Israel Sánchez
La antimateria es lo opuesto de la materia.
Así, con una línea de tal sencillez, lacónica y directa, Gerardo Herrera Corral abre su más reciente libro de divulgación científica, Antimateria, Los misterios que encierra y la promesa de sus aplicaciones (Sexto Piso).
“La conocemos desde hace mucho tiempo”, escribe inmediatamente el físico de partículas, “la hemos estudiado con aparatos (…) la podemos producir y sabemos de su presencia en el Universo”.
En tan elemental aproximación puede apreciarse el afán del científico chihuahuense (Delicias, 1963) por despojar de mitos y fantasía un concepto del que él mismo había escuchado hablar en su juventud en términos de algo “oscuro, incomprensible y esotérico”.
Mas apenas unas páginas adelante, al relatar la asombrosa transformación espontánea de una partícula subatómica en antipartícula, como parte de un proceso natural de oscilación entre materia y antimateria observado por primera vez en el laboratorio alemán Desy, en Hamburgo, el propio Herrera Corral no puede sino conceder que aquello “parece tener algo de mágico”.
“Sí, definitivamente uno de los aspectos más asombrosos, más enigmáticos y más extraños del mundo microscópico es que hay fenómenos que parecen magia”, reitera en entrevista el también doctor en Ciencias y académico del Cinvestav.
“Uno observa cómo una partícula, de ser materia, se transforma en antimateria para luego volver a ser materia, en un proceso de oscilación ya no entre el ser y la nada, sino entre el ser y el ‘antiser’”, prosigue el científico. “Y es un fenómeno del mundo microscópico mágico, mágico, que uno puede entender; la teoría y las matemáticas nos dicen cómo poderlo entender”.
Eso, compartir la base científica para la comprensión de esta “misteriosa forma de realidad”, como Herrera Corral la llama, “espejismo que se opone a la materia y que se extiende más allá de nuestro alcance”, es la nada sencilla tarea que acomete en esta obra el autor de varios volúmenes de divulgación sobre el Universo, los agujeros negros, el hiperespacio y otros temas.
Si bien reconoce la dificultad intrínseca de una cuestión como la antimateria, lo cierto es que el físico mexicano de nuevo hace gala de su habilidad para volver accesible lo complejo, con explicaciones claras sobre aspectos como que la contraparte antimaterial de un electrón es el positrón, y que al juntar materia con antimateria ambas se aniquilan como resultado de sus propiedades cuánticas.
“La antimateria es un tema fascinante por muchas razones. Desde la visión que tenemos de la naturaleza, de lo que existe, de la realidad, de qué hay ahí. Eso es ya de por sí un aspecto muy interesante porque no aparece, porque no la vemos, porque no está; (es) como un agente invisible, pero que forma parte de la realidad, que es fascinante y que interviene”, expone.
¿Qué es?, ¿dónde está?, ¿cómo es?, son algunas preguntas que van guiando la pluma del científico divulgador, quien además de evocar pasajes y figuras de la historia de la física experimental de altas energías, se destaca como narrador con una suerte de crónica de laboratorio sobre experimentos e instancias como el Centro Europeo para la Investigación Nuclear (CERN), en Suiza, donde es investigador asociado.
Como el subtítulo del libro lo dice, Herrera abunda en los misterios que encierra la antimateria -que se puede hacer artificialmente pero también existe de forma natural, aunque sólo en ínfimas cantidades, y eso es parte del gran enigma- y la promesa de sus aplicaciones. En esto último, el carácter fantástico que recorre toda la obra se acentúa.
Por un lado, con la posibilidad de desarrollar un tratamiento para el cáncer mucho más eficaz y menos pernicioso que la radiación tradicional; mientras que, por otra parte, hay quien busca impulsar cohetes con la energía que se libera en esa reacción de aniquilación entre materia y antimateria.
“Hay una compañía privada (Positron Dynamics) que investiga la posibilidad de producir cantidades mayores de antimateria, de positrones -es decir, de antielectrones-, con los que se podría eventualmente diseñar un reactor que permita impulsar naves espaciales como proyecto ya real, que tiene una agenda concreta”, resalta Herrera Corral sobre esta iniciativa que esperaba contar con su primera nave para 2018.
“Ya se les retrasó (la agenda), y seguramente se retrasará por un buen rato. Pero el hecho de que haya gente y de que haya capital, de que haya inversión, de que haya esfuerzo, tiempo, yo pienso que es evocativo, es interesante”, agrega.
Al final, dedica algunas páginas a explorar el dualismo en la religión; no es fortuita la sugerencia del yin yang en la portada del libro, y también en la filosofía, con un breve repaso de Platón a Descartes, Kant y hasta Marx.
Intrigado por cómo en la historia del pensamiento filosófico y religioso la materia entró en dualidad con el espíritu, el científico no puede sino preguntarse qué tan distinto habría sido tal devenir de conocerse este dualismo físico entre materia y antimateria; “hubieran tenido la necesidad de desarrollar un opuesto para el espíritu, un ‘antiespíritu’”, especula.
