspectivas de crecimiento lento y los altos niveles de deuda hasta el aumento de la incertidumbre, la fragilidad y la polarización. Se prevé que el crecimiento económico de los países más pobres siga siendo más débil que en la década anterior a la pandemia. Además, los pagos de intereses de la deuda en los entornos más pobres están alcanzando un máximo histórico, desviando el gasto de las necesidades críticas.
El Informe puntualiza que “Hoy en día, una de cada cinco personas corre el riesgo de sufrir un fenómeno meteorológico extremo a lo largo de su vida. Esto significa que es probable que se enfrenten a graves reveses en sus medios de vida, lo que obstaculizará significativamente los esfuerzos de reducción de la pobreza.”
• Para proteger a las personas de los fenómenos meteorológicos extremos es necesario actuar en dos frentes: a) reducir la vulnerabilidad mejorando la gestión de riesgos y b) prevenir la escalada de los peligros climáticos futuros acelerando las transformaciones para reducir el aumento de las emisiones intensivas en el crecimiento.
• Los países de ingresos medianos deben dar prioridad al crecimiento de los ingresos que reduzca la vulnerabilidad y a las sinergias, como la reducción de la contaminación atmosférica.
• Los países de ingresos medianos altos y altos representan cuatro quintas partes de las emisiones mundiales de GEI. Estos países deben actuar con rapidez en la transición hacia economías con bajas emisiones de carbono, al tiempo que gestionan los costos de la transición, en particular para los pobres y vulnerables.
Los objetivos de poner fin a la pobreza extrema, impulsar la prosperidad compartida y garantizar un planeta habitable están estrechamente interrelacionados. La visión del Banco Mundial reconoce esto y rastrea el concepto multidimensional de un planeta habitable a lo largo de tres dimensiones: mitigación y adaptación al clima, biodiversidad y naturaleza, y elementos esenciales para la vida (Banco Mundial). Estas tres áreas subrayan que para mantener un planeta habitable se deben tomar medidas sobre diversos aspectos, como la reducción de los riesgos relacionados con el clima; preservar ecosistemas saludables; y es necesario garantizar el acceso a los elementos esenciales de la vida, como los alimentos, el agua y la baja contaminación del aire.
El porcentaje de personas con alto riesgo de sufrir amenazas relacionadas con el clima a nivel mundial se define como el número de personas que están expuestas a un conjunto de peligros clave relacionados con el clima (inundaciones, sequías, ciclones y olas de calor) y altamente vulnerables (es decir, que son propensas a verse significativamente afectadas o incapaces de hacer frente a los impactos) como proporción de la población mundial.
El Informe también da cuenta de que los eventos de riesgo climatológicos como las inundaciones o sequías, están ocurriendo con mayor frecuencia desde 1970.
Son necesarias transformaciones más rápidas de la economía mundial para limitar el calentamiento global y reducir los riesgos climáticos. Solo un escenario de cero emisiones netas para 2050, que esté determinado por políticas climáticas estrictas e innovación, tendría la oportunidad de limitar el calentamiento a alrededor de 1,5 °C. Una trayectoria de cero emisiones netas requeriría que las emisiones disminuyeran en un 80 % en las economías avanzadas y en un 60 % en las economías de mercados emergentes y en desarrollo para 2035 en comparación con el nivel de 2022.
Es necesario seguir ampliando el uso de las energías renovables y mejorar la eficiencia energética. El sector energético produce tres cuartas partes de las emisiones mundiales. Solo la generación de electricidad y calor representó el 29 por ciento de todas las emisiones en 2022; El transporte fue responsable del 14 por ciento, seguido por la manufactura y la construcción (13 por ciento). A pesar de los avances, en 2022 las fuentes renovables representaron solo el 7% del total de la energía mundial, frente al 4% en 1990. El petróleo (con otros combustibles líquidos) y el carbón siguen siendo las principales fuentes de energía (32 % cada una), aunque el gas natural se está poniendo al día y representó una cuarta parte de la producción de energía en 2022. Para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, será necesario reducir sustancialmente la dependencia del carbón y el petróleo. Sin embargo, la participación del carbón en la producción de energía ha aumentado a nivel mundial y, en términos absolutos, solo ha disminuido en los países de ingresos altos de hoy. Duplicar el ritmo de progreso en la eficiencia energética podría reducir las facturas de energía en un tercio y podría constituir el 50 por ciento de las reducciones de CO2 para 2030.
El Informe propone que para “Poner fin a la pobreza extrema e impulsar la prosperidad compartida en un planeta habitable requiere acciones en dos áreas: lograr un crecimiento más rápido e inclusivo (es decir, aumentar los ingresos laborales mediante la creación de más y mejores empleos e invertir en la capacidad productiva de los pobres) y proteger a las personas de las perturbaciones climáticas (es decir, mejorar la gestión de riesgos y acelerar la mitigación del cambio climático). Las soluciones para avanzar en estos frentes no siempre son sencillas. Es necesario introducir cambios fundamentales en la forma en que los países abordan sus estrategias nacionales de desarrollo y su contribución a los bienes públicos mundiales.”
Con presupuestos limitados, alta incertidumbre e intereses contradictorios, es posible que los responsables de la formulación de políticas deban priorizar y tomar decisiones difíciles. Para fundamentar las decisiones, es importante comprender el equilibrio entre el aumento de los ingresos y la reducción de las emisiones de GEI, encontrar formas de ampliar las políticas sinérgicas que puedan ayudar a avanzar en múltiples frentes o reducir las compensaciones, y gestionar los costos de transición a corto plazo de las políticas de mitigación climática a grupos y comunidades específicos.
Y se dice en el Informe también que el crecimiento económico y la reducción de la pobreza en el pasado se han asociado con altas emisiones de GEI.
Sin embargo, el circulo de la pobreza no sólo esta ligado al cambio climático, sino también a otros elementos ambientales, como la degradación y contaminación de los suelos y aguas, la perdida de cubierta vegetal, recursos naturales o ecosistemas, la sobrepesca y otros más.
El Banco Mundial como institución financiera internacional, sin duda esta atrapada en su propia esencia económica, y deja de lado que el actual modelo económico mundial es responsable de las todas las externalidades ambientales negativas, incluyendo el cambio climático. Y por otra parte, su Informe tampoco aborda para nada cuál ha sido el papel del Banco Mundial y su responsabilidad en esta policrisis social, económica y ambiental que enfrentan todos los países, principalmente los países pobres justamente.
El Informe brinda mucha información pero carece de autocritica. Y aún más, no plantea puntualmente cuál será su compromiso para enfrentar estos 3 retos: la pobreza, la prosperidad y el planeta.