La preponderancia de contaminantes, es un proceso dinámico y tiene que ver con el tipo de sociedades que se van gestando y transformando, así tenemos que hoy en día cobra mayor peso la contaminación odorífica. Y lo primero que salta en nuestra mente es ¿si eso se debe que hay más olores desagradables en el ambiente, o a que, hoy somos más susceptibles de irritarnos por los olores.?
Sin embargo, se dice que, las principales causas de los malos olores hoy en día se deben a:
El incremento y la gestión inadecuada de residuos domésticos.- El incremento tanto en cantidad como en tipos de residuos, más la acumulación o mala disposición de basura doméstica genera olores desagradables debido a la descomposición orgánica.
Sistemas deficientes de alcantarillado: Debido al crecimiento urbano, infraestructura anticuada y rebasada, así como la mala gestión de las aguas residuales provocan olores fétidos que afectan directamente la calidad de vida urbana.
Contaminación por compuestos orgánicos volátiles (COV): Estos compuestos químicos se evaporan fácilmente a temperatura ambiente, estando presentes en productos domésticos comunes como pinturas, solventes, productos de limpieza, residuos de carnes que se descomponen rápidamente, generando con ello olores intensos y molestos.
Heces de aves: Debido al incremento de poblaciones de aves en parques, jardines y áreas verdes, se ha producido un malestar en los vecinos por la cantidad de heces de dicha fauna silvestre.
Más allá de las causas, tenemos a la vista ciertas consecuencias como:
La molestia sensorial, e impacto en la salud. Pues, estudios científicos recientes revelan que la exposición prolongada a olores desagradables puede desencadenar diversos problemas de salud, entre los que destacan:
Problemas respiratorios: El contacto constante con gases irritantes como el amoníaco o el ácido sulfhídrico, comunes en la contaminación odorífera, puede provocar irritación en las vías respiratorias, tos, bronquitis y empeorar condiciones como el asma o la EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica).
Estrés y malestar psicológico: Según un estudio publicado en Environmental Health Perspectives (2022), la percepción persistente de malos olores está vinculada con un aumento en los niveles de estrés, ansiedad y trastornos del sueño. Esto afecta la calidad de vida y el bienestar emocional de las personas.
Disminución de la calidad de vida: La incomodidad generada por la contaminación odorífera afecta la concentración, productividad y estado de ánimo, especialmente en comunidades cercanas a fuentes intensas de olores contaminantes.
Pero además tenemos impactos ambientales tales como:
Afectación a la fauna: Muchos animales dependen de señales olfativas para su supervivencia y comportamiento. La presencia de olores anómalos y contaminantes puede alterar estos procesos, provocando cambios en patrones de alimentación, reproducción y migración.
Deterioro de la flora: La emisión de gases contaminantes relacionados con los malos olores, como el amoníaco, puede acidificar suelos y alterar la composición química, afectando negativamente el crecimiento y la biodiversidad.
Degradación del entorno: Comunidades cercanas a fuentes contaminantes frecuentemente experimentan una disminución en la calidad ambiental general, lo que puede traducirse en pérdida de valor de la propiedad y en rechazo social hacia determinadas actividades industriales.
Estos efectos evidencian la importancia de considerar la contaminación odorífera como un problema ambiental integral, que requiere intervención técnica y regulatoria efectiva.
Hasta la fecha, en México no existe una norma, ni marco regulatorio, para evaluar la contaminación por olores, ni tampoco los límites máximos permisibles por zona, giros y horarios, lo cual se traduce en la imposibilidad de imponer sanciones. Y de acuerdo a la legislación vigente tanto federal como estatal, corresponde a los tres órganos de gobierno la competencia para atender este tipo de contaminación odorífica.
En México, desde el 2023, se ha insistido en que se elabore una Norma Oficial Mexicana sobre olores, pero sigue el vació al igual que en las entidades federativas y municipios del país.
Por otra parte, existen algunas voces de académicos que señalan que, la contaminación por olores es una fuente de inequidad social e inequidad ambiental, porque es muy diferente dependiendo de en qué lugar se viva, pues no es lo mismo habitar en colonias residenciales que en barrios periféricos. (Tania García López, Universidad Veracruzana, 2021). Y que también, es parte de lo que llama la contaminación olvidada.
Los olores fétidos seguirán aumentando conforme crezca la ciudad, es como si fuera un producto intrínseco el mal olor del crecimiento urbano.
Así también, los olores pestilentes, cambian, según la temporada, por ejemplo, en épocas de lluvia, los olores vienen de las aguas grises o residuales de las coladeras o alcantarillas. Y en los meses de mayores vientos también se resienten más los olores malolientes. Y lo mismo sucede dependiendo de la ubicación del hogar, pues en Querétaro, si vives cerca del Río Querétaro, en la temporada de primavera, o cuando hay más calor, se huele un olor asqueroso que no es soportable, sobre todo al medio día, aunque dure las 24 horas del día.
Como un claro ejemplo de que el ser humano no tolera el mal olor, se han creado dichos o refranes como “El muerto y el arrimado a los tres días apestan».
Los seres humanos tanto rurales como principalmente los urbanos somos víctimas de nuestro propio proceder.
Ahora bien, según estudios más o menos recientes, hay un trastorno del olfato llamado parosmia que produce distorsión en la percepción normal de los olores al punto de no poder tolerarlos porque son putrefactos. Ya que puede manifestarse de una forma distorsionada percibiendo olores repugnantes en cosas comunes como la comida y hasta en otras personas, debido al daño en las neuronas olfativas, que les complica reconocer algunos aromas de su entorno y así olores que en la realidad son agradables pueden sentirlos como desagradables.
De esta forma en el pasado, se consideró al olfato como el centinela de las concentraciones humanas: el mercado, el hospital, la cárcel, los bares, y la fábrica, pues todos esos lugares se caracterizaban por un hedor que se exhalaba y adhería a los objetos y mercancías. La perniciosidad del hedor guardaba una relación directa con el tipo de confinamiento.
Ya, por último, en la internet se puede leer que la contaminación odorífica es considerada la segunda causa de quejas medioambientales a nivel mundial, después del ruido, de ese tamaño es el problema actualmente, incluyendo a la zona metropolitana de Querétaro.
