De nada sirven matemáticas, calculadoras, proyecciones, estadísticas, estudios de preparatoria o universitarios, ni los diplomados, ni los cursos “patito,” si cuando se trata de calcular recursos dirigidos a la población, pareciera que no tienen sustento teórico, que no son proporcionales entre los ofertados y “muy cacareados” y la demanda real, cómo acaba de suceder con el programa “Tu beca”, ofrecimiento proveniente del erario municipal de Querétaro, que en sus dos semanas de registro captó 8,491 solicitudes que no van a alcanzar a cubrirse porque según informaron solamente estaba previsto otorgar 4,700.
Un hecho similar ocurrió en el transcurso de este año, cuando una dependencia estatal lanzó una convocatoria para apoyar proyectos de mujeres emprendedoras. Entre los muchos requisitos destacaban el de comprobar espacio para desarrollarlo y dos o tres cotizaciones del equipo por financiar. Aquí, como en el caso de las becas municipales, reunir los requisitos requiere gasto y tiempo, aún las fotos, constancias, copias y las idas y vueltas cuestan y todo para que al momento de reunir la larga lista de requisitos en tiempo y forma, al llevarlos, en éste caso a la dependencia estatal, la respuesta fue que se cerró mucho antes de la fecha programada porque el número de posibles beneficiarios ya se había completado, dato que de ser cierto hubiesen comunicado para que las interesadas ya no anduvieran de la seca a la meca haciendo gestiones.
En ambos casos y seguramente en muchas más convocatorias gubernamentales los tiempos, montos y requisitos no están bien programados. Los encargados del de becas municipales, por ejemplo, debieron tener certeza del probable universo de solicitantes, fuentes de información hay varias, empezando por las del sector educativo, las de INEGI, hasta en el Google pudieron informarse y de esa forma proyectar recursos para satisfacerlas, claro, haciendo cuentas de cuánto iban a gastar en promoverlas, cuanto en arropar cuál estrellas de cine a los funcionarios que las entregarían en el marco espectacular acostumbrado y de lo que sobrara, cuántas podían adjudicarse. Las dependencias reprobadas en convocatorias, para no quedar mal, en lugar de plazos mejor se habían de ir por la fácil de señalar el número de apoyos disponibles y cerrar el registro cuando se complete el número. Es decir, si tienen mil entonces los beneficiarios serán los mil primeros. Obviamente es una propuesta injusta porque accederán a ella los que tengan todos los requisitos ya, con un pie en la puerta y los que sepan con anticipación al arranque, pero más injusto será, que, bajo quién sabe qué criterio o estado de ánimo o lotería ahora se dejarán fuera a casi cuatro mil solicitantes que sí cubrieron los requisitos y que lo necesitaban por igual.
Improvisando ando, puede ser buen lema para quienes al no hacer bien su trabajo ocasionan molestias y gastos a la ciudadanía. Parece que se les hace fácil agregar uno y otro requisito sin calcular que cubrir cada uno cuesta, se les hace sencillo crear expectativas sin anticipar que el desánimo y frustración puede alcanzar niveles dramáticos cuando obtener la beca o el apoyo era la única opción. Parece que carecen de sensibilidad para prever la reacción de los interesados, que por cierto, debería ser más importante que la parafernalia política con que revisten la entrega bien sea de becas, de sombrillas, de anafres o de raciones de comida.
Sería interesante conocer los estudios que fundamentan los programas sociales que ejecutan los municipios y que respalden sus razones y concepto de “justicia social” que ya se sabe, se refiere a que las clases sociales más desfavorecidas cuenten con oportunidades de desarrollo y si éste objetivo se cumple con el reparto ocasional de dinero, calentadores solares, despensas, por cierto con productos muy muy corrientes, o becas entre otros, una justificación real, académica y socialmente bien sustentada que elimine la impresión de que los “apoyos” más bien sean para los proveedores de los productos, para jinetearse el dinero, porque eso de las becas se presta para eso cuando se las “juntan” dos y hasta tres meses, o nomás para seguirse haciendo publicidad con el títere de una justicia social mal estudiada, mal aprendida y mal aplicada Al tiempo.