Para su siguiente proyecto, que será sobre la relación cada vez más estrecha entre la ciencia y el arte, Herrera Corral trabaja en conjunto con el escultor Sebastián, quien elabora piezas sobre conceptos como el entrelazamiento cuántico, el principio de incertidumbre o los multiversos.
“Para cada uno de los ensayos que le expliquen de manera sencilla a la gente habrá una obra plástica asociada. Él está trabajando la parte plástica, y esperamos que se convierta en un libro”.
Divulgación, ¿para quién?
En la divulgación científica, estima Herrera Corral, hay muchos discursos equivocados, “discursos que llegan a caer mal”.
“Por ejemplo, la idea de que debemos decirle a la gente que la física es divertida. Eso es un terrible error”, considera.
“A lo mejor algún iluso cae pensando que la ciencia es de payasos, ¿verdad? Y va, y luego después de un tiempo se da cuenta (de la realidad), y se aleja”.
De ahí que, por lo menos en su caso, afirme que no escribe libros para que más gente se interese en la ciencia, sino que lo hace específicamente para quienes ya tienen tal interés.
“Hay jóvenes a los que les interesa la carrera científica, que les interesa la ciencia, el conocimiento, y a esa gente le tenemos que proporcionar materiales, le tenemos que dar ideas, lecturas, artículos, libros. Les tenemos que dar como se le da el agua a las plantas, porque las plantas ya están ahí.
“Y yo diría que aquellos que piensan que leyendo un libro de estos se van a interesar, se equivocan. Porque, de hecho, la gente que no está interesada en esos temas, lo van a encontrar inaccesible”, continúa. “Yo sé de gente que lee esto y dice: ‘No entendí nada’, y te encuentras jovencitos de 15 años que lo leen y dicen: ‘¡Qué maravilla!’. Con 15 años y tienen toda la información”.
En espera de tiempos mejores
Más allá de si las condiciones en el País son favorables o no, “uno debe seguir sus impulsos y lo que uno quiera hacer en la vida. Yo creo en eso”, sostiene Herrera Corral.
Aunque le parece que en México jamás se ha valorado la importancia de la ciencia, también cree que no ha faltado algún Gobierno interesado en fomentar políticas científicas que faciliten el desarrollo de proyectos científicos.
“Y luego hay Administraciones federales que llegan y lo bloquean todo, disminuyen presupuestos, complican las cosas, cancelan proyectos internacionales.
“En ese sentido, la comunidad científica mexicana sí tiene dificultades. Pero, independientemente de eso, los proyectos salen adelante, y yo creo que los jóvenes que quieran incursionar en temas de la cultura, del arte, de la ciencia, deben hacerlo, independientemente de las adversidades”, refrenda.
Hoy que una buena parte de sus colegas investigadores y académicos han alertado por el futuro del Gran Telescopio Milimétrico (GTM), que sólo tiene recursos para seguir operando hasta finales de agosto, Herrera asegura que no le sorprende, pues desde el inicio de la presente Administración se planteó la cancelación de todos los proyectos internacionales.
“A final de cuentas, nuestra cooperación con el CERN siguió, y estamos muy agradecidos por eso, pero también hemos tenido muchas dificultades con el pago del mantenimiento de nuestros equipos allá.
“Tenemos un adeudo, solamente en el experimento ALICE, de medio millón de dólares. Estamos adeudando medio millón de dólares”, subraya, “por el pago del mantenimiento de nuestros equipos, de lo que hemos diseñado, construido y que tenemos funcionando allá, que están en este momento instalados tomando datos (…) El adeudo se ha ido acumulando a lo largo de esta Administración”.
¿No le quita el sueño?
Estamos esperando un cambio en las políticas. Es lo que siempre hacemos los científicos en este País: esperar que vengan tiempos mejores. Aprendemos desde pequeños a vivir así en este País; sabemos que hay períodos de vacas gordas y de vacas flacas, que hay vientos adversos, y es siempre sobrevivir para esperar a que lleguen tiempos mejores.
Eso es lo que estamos haciendo, es nuestra gran esperanza este año, de que exista un cambio de políticas, que se perciba la ciencia desde el poder político de manera distinta, que se entienda mejor la dinámica del funcionamiento de proyectos internacionales, y que se llegue a comprender la importancia que pueda tener esto para la educación, para la salud, para el bienestar de la gente.
¿Cree que con una científica como Presidenta soplarán vientos más favorables?
Ojalá que así sea. Yo he escuchado a la candidata Claudia Sheinbaum decir que es importante restaurar el diálogo con la comunidad científica. La escuché decir que hay ahí un tema pendiente, y eso me da la esperanza de que, efectivamente, este nuevo Gobierno -porque todo parece indicar que será la ganadora- será más sensible.