Cada día toma mayor fuerza los contextos y análisis de los impactos económicos por causas ambientales, lo cual sin duda es un avance, ya que anteriormente se relegaba, se subestimaba o simplemente se ignoraban estas externalidades ambientales en las economías de los países.
Pero hoy no cabe duda de la pertinencia de ello, y por tal razón hay que tomar en cuenta los efectos que tendrá el llamado fenómeno de “El Niño”.
Dicho Fenómeno del Niño-Oscilación del Sur (ENOS)., que se espera tenga su mayor impacto en América Latina a partir de septiembre, puede tener consecuencias significativas en las economías de la región, afectando diversos sectores como la agricultura, la energía, la industria, el turismo y la infraestructura.
De acuerdo con los especialistas se estima que los eventos de “El Niño” generalmente se asocian con un aumento de las precipitaciones en partes del sur de América del Sur, el sur de los Estados Unidos, el Cuerno de África y Asia central. En contraste, ahora también puede causar sequías severas en Australia, Indonesia, partes del sur de Asia, América Central y el norte de América del Sur.
En diversas revistas especializadas se da cuenta de las pérdidas de ingresos globales a los eventos de El Niño en los pasados años de 1982–83 y 1997–98.
La gravedad de este fenómeno es que genera cambios climáticos extremos a nivel mundial. sin embargo el impacto en el corto plazo afecta el crecimiento del PIB, mientras que a largo plazo dependerá de los estragos causados en la infraestrutura (carreteras, hospitales, escuelas, telecomunicaciones etc.). Además tal situación se exacerba debido a que los gobiernos ahora no tienen mucha flexibilidad financiera para afrontar tales impactos.
Y como bien hemos aprendido, los impactos son diferenciados, no sólo en su dimensión espacial, sino también en los sectores económicos, pues se prevee que los mayores impactos tengan lugar en el sector primario como lo es la agricultura y ganadería, que mermará el volumen de producción, y también la productividad por hectárea.
Bajo este escenario, es previsible suponer que habrá incrementos en los precios de los alimentos y que afectará la cadena de suministro a escala regional y mundial, y por ende, puede disparar una nueva ola de inflación.
Y como lo señalamos, los impactos diferenciados, se hacen presentes, pues para algunos países El Niño significa inundaciones (Las intensas lluvias que desde el fin de semana afectan a la zona centro-sur de Chile han dejado hasta ahora tres personas fallecidas, más de 33.200 damnificados, 41.500 aislados y casi 33.000 evacuados, según el último balance difundido este jueves por el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres, Senapred- Agosto 2023), mientras que para otros, como México, representa sequía.
Y según un estudio publicado de Darmouth College, de Estados Unidos, calcula que el costo del fenómeno sería de 3.4 mil millones de dólares. Y por otra parte, la Organización Meteorológica Mundial en América Central y del Norte, señala que América Latina tiene condiciones de vulnerabilidad mas altas que en años anteriores.
A pesar de los recientes ciclones tropicales, la sequía en México alcanzó al 15 de agosto su registro más alto para la fecha en 10 años.
Por otro lado, con base al Monitor de Sequía de México, se tiene un 55.8 por ciento del territorio nacional se registraba con insuficiencia de lluvia, 20.5 puntos más que en la misma fecha de 2022 y 39.3 puntos más que en 2021. Y la región más afectada este año es la del Bajío. Así mismo, más de la mitad de los estados de la República registran estrés hídrico alto, que puntualiza una relación entre demanda y disponibilidad. La ubicación del país, así como la presencia de diferentes regiones climáticas hacen de ciertas regiones más propensas a efectos directos e indirectos en la actividad económica, dadas la densidad poblacional, la disponibilidad de agua y la temperatura promedio. Por otra parte, debido a la localización subtropical de México, es altamente probable un aumento en la frecuencia, grado y duración de sequías extremas, más allá del promedio mundial, asociadas con el cambio climático. Este aumento en la sequía es quizá el efecto esperado del cambio climático más importante para México, con impactos diferenciados en los distintos sectores.
Bajo esta tesitura, lo primero es tener un plan de previsión en donde la eficiencia de los recursos (naturales) es lo prioritario, y que consiste en lograr mejores resultados con menos insumos e impactos adversos (económicos-ambientales); enseguida, es pasar de flujos lineales a flujos circulares, mediante una combinación de ciclos de vida útil extendidos, diseño, estandarización y reutilización inteligente de los productos, reciclaje y remanufactura y; también tenemos que la mitigación del clima, la protección de la biodiversidad y los cambios en el comportamiento de los consumidores y de la sociedad también son componentes importantes.
Otras medidas en materia de políticas, en el orden municipal, deben apuntar a cambios en las regulaciones (de conservación de suelos y protección de áreas estratégicas para la infiltración de agua), en las normas técnicas de manejo de vegetación, en el ordenamiento ecológico del territorio para proteger los cuerpos de agua y las zonas de preservación ecológica agrícola y, en las políticas de compensaciones por perdida de servicios ecosistémicos y pago por servicios de polinización.
Asimismo, en el entorno local, hay que priorizar el consumo de productos locales, sanos y sustentables, que abonen a los ingresos de los productores locales, a la sostenibilidad, a la reducción de emisiones y consumo de agua.
La ocurrencia de un evento climático como el fenómeno de “El Niño” se asocia normalmente a un incremento del déficit fiscal, que según estimaciones puede estar entre el 0.8—1.1% del PBI.
Por ello, una gestión de riesgo eficiente requiere de un enfoque integral, que incluya, entre otros, la identificación del riesgo, mejores códigos de construcción y mejor planificación territorial